Francisco Ramos Aguirre
Antonio Fernández Rodríguez fue un militar, político, inventor y empresario de quien poco se conoce. Nació y murió en Ciudad Victoria, Tamaulipas (1842-1931). Hijo de Antonio Fernández Guillén y María del Carmen Rodríguez de Fernández. Realizó estudios elementales en su terruño natal, trasladándose a Monterrey, Nuevo León donde cursó varios grados en colegios de prestigio de la mencionada localidad. Interrumpió su carrera de Jurisprudencia debido a los acontecimientos de la Guerra de Intervención Francesa. Perteneció al ejército republicano y combatió en la Batalla de Puebla el 5 de mayo de 1862 bajo las órdenes del general Miguel Negrete, donde se cubrió del gloria y venció al enemigo el general Ignacio Zaragoza.
Por sus méritos militares fue galardonado por el presidente Benito Juárez en 1862 y el 3 de noviembre de 1863 el mismo personaje lo designó Capitán de Caballería. Por su parte José Linares gobernador de aquella entidad, lo nombró Capitán de la Primera Compañía del Tercer Cuerpo de Lanceros, mientras el General José María Arteaga le confirió el grado de Capitán de Caballería Permanente. Fue Pagador del Ejército Republicano y estuvo presente en el Sitio de Querétaro, donde las fuerzas mexicanas vencieron y tomaron presos a Maximiliano, Miguel Miramón y Tomás Mejía, fusilados en junio de 1867.
Al concluir la lucha armada, Fernández retornó a Ciudad Victoria donde instaló un comercio en la calle Hidalgo y Puebla. En 1883, 1884, 1889 y 1895 decidió incursionar en la política. Dentro de su trayectoria, destaca el cargo de secretario del ayuntamiento. Fue presidente municipal de Victoria 1905-1906 y diputado del Congreso de Tamaulipas en varias legislaturas, junto a Manuel Illizaliturri, Carlos Argüelles y el doctor Catarino Saucedo Aguirre (1904-1912).
Fue tesorero de Tamaulipas durante el gobierno del ingeniero Alejandro Prieto (1898). Gobernador interino durante el período del licenciado Guadalupe Mainero, quien gozó de su amistad y acercamiento. En 1913 tras la muerte del presidente Francisco I. Madero, figuró en la terna para convertirse en gobernador interino, cargo que desempeñó el general huertista Antonio Rábago.
Dentro de sus aportaciones como presidente municipal de Victoria destacan el enlozamiento de la Plaza de la Constitución o Plaza Hidalgo; gestionó la dotación de bancas de fierro en dicho lugar de esparcimiento; autorizó la adecuación de la torre principal de la Catedral de Nuestra Señora del Refugio, donde se instaló el reloj importado de Inglaterra en 1877. Fue nombrado miembro honorario de la Sociedad Mutualista General Pedro José Méndez, fundada en 1887.
La presencia de Antonio Fernández como político, empresario y miembro de la Sociedad Mutualista Alianza Obrero Progresista, se mantuvo vigente en Victoria durante treinta años. Entre sus características en favor de la comunidad, destaca el momento cuando lo visitó una comitiva para ofrecerle desempeñar el cargo de presidente municipal. El estuvo de acuerdo con la condición de que “…durante un tiempo de tres años, (se refería al período de 1902-1904) los que estemos, así como los que ingresen a nuestras filas no percibiremos ningún beneficio de la Sociedad, con el objeto de formar su Fondo Social….años después aquel Fondo, sirvió para la compra del terreno donde hoy se yergue, su bien acondicionado edificio social.”
En 1900 a principios del siglo XX y en plena paz porfiriana, se desempeñó como presidente de la Junta de Mejoras Materiales y durante el ejercicio de ese encargo, acondicionó las banquetas de la calle Hidalgo, promovió el mantenimiento del kiosko de la plaza principal y colocó piedra bola en las calles Morelos y Matamoros. En 1907 con la colaboración del municipio se terminaron las obras del Parián, actualmente Mercado Argüelles.
Ese mismo año formó parte de los expositores durante la Primera Exposición Ganadera y Agrícola de Tamaulipas en el Paseo Méndez, donde asistieron connotados agricultores, industriales y ganaderos. Durante su gestión legislativa se aprobó una concesión para instalar la línea de un ferrocarril entre Matamoros y Victoria sin que prosperara dicha iniciativa.
En 1909 año anterior al inicio de la Revolución Mexicana, participó activamente en la fundación de la Cámara de Comercio en Victoria. Entre 1902-1904 en su función de Presidente de la Mesa Directiva, reorganizó la Sociedad Alianza Mutualista Obrera Progresista. Esto lo logró con el apoyo de otras figuras importantes del mutualismo victorense, entre ellos Antonio P. Castro, Cipriano Guerra, Matías Canales, Adalberto J. Argüelles y Ascención Gil gestionó la adquisición del terreno donde actualmente se localiza dicha institución. Autodidacta en Ciencias Naturales, Botánica, Química y Teosofía. Fabricaba en su laboratorio jabones, perfumes, medicamentos, jarabes y otros productos.
Gracias a sus conocimientos y estudios de Química, elaboraba reactivos, ácido cítrico, muriático y sulfúrico; además de alcohol, yodo, licores ajenjo anisado, coñac, vinagre de fresno, conservas de aceitunas, aceite de oliva y de almendras. Sus contemporáneos coincidían que fue una de las personas más ilustradas de su época en Ciudad Victoria y poseía grandes conocimientos de medicina alopática y homeopática.
Al poco tiempo de su sentido fallecimiento acaudillados por el periódico El Heraldo dirigido por E. Morelo Flores, un grupo de ciudadanos notables entre ellos Eduardo Zorrilla, Gil Peña, Fernando Gómez, Matías S. Canales, Enrique Mainero, Carmen Tirado, Isidoro Salazar y Jacobo Martínez por mencionar algunos, propusieron al ayuntamiento la asignación de su nombre a la calle de Puebla o Calle 14 cerca de donde radicó gran parte de su vida. Soltero y sin descendencia falleció de gripa y bronquitis senil a los 89 años de edad, en su residencia de la calle Juárez entre los callejones Puebla y Manuel González hijo. La mayoría de las opiniones vertidas en apoyo a dicha propuesta, ponderaban sus virtudes para merecer tal distinción. Únicamente Gil Peña director de la imprenta del Estado, se opuso a la iniciativa argumentando que: “ ..sería un desaire al Estado y Ciudad cuyo nombre lleva y que traten de cambiar por el de mi estimado y querido amigo D. Antonio Fernández, que merece algo más que llevar su nombre un callejón para honrar su memoria. Lo único que se consigue en estos cambios de nombre, a esta o aquella calle, es hacer más defectuosa y embrollada su nomenclatura.” (Fuentes: Periódico El Heraldo/Julio 19/1931; Periódico Oficial del Gobierno de Tamaulipas/junio/24/1905; agosto 10/1910; enero 14/1911).