Balcón del pensamiento
Alicia Caballero Galindo
Hoy culminan los festejos relacionados con el advenimiento de Jesucristo; durante todo el año se espera esta temporada y cuando llega, pasa como un vendaval dejando tras de sí encuentros, desencuentros, amores que terminan y otros, empiezan. Se recuerda con una dulce nostalgia a los que nos acompañan desde una dimensión superior y que, a veces, hacen presencia de alguna manera. Son tiempos de reflexión, de hacer una retrospectiva y analizar lo aprendido, lo que es necesario cambiar para crecer y plantearse metas realistas alcanzables con esfuerzo propio, sin recurrir a terceras personas. Una de las mayores frustraciones a que se enfrenta el ser humano, es cifrar la consecución de objetivos en el apoyo o la “utilización” de personas o situaciones que les acarreen beneficios.
“Hoy que mi amigo o pariente, llegó a ese puesto, le voy a pedir el trabajo que siempre quise tener”. “Estoy seguro(a)… y siguen las suposiciones fantásticas cimentando el futuro en condicionantes ajenas al esfuerzo personal. Al poco tiempo de intentos fallidos por esa línea, viene las decepciones, el conformismo o el resentimiento, que se vuelca en todas las acciones cotidianas.
El mayor de los errores humanos, es pretender que otras personas resuelvan problemáticas personales y esta postura genera frustraciones que se canalizan equivocadamente la mayoría de las veces.
Es necesario que cada ser humano se valore, confíe en sus potenciales y aprenda a construir su futuro con esfuerzo propio. Respete a sus semejantes y no canalice sus frustraciones en contra de los demás.
Cada ser humano es un universo único, irrepetible y valioso que desempeña una misión específica mientras viva. Todo ser vivo, llega a esta vida con una misión encomendada por la naturaleza, o el Supremo Hacedor del Universo.
En los cursos de Neurolingüística se maneja un eslogan muy sabio: al enfrentarse a un reto, alcanzable con esfuerzo propio, es necesario pensar: “Yo puedo, es fácil, ¡lo voy a logar!”
Está comprobado que, ante un estímulo externo fuerte, el ser humano saca fuerzas de flaqueza y logra cosas increíbles: les comparto un hecho real:
Una joven mujer estaba en su casa sola con su pequeña hija, en la habitación del frente tenía una tiendita de abarrotes a la que entraron dos tipos sospechosos, la amenazaron con arma blanca trataron de asaltarla y ella, víctima del miedo, tomó a su hija, corrió al patio trasero y se subió al techo de su casa con su niña, no había escalera, los tipos en cuestión, tomaron el poco dinero que tenía de las ventas de una mañana, se llevaron algo de mercancía y se fueron. Una vez pasado el peligro, se dio cuenta, que no tenía forma de bajarse y pensó que no supo cómo pudieron subirse ante el peligro. Es claro que la adrenalina y el instinto de conservación, ante el peligro, duplicaron sus fuerzas, lo que indica que, en la cotidianidad, se deben buscar detonadores, para multiplicar la energía y alcanzar, con esfuerzo propio las metas propuestas. El potencial humano es grande, solo falta, ponerlo a trabajar sin esperar que nadie apoye.
La búsqueda de emociones como la felicidad, la paz interior, están dentro de cada ser, y deben buscarse. Los triunfos o fracasos son meramente personales y cuando se toca fondo, solo queda un camino: redoblar fuerzas, levantarse, y alcanzar los objetivos propuestos. El potencial de la mente es infinito, debe ponerse a prueba cada día, visualizar horizontes y emprender con voluntad el camino hasta alcanzarlos.
Les comparto algo que escribí para la ocasión, es inédito:
Aquí estoy
Estoy aquí, y ahora
el reloj, desafiante, no para
me yergo ante el tiempo
¡y acepto el reto!
¡Soy yo en cuerpo y alma!
Me asiste la divinidad
y fui creada para la lucha y el triunfo.
¡Aquí estoy!
Sin esperar nada de nadie
confiando en mí
sin preguntas ni suposiciones.
¿y si caigo? ¡me levanto!
Así.
El pasado es escuela
el futuro, en el horizonte.
Ahora, estoy aquí
la decisión es mía,
hundirme en la mediocridad
o alcanzar el triunfo
está solo en mis manos
mi voluntad
y las fuerzas del universo.