Entre líneas
Daniel Santos Flores.
En 1993 Michael Douglas protagonizó un thriller en el que retrata a un hombre al que toda una cadena de eventos lo hacen perder la razón. Un buen día harto de todo, decide golpear a quien se le ponga enfrente, incendiar, destruir y poner en caos a la ciudad de Los Ángeles. En una escena roba un lanzacohetes y destruye una construcción, en otra más, aterroriza a los comensales de un restaurante de comida rápida solo porque no le quisieron servir un desayuno, asalta una armería en acto según el de defensa de un ciudadano oprimido y, así un sinfín de actos que solo obedecen a una persona fuera de sí y encolerizada.
Bueno, pues más o menos lo que se vive en Tamaulipas con la etapa de enojo y furia con la que se han tomado las últimas decisiones, ahí les van unas cuantas para que sea usted el que juzgue, si lo escrito en está columna esta equivocado:
Voy a dejar de lado lo ocurrido antes del día de la elección, inclusive las malas decisiones tomadas el 5 de junio. Empezaré cuando permitieron que el candidato derrotado hiciera un festejo como si se hubiera ganado, como si hubiera algo que festejar. Solo es cuestión de ver los comentarios en las publicaciones de ese día. Como si la ciudadanía hubiera estado atada de manos y ese día fueron liberados. La gente se dejó caer, se acabaron los apoyos y hasta audios de gente llorando circularon por whatsapp. Hay mil formas de cómo enfrentar esa situación de forma digna y no lo hicieron
Sigamos con el episodio mas embarazoso de esta etapa de furia; no reconocer el triunfo aun cuando la constancia de mayoría fue emitida por la misma autoridad electoral que le dio el triunfo a el en el 2016. Si la misma que validó y con su firma aseguró que el triunfo, era legítimo. Entiendo que es parte del guion, del compromiso que tiene principalmente con su ego, después con sus socios, y al final con sus seguidores, pero pasar a la historia como el único que no se comportó a la altura, eso si es de pensarse.
Ya no sé cuál de todos es el episodio más desesperado, el que fue la decisión más visceral, el que en un momento de cólera se decidió, pero indudablemente el de la toma armada del congreso por parte de elementos de la policía y de agentes encubiertos es histórico. Ese día no se recordará cuando la bancada morenista encadenó el pleno, o cuando decidió romper el quórum y reventar la sesión, sino precisamente cuando el pueblo acudió al recinto legislativo y en una clara orden superior decidieron reprimirlos si era necesario. ¿Qué acaso creen que el congreso es de su propiedad y que lo pueden poner como una más de sus pertenencias?
Apenas el viernes pasado, se dio otra rueda de prensa, pero ahora en la ciudad de Tampico; desde ahí se recitó un: “de ninguna manera hemos llegado al final del camino…” Me pregunto yo, ¿siguen creyendo que la gente voto en contra porque los quería, o cómo?. Cabe destacar que entre estos actos hubo muchos más, no menos importantes, pero que por falta de espacio no se pueden poner en esta columna.
La película de la que hablaba al principio lleva por nombre original “Falling Down” y, digo original porque es una producción estadounidense; esto se puede traducir más como “declive” o “caer en picada”, aunque en sí la traducción literal es: cayendo. De todas formas, esto no es más que el ejemplo más descriptivo de lo que con sus acciones, el que aun gobierna el estado, hace mas evidente. Decisiones viscerales, rompimiento de la ley, del orden público y un sinnúmero de acciones que nadie en su war room se atreve a contradecir. Una era de furia es lo que menos quieren los tamaulipecos, y así se los dejaron claro el 5 de junio pasado. Igual como en la película, el protagonista parece no darse cuenta de lo que pasa a su alrededor.
Reenviado
Arturo Tres Gutiérrez sueña con ser coordinador estatal del partido naranja. Se necesita más que querer; se necesita talento, agallas y mas talento. Algo de lo que Don Gustavo puede presumir que en eso se saca un diez.