Definitivamente, la presencia del famoso Circo Fernandi en una de sus últimas visitas a Victoria, resultó catastrófica. Cosas del destino, la mañana del 7 de septiembre de 1946 cuando apenas había ofrecido varias funciones, su propietario Alberto R. Fernandi Romero, un tapatío ex coronel del ejército mexicano, se sorprendió cuando el jefe policíaco le comunicó una noticia estremecedora.
Dijo el gendarme que un león africano había escapado de su jaula, debido a la falta de alimento y descuido del encargado de los animales que intervenían en el espectáculo del circo. Al día siguiente, la impresionante noticia, apareció a ocho columnas en la primera plana del periódico La Atalaya, dirigido por Herculano Macías: «León que se Escapa y Ataca a una Señora.»
Se trataba de Josefa Hernández, quien salió de su casa muy temprano con el propósito de moler el nixtamal en uno de los establecimientos cercano a su domicilio, en pleno centro. Aquella dama, jamás imaginó que al dejar el molino, en el trayecto a su residencia, estaría a punto de morir en las garras de la famélica bestia que transitaba por los callejones.
Considera el periódico: «Como podemos imaginar, para su desgracia algunos vecinos del circo llevaron fenomenal susto, pero tocó la mala suerte a la señora Hernández encontrarse con el Rey de la Selva, quien se le echó encima causándole tremendos araños y una mordida en la cabeza, desprendiéndole parte del cuero cabelludo. Por fortuna algunas personas se dieron cuenta de esto, arrojando pedradas sobre el león, que dejó a su presa librándose de una muerte segura. Ahora se le atiende en el Hospital.»
Aunque muy reducido en carnes pero sin perder su condición salvaje, el animal constituía un serio riesgo para los vecinos que rondaban a esas horas. Cuando al fin llegaron los policías y observaron el escenario, uno de los agentes descargó su pistola calibre .45 en el cuerpo de la temible fiera, evitando mayores daños. De cualquier manera y debido a su interés, la noticia trascendió en la prensa nacional.
Luego del percance, la compañía abandonó inmediatamente la capital tamaulipeca dispuesta a realizar una nueva gira por otros lugares del territorio mexicano. Para entonces el famoso circo, pionero en incluir camellos en sus funciones, padecía serios problemas financieros que repercutieron en la calidad del espectáculo. Por tanto, suspendió varias giras hacia el interior del país.
Entre las dificultades que atravesaba la empresa, vale mencionar la escases de alimento para leones, caballos, elefantes, changos y otros animales amaestrados. En cambio los artistas recibían bajos salarios y la orquesta los había abandonado. Los trapecistas laboraban a medio sueldo y los payasos entre ellos Tay se declararon en huelga. La única que animaba a su hermano era la amazona Esperanza Fernandi, quien deslumbraba a los espectadores por su destreza al montar finos corceles. En esa época, los circos más famosos que se presentaron en el noreste de México fueron el Beas-Modelo, Argentino, Atayde y Fernandi.
A finales de los años cuarenta después de actuar en El Mante, anunció una nueva temporada en Ciudad Victoria argumentando que la situación mejoraría, porque era una buena plaza para recuperarse de la crisis. Pero las cosas no resultaron como lo había imaginado. Era un hecho que durante su última estancia en Victoria, el Circo Fernandi experimentó el peor aprieto económico desde su fundación en 1922.
Por ejemplo, la asistencia a las funciones fue muy baja y representó un duro golpe, debido a que muchos victorenses no disponían ni siquiera 50 centavos para adquirir un boleto. Ante esta situación, el circo se declaró en quiebra porque era incapaz de sostenerse un día más. Para colmo de males, su propietario tenía pendiente una deuda en la fonda de Joaquín Lee «La Joaquina» sobre alimentación de trapecistas, domadores, pulsadores, acróbatas, tramoyistas y payasos. El restaurante era especialista en milanesas de res con papas y frijoles refritos, localizado en la calle 13 Hidalgo y Juárez a pocos metros donde se instaló el circo la última ocasión.
A consecuencia de la estrechez económica, don Alberto empeñó a Lee un desnutrido y viejo león que a intervalos rugía de hambre desde su jaula. El cocinero oriental aceptó el trato y conmovido por las condiciones del Rey de la Selva, lo donó al Zoológico de Tamatán. Debido al lamentable fracaso del circo, algunos de sus integrantes sin un centavo en la bolsa, decidieron radicar en Ciudad Victoria, donde encontraron gente amistosa que los ayudó. Uno de ellos era el famoso: Carambolio, anunciador y payaso que años más tarde, se convirtió en uno de los rotulistas más conocidos de la localidad, especialista en anuncios para comercios de ropa y abarrotes.