Tenemos derechos a construir el cuarto orden de gobierno. Es necesario construirlo porque nos servirá para que tengamos bienestar de calidad. Otros le llaman poder ciudadano. Como simples ciudadanos nos conviene acelerar la creación del poder ciudadano. El derecho a organizar el poder ciudadano lo tenemos en el artículo 39 de la constitución federal. Al respecto dice: la soberanía nacional reside esencial y originariamente en el pueblo. Todo poder público dimana del pueblo y se instituye para beneficio de éste. El pueblo tiene en todo tiempo el inalienable derecho de alterar o modificar la forma de su gobierno.
La construcción del poder ciudadano será real cuando en cada colonia, barrio, poblado y fraccionamiento tenga un proyecto común de bienestar general equitativo y que lo reclame mediante la movilización pacífica, bien planeada para que los grupos de poder económico y político entiendan que perderán apoyo electoral si no respetan el poder ciudadano organizado. La organización del poder ciudadano nos garantiza que el cambio sea pacífico y con progreso para todos. De lo contrario, tarde o temprano habrá crisis y quizá la única salida sea la violencia revolucionaria. Esto sería malo para todos porque se afecta la economía y tendrá que reconstruirse y mientras tanto, todos perdemos.
Tenemos que aprender las lecciones de la historia. La historia nos enseña que empobrecer a la población, engañarla, pervertirla con ejemplo de rapiña y abuso e impunidad, solo aumenta la violencia que termina por destruir casi todo.
La historia también nos enseña que la población empobrecida y abusada, pierde confianza en las instituciones y en los partidos. Nos enseña que muchos han seguido el peligroso mensaje que se le envían al empobrecerla y abusarla. El mensaje es: todos son iguales de malos. El camino del éxito es la corrupción, el crimen, el oportunismo, el beneficio personal o de grupo. Con este mensaje todos perdemos. Nadie está seguro y la parte más débil está expuesta a mayor sacrificio. El camino que nos lleve al cambio con bienestar para todos es la revolución de conciencia porque nos garantiza el cambio pacífico a un estado de bienestar general con equidad.
La revolución de conciencia detendrá el proceso de descomposición violento si organizamos el poder ciudadano. La revolución de conciencia implica civilizarnos, humanizarnos. Implica que tenemos que cambiar de modo de actuar y pensar para que no estalle la violencia revolucionaria. No estallará si aprendemos las lecciones de la historia y distribuimos con justicia las utilidades que trabajadores y patrones generan y si los gobiernos administraran con honestidad y eficiencia el dinero de todos.
Si organizamos el poder ciudadano, avanzaremos a un sistema de bienestar como lo han hecho algunos países europeos siguiendo las flexibles reglas de la socialdemocracia. Luego podemos seguir progresando.