El jardín de la libertad
Por Libertad García Cabriales
Amistades que son ciertas, nada las puede turbar
Miguel de Cervantes
Lo sucio no es la política, sino los políticos; escuché decir alguna vez a una
maestra. No todos, pero sí muchos; tal vez demasiados. La historia lo ha
demostrado. El poder no es malo, sino quienes se corrompen al ejercerlo. La
política fue pensada en su origen como una herramienta para la buena
convivencia. Desde la Grecia clásica, cuando el concepto fue creado con un
significado de alto calado, la política propuso una dialéctica entre los modelos
ideales y la realidad a través de estrategias y acciones. Pero una cosa es el ideal y
otra muy distinta la praxis. Y está visto que los políticos no son ángeles, sino
mortales de carne y hueso.
No son ángeles, pero algunos han demostrado ser muy buenos dejando huella
con su ejemplo y sus obras. Para muestra los llamados “Cinco emperadores
buenos” de Roma: Nerva, Trajano, Adriano, Antonino Pío y Marco Aurelio. Cinco
gobernantes reconocidos hasta por el mismísimo Maquiavelo quien afirmaba que
no tenían necesidad de innumerables legiones para protegerlos porque estaban
defendidos por su propia vida buena. Por su parte, el historiador Edward Gibbon
escribió de ellos como emperadores benévolos guiados por la sabiduría y la virtud.
Sus obras y acciones quedaron como ejemplo para la posteridad. En ese sentido,
las Meditaciones de Marco Aurelio, siguen siendo un referente fascinante en
letras, del ser y hacer de un buen gobernante.
Y no sólo en Roma hace siglos, en nuestro país y continente también tenemos
buenos ejemplos de políticos quienes con su pensamiento y acciones nos han
demostrado que se puede. El uruguayo José Mújica es uno de ellos. Basta ver
cómo habla y cómo vive después de haber gobernado su país, para saber qué
clase de mandatario fue. Alejado del fasto y la prepotencia, sin cortesanos ni lujos
estériles, Pepe Mújica supo transitar por el poder sin caer en la tentación de
aprovechar el puesto para enriquecerse. Reconocido mundialmente por su
humildad, por su austeridad como mandatario, años después sigue viviendo en su
granja y se considera feliz, libre para hacer lo que ama, “defendido por su vida
buena”, diría el clásico. Un político cuya filosofía de vida, contrasta con los
despliegues que vemos diario en tantos y tantos enloquecidos con el poder.
Los políticos no son ángeles, pero desgraciadamente muchas veces actúan cual
demonios y eso ha mermado el respeto de los ciudadanos por la política. Así
pues, es muy común escuchar decir a la gente que todo alrededor de la política es
fétido, perverso, corrupto. Y no andan muy errados, pues sobran los ejemplos de
pésimos políticos. Aquí y en China. Gente lucrando con los cargos,
aprovechándose del erario como si fuera de su propiedad. Patrimonialismo, diría Max Weber. Usar los recursos públicos para beneficiar proyectos personales. Por
eso el descrédito, la indiferencia, el abstencionismo. Y peor todavía, la
proliferación del rencor, la polarización entre los ciudadanos.
En ese contexto y revisando los medios de comunicación y las redes sociales, he
visto como se generan pleitos y discusiones bastante fuertes entre los ciudadanos
de varios países de nuestra América. Nuestro país no es la excepción. Y es muy
fácil caer en la provocación. Más ahora en tiempo de campañas cuando las
pasiones aumentan considerablemente. Hasta la gente comúnmente apática a la
política, se enciende para defender a tal o cual candidato. Las mesas y
sobremesas también son espacios de discusión política. Me consta.
Y lo más triste. En las últimas semanas he visto como varios conocidos que fueron
grandes amigos entre sí, terminaron sin hablarse a causa de sus preferencias
electorales. Increíble pero cierto. Perder amigos por los políticos se ha vuelto algo
repetido en nuestro tiempo. Y no sólo amigos. Hasta en las familias lo estamos
viendo. Les cuento un ejemplo reciente. Un maestro de un municipio tamaulipeco
ahora seguidor de un partido, se lio a golpes con su hermano en la defensa de su
candidato. Frente a su angustiada madre, la golpiza le provocó a uno de ellos una
fractura que lo tiene todavía en cama. Impresionante.
Y no son los únicos casos. Tan es así que en Estados Unidos, ahora también en
efervescencia política, un conocido medio de comunicación lanzó una
recomendación con 10 formas de reducir la discusión política entre amigos y
familiares. Y entre ellas está el comprender que otros piensan distinto, preguntarte
cuánto te interesa la relación con esa persona, además la importancia de cuidar tu
propia salud. Y un dato impactante: la tasa de hospitalización por ataques
cardíacos y accidentes cerebrovasculares se incrementan en tiempo de
elecciones. Por desgracia lo hemos visto. Conocí a una persona fallecida por
infarto después de la derrota de su candidato. Muy lamentable.
En fin. Usted dirá si se atiene a sus pasiones de campaña o cuida a sus amigos y
su salud. Finalmente diría el abuelo: los jerarcas se arreglan entre ellos y nosotros
quedamos peleados. Uf. La forma inicua de perder amigos.