¿Que me hubiera gustado que mi hermana fuese destacada escritora? Confieso que sí, pero, también confieso que, aunque tuviera los conocimientos necesarios, carecía de certidumbre ideológica. (Cosa que desde mi perspectiva es imprescindible aunque no sepa qué significa. Ja).
A la hermana del nepotismo del gober, la miré por vez primera en un mitin de la maestra Magdalena Peraza.
Caía la tarde demasiado lentamente cuando mi acompañante la señaló: esa diligente señora que ves allá sin saber qué hacer es la hermanita del futuromero-mero estatal. Estábamos en la polvosa plaza Dieciocho, sí, en la Doslíneas. Tuve la impresión de que la señora no supo de la existencia de este cuadrángulo porteño hasta ese momento.
Aquella lejana tarde, es posible que la señora no supiera dónde estaba, ¿qué estaba haciendo allí?… Pero sí que sabía a dónde iba a llegar: la presidencia municipal.
Todo es cuestión de paciencia, ¿o no?
«Primero la presidencia, hermanita; luego la diputación federal»; seguro dijo el médico en una hogareña cena. Salud. «Ay, Meri, pero ¿de veras crees que yo sirva para eso, manito?» respondió modestipúdica la interfecta, supongo. Salud.
Más antes, en una reunión en uno de los estados del noroeste, el imbécil Mario Delgado, indebidamente anticipó un destape: «Y está con nosotros el Dr. Américo, a quien estamos preparando para futura tarea…»
Eso fue un destape inapropiado y más por los momentos álgidos que vivía el estado de Victoria. No mamen. El doctor, canas en las sienes y negro copete, saludó sonriente al respetable. Y, otra vez. ¿Acaso no podemos dejar de ser panpriístas?
Aún gobernaba mi siempre admirado López Obrador quien, a la menor provocación, enumeraba las virtudes del doctor (Y subrayo: yo de la palabra de AMLO, no dudo).
Entonces ¿para qué adelantar y, luego, para qué permitir que su hermana fuera alcaldesa del puerto cuando tanto se había hablado contra el nepotismo? Misterio insondable.
Luego viene Claudia, presidenta, al sur de nuestro entrañable estado de Victoria y la alcaldesa prácticamente no aparece en los eventos públicos que encabeza aquella. ¿El gober fue cauto/ipúdico o Claudia dijo al doctor: “Por favor, no me evidencies…?”
Otro misterio insondable en tiempos que suponemos ya de transparencia.
El partido, Morena, debe cuidarse solo. Tiene su estructura, su disciplina, sus políticos brillantes -y sus no tanto-… (Aunque a Luisa María Alcalde, su dirigente, sobrada de simpatía pareciera faltarle colmillo… o vigor).
Pero los millones y millones que creemos en la Cuarta Transformación, que no buscamos puestos ni en la estructura partidista ni en los gobiernos, debemos cuidar, día a día, el Movimiento Morena. Estar AlertA.
Sí, con A. Al principio y al final. Es la tarea que nos dejó López Obrador. Él cumplió.
Cumplámosle.