Alicia Caballero Galindo
Doña Beregonia Pérez de Ibargüengoitia, era una modista de “catego”; estuvo casada con don Ptolomeo Ibargüengoitia, un rico inversionista de la Bolsa de Valores que, por sus malas decisiones, se vino abajo su capital y quedó en la ruina, sus errores le costaron la vida, porque se murió de un ataque cardiaco, fulminante. Doña Beregonia, salió de su natal Tequisquiapan a muy corta edad, pues se casó con él, solo estudió preparatoria y aprendió corte y confección en una academia de su ciudad, apenas terminó sus estudios en l academia cuando conoció a Ptolomeo. Se casó a los 18 años con un hombre viudo y le doblaba la edad, él se enamoró de ella, cuando la vio sentada en una banca de la plaza sola, degustando un helado, la abordó, ella le sonrió con agrado, el hombre le pareció interesante y ella deseaba salir de su pueblo, cuando supo que era rico, mmmm más le gustó el asunto y así comenzó todo. Durante su vida de casada viajó mucho y aprendió de modas en distintos lugares de Europa y EEUU, pero poco le duró el gusto, al morir su esposo, vendió los pocos bienes que le quedaron y regresó a su pueblo después de diez años de vivir en los cuernos de la luna. Al volver todos los que la conocieron, la admiraban y la consideraban “una mujer importante”, ella se sentía bien; el haber alternado con personas de las altas esferas económicas la hizo creer que había aprendido mucho del mundo y la cultura. Era la consejera de muchas gentes incautas, sobre todo mujeres, que acudían a ella en busca de sus servicios, dicen que “en tierra de ciegos, el tuerto es rey”. Así estaba la situación en el barrio donde vivía. Como modista era buena, ¡ahhh! pero en eso de dar buenos consejos…Mmmmmm tenía sus “asegunes”, ella, en sus días de gloria, escuchaba hablar a personas con estudios y escuchaba palabras que le parecían elegantes y propias, las aplicaba a discreción y ¡Bueno! les voy a contar lo que pasó el día que Margarita, la maestra de la escuela primaria del barrio, llegó a su taller guiada por su prestigio, para que le confeccionara un vestido de noche.
-Buenas tardes, me recomendaron su trabajo y quisiera que me confeccionara un vestido de noche con una tela que me mandó regalar una amiga que vive en París, a decir de ella, muy exclusiva, en nuestro país no se consigue.
Beregonia, esbozó una sonrisa de oreja a oreja y casi puso los ojos en blanco de emoción, ya tenía más de diez años en ese barrio confeccionando ropa de mujer “con estilos europeos” Al menos eso decía porque desde sus días de gloria, no ha salido del lugar, pero eso sí, veía tooodos los programas televisivos de moda europea y se consideraba “al día”.
-Buenas tardes Maestra, la estaba esperando, deseo dejarla satisfecha con mi trabajo, siéntese un momento y le muestro algunos modelos. Por favor permítame ver su tela para hacerle algunas sugerencias. Al sentir la suavidad del lienzo en color verde pistache, la acarició y se dirigió a un viejo estante, sacando un catálogo al que le sopló el polvo disimuladamente, al parecer, tenía mucho tiempo guardado, se sentó junto a la maestra y empezaron a hojearlo.
Se detuvo en un modelo de amplia falda y un chaquetín escotado con vuelos en las mangas y exclamó:
-Este modelo me parece bello, ¿le gusta maestra? es adecuado para su tela, las mangas pueden hacerse con delicado “trapeado” tomando la tela en diagonal, y quedaría muy original
La maestra, conteniendo la risa le dice:
-Tal vez quiso decir drapeado
La modista un tanto indignada porque no estaba acostumbrada a que la contradijeran le dice:
-¡Ahh pues sí!, eso es lo que le quiero decir.
-Oiga doña Beregonia, ¿y si la falda la hace con la tela drapeada también? La tela es vaporosa, se vería bien.
Bergonia con aire de suficiencia responde parpadeando con rapidez:
Si las mangas se hacen “trapeadas”, sería una “rebuznancia” hacer la falda igual, ¡no! No quedaría bien.
La maestra, pensativa, trata de entender su expresión y a punto de reír pregunta:
-Explíqueme lo de la rebuznancia no lo entiendo
La modista de por sí molesta responde con cierto retintín:
-Quiero decir que trapeada la manga y trapeada en la falda es mucha repetición maestra, no se hace así, pues. Usted, aunque sea maestra, es “indiorante” en esto de la moda. Mire la “tesitura” de la tela se presta para cualquier moda, pero debe hacerse con gusto para que, al ponerse el vestido usted se vea “cósmica”
-Creo que no la entiendo, ¿como traje del espacio? ¿qué quiere decir?
-¡Ay, ni parece maestra!, quiero decir distinguida, elegante.
Margarita, conteniéndose para no reír le dice:
-¿Quiere decir conspicua?
-¡Ahhh pues sí, por fin entiende!, ¡ya me desesperó! y me estoy poniendo “rubicunda”, llena de coraje con sus cosas, maestra. Le tomo sus medidas y deje de mi cuenta el vestido, y usted, váyase a enseñar a la escuela, yo tengo “agricultura”, mi “ciervo” cultural es amplio y aquí en mi barrio, ¡todos me entienden! El vestido, le va a gustar, eso, ¡es seguro!