Son una fuerza laboral de 2.2 millones de personas dedicadas al trabajo en el hogar, el 91% de ellas mujeres, sin embargo, son sistemáticamente invisibilizadas y vulneradas, y para muchos empleadores, en su mayoría de clases medias y altas, son “servidumbre”.
Esa concepción es la que ha provocado que carezcan de salarios justos —en ocasiones incluso de pago alguno—, contrato, prestaciones, seguridad social o liquidación, en suma, de certeza laboral.
La Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE) del INEGI estimó que, al cierre del 2021, el 76% de las mujeres con este trabajo no tenían acceso a las prestaciones de Ley.
Durante la pandemia 300 mil mujeres que se dedicaban a estas actividades perdieron su trabajo, su única fuente de ingresos, y la gran mayoría no tuvo acceso a un finiquito. Si tomamos en cuenta que el salario promedio es de 3 mil 200 pesos mensuales, su situación frente a la crisis fue de desamparo. Muchas más fueron obligadas a permanecer encerradas “para evitar contagios”.
En conjunto, situaciones que reúnen características de la Trata de Personas en sus modalidades de explotación laboral o servidumbre, que es urgente visibilizar y atender y que fueron reveladas en testimonios contenidos en el reporte “Trabajadoras del hogar, confinamiento obligatorio y riesgo de Trata”, elaborado por el Consejo Ciudadano, que también presentó una denuncia en la Fiscalía del Estado de México ante la posibilidad de que una mujer adulta mayor sea víctima.
Este 30 de marzo se conmemoró en Día Internacional de las Trabajadoras del Hogar, una oportunidad para reivindicar su derecho a una remuneración justa, un contrato laboral y prestaciones. El INEGI calcula que 95% carece de acceso a instituciones de salud.
Desde la ciudadanía es momento de construir y respaldar iniciativas como la del Centro de Apoyo y Capacitación para Empleadas del Hogar (CACEH), dirigida por Marcelina Bautista, que recientemente presentó la Cooperativa para el Desarrollo Integral de las Personas Trabajadoras del Hogar, que buscará mediar la relación laboral y capacitar a las mujeres.
Desde las autoridades hay indicadores de cambio. Según cifras del Instituto Mexicano del Seguro Social, para febrero de este año, 43 mil 823 personas trabajadoras del hogar fueron afiliadas al programa piloto, en el que la Ciudad de México encabeza la lista de las entidades con más inscripciones: 5 mil 169 mujeres y mil 674 hombres.
Desde los empleadores es momento de transformar la forma de pensar y reconocer el trabajo doméstico con el valor que merece. Y poner en la agenda nacional el tema.
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