Libertad García Cabriales
Aprovechemos el otoño, antes de que el futuro se congele y no haya sitio para la belleza, porque el futuro se nos vuelve escarcha Mario Benedetti. Podemos afirmar que nuestro humano cuerpo está fuertemente enlazado a la naturaleza y sus estaciones. Aunque quisiéramos ignorarlo, los ritmos naturales se imponen en nuestros organismos. Si usted lo piensa, se dará cuenta por ejemplo de la duración de los días influyendo en nuestras horas de sueño, nuestras actividades diarias; incluso conlleva un impacto sicológico, pues la reducción o aumento de las horas de luz, puede provocar cambios en los estados de ánimo de las personas. Pienso en ello ahora, cuando el otoño recién ha entrado en nuestro continente y se perciben ya los días más cortos con bellos atardeceres y nuevos aromas en el entorno.
También el otoño ha estado vinculado a la melancolía, al declive. Las metáforas acerca del otoño muchas veces refieren la cercanía del final de la vida, la soledad, la caída. Tal vez porque antes la gente vivía menos. En nuestro país hace apenas un siglo, la mortalidad llegaba en promedio a los 37 años, luego entonces la muerte tocaba a la puerta sin conocer el invierno. Afortunadamente, hoy la esperanza de vida ha cambiado, pues se estima que un mexicano promedio puede vivir casi ochenta años, más del doble de 1930. Así pues, el otoño y hasta el invierno son ahora parte de la existencia y eso ha impactado mucho las formas de vida en nuestro país. Por desgracia, no todo es miel sobre hojuelas, pues aunque se vive más, las enfermedades han aumentado y el otoño, incluso el verano de una persona puede ser complicado debido a los males de nuestro siglo, casi todos provocados por el generalizado estrés. Un mal, desafortunadamente presente hasta en los niños y su primaveral infancia. Pero más allá de la metáfora, es necesario entender que somos naturaleza, estamos hechos con su esencia. Lo mismo si pensamos en el Génesis o en el polvo de estrellas, nuestra vida transita entre natura y cultura. Por ello es necesario pensar las estaciones y su influencia en nuestro devenir; más ahora, cuando el cambio climático ha modificado los ciclos y con ello impactado los eventos biológicos. Floraciones adelantadas, calores fuera de tiempo, incierta llegada y duración de las lluvias, entre otros fenómenos como terribles huracanes, sequías, terremotos, migraciones y demás sucesos impactando la vida sobre la tierra.
Este otoño nos ha llegado con bochorno en la región, pero agradecemos haber tenido un verano bastante soportable y bendecido por la lluvia. Luego entonces, hay motivos para la esperanza. Las presas tienen agua, la humedad favorece la plantación de árboles y los colores del otoño empiezan a iluminar nuestros ojos. El otoño es también tiempo de cambios. Y no sólo en la naturaleza. El equinoccio nos trae a esta suave patria un tiempo nuevo para las instituciones, un cambio radical en la política nacional con una mujer en la Presidencia de la República, además del cambio en las fundamentales cámaras de representantes. En ese contexto, Tamaulipas también tendrá mudanza de poderes con alcaldes y diputados que iniciarán su gestión en estos días. Otra vez los ciudadanos nos llenamos de expectativas, pensando será para bien, aun cuando historia y experiencia nos dan más motivos para la desesperanza. 43 alcaldes llegan a sentarse para dirigir los ayuntamientos en un momento histórico de enorme relevancia. Ojalá así lo entiendan y no ocupen el cargo para lucrar, como muchos hacen, sino para servir. Piense usted, son tan pocos quienes han dejado buenos recuerdos. No sé si todos los ahora entrantes estarán conscientes de la enorme responsabilidad que implica posarse en esos mullidos sillones, pero tanto alcaldes como diputados nos representan y no deben olvidarlo.
Escuchar la voz de la gente es su reto cotidiano y no dejarse seducir por los cantos engañosos de las sirenas y los berridos del becerro de oro. No es tiempo ya de promesas, discursos vacuos y conductas prepotentes. Llegó el momento de la verdad, demostrar de qué están hechos los hombres y mujeres recién elegidos por los tamaulipecos.
Aprovechemos el otoño, dice Benedetti, porque muy pronto llega la escarcha, el frío olvido. Y eso aplica también para ellos, los elegidos en las urnas. Aprovechemos todos el otoño, reflexionemos los ciclos de la vida única. Ya lo dijo Sabines: “el viento de las horas barre las calles, los caminos. Los árboles esperan: tú no esperes. Este es el tiempo de vivir. El único”.