Definitivamente la presencia de mujeres periodistas tamaulipecas durante los siglos XIX y principios del XX, es limitado. Sin embargo, sobre la escritura de poesía en la prensa, existen algunos ejemplos entre ellos Ignacia Padilla de Piña y Julia G. de la Peña de Ballesteros que se mencionan en la «Antología de Poetisas Mexicanas, Siglos XVI, XVII, XVIII Y XIX. Formada por Encargo de la Junta de Señoras Correspondiente de la Exposición de Chicago» de José María Vigil, publicada por la Secretaría de Fomento en 1893.
La primera, era originaria de la Villa de San Carlos, Tam. (1838) y falleció en la capital del país (1912). Fue colaboradora de las revistas Hijas del Anáhuac y Violetas del Anáhuac, donde publicó parte de su trabajo. En tanto de la Peña, quien era nativa de Matamoros (1855), se integró desde muy joven a la redacción de periódicos dirigidos por Guadalupe Mainero, Ireneo Paz y otros intelectuales. Al mismo tiempo colaboró en El Eco de Ambos Mundos de México.
Uno de los primeros periódicos editado por mujeres en Ciudad Victoria fue El Lirio (1888), Semanario de Literatura y Variedades de efímera existencia, del cual no se localizaron ejemplares para consulta. Era dirigido por Dolores G. Barragán y un grupo de damas victorenses, algunas de ellas profesoras: Albertina G. de González, Delfina A. de Ramírez, Luz Enríquez, Hortensia, Consuelo, Oralia y Flora. Al recibir la noticia, El Diario del Hogar expresó: «Felicitamos a la Sociedad de Ciudad Victoria por tener en su seno señoras y señoritas que rinden culto a las letras, y no dudamos que estimulará a ese grupo de inteligencias femeniles a seguir por ese camino en que son más las flores que las espinas.»
Durante las primeras décadas del siglo XX, generalmente el rol de la mujer se concentraba en el hogar y cuidado familiar. Una de las pocas mujeres que se anunciaba en cierto periódico de ese tiempo, era Delfina R. de Del Castillo: «Profesionista en Enfermería. Atención Especial en Partos, Enfermedades de Señoras y de Niños.» Para entonces, gracias a la Escuela Normal de Profesoras creada durante el gobierno de Alejandro Prieto, numerosas féminas abrazaron la profesión de maestras. En el porfiriato el sector femenil de la aristocracia victorense, se involucró en la cultura y asociaciones relacionadas con la beneficencia pública y la iglesia católica. En cambio, otras jugaron un papel importante de enfermeras y soldaderas durante la Revolución Mexicana.
Respecto a las primeras décadas del siglo pasado, se tienen pocas noticias sobre actividades periodísticas femeniles en la capital tamaulipeca. Una de las primeras en incursionar en esta actividad, fue Oralia Mancha. En 1943, fundó la revista Victoria de buen formato y calidad en la impresión de fotografías de personajes del mundo social, empresarial y político. La línea editorial, no oculta sus simpatías hacia los gobernadores Magdaleno Aguilar y Hugo Pedro González. En sus páginas incluía secciones poética, sociales, historia de las legislaturas en Tamaulipas y cultura. Entre sus colaboradoras figuraba el historiador Ciro R. de la Garza.
No está por demás mencionar que en las venas de esta mujer, corrían los genes del periodismo, por ser respectivamente hija y nieta de Lucio director de El Gallito y Melesio Mancha, decano de la prensa estatal quien murió en Matamoros en 1951. En tanto su hermano Arturo -director de la revista Victoria en la segunda época-, a quien se le recuerda por su integridad moral, falleció trágicamente en los sesenta.
Sera hasta abril de 1949, cuando apareció en Victoria el primer periódico dirigido exclusivamente por mujeres. Se trata del semanario La Opinión «Al Servicio de Tamaulipas», dirigido por la profesora María Prisca Báez, originaria de Tula, quien escribía la columna: Personajes, Personas y Personitas. Paralelamente, era dueña de una academia comercial que formaba profesionales para laborar en oficinas y comercios.
La gerente era Olga Villarreal de Porras, quien años más tarde destacaría en periódicos de la localidad. Como Jefe de Redacción figuraba el licenciado Lauro Rendón Valdez, conocido político y masón aspirante a la gubernatura de Tamaulipas. También colaboraban en La Opinión: María Cruz Ruiz, Esteban Núñez y Elvia Villarreal. El contenido del semanario era muy completo. Igual a otros impresos locales, era de tendencia editorial gobiernista que incluía secciones de cocina, deportes, información local, avisos comerciales, notas sociales y opiniones, donde participaba el Teniente Coronel José Guerra y García, sobre la Revolución Mexicana en Tamaulipas.
Una de las columnas -mayo/2/1950-, planteaba el éxodo de victorenses hacia otras ciudades, debido al encarecimiento de la vida, hambre en los hogares y falta de industrias. En aquel tiempo describe a la capital como una ciudad: «Donde la población crece con esa naturalidad del día, y la necesidad se acentúa en un pueblo que se sostiene gran parte por empleos de gobierno, no conocerá bonanzas ni bienestar.»