El gobernador de Tamaulipas, Francisco García Cabeza de Vaca, ha creado diversas oficinas para fiscalizar, perseguir, indagar y controlar; algunas de estas son réplicas de las dependencias existentes en el gobierno federal.
La Fiscalía Especializada en Combate a la Corrupción es una de estas entidades creadas por Cabeza de Vaca, similares a la que ya existían en el gobierno central.
Para manejar esta dependencia de reciente creación, fue contratado un personaje menor, un abogado discreto, desconocido fuera de la capital, con una trayectoria laboral rabona, de poco lustre.
El Fiscal Anticorrupción de Tamaulipas es el abogado Javier Castro Ormaechea. En su currículum se registra una larga trayectoria como cobrador, de Bancomer de 1992 a 2014 y de Fomicro de 2004 a 2016.
Sin contar la chamba de cobrador de Fomicro, en la que no sabemos si también cobraba el alquiler de la motocicleta, Javier Castro solo ha desempeñado cargos en el servicio público con Cabeza de Vaca. El sexenio panista lo inició como Director de Averiguaciones Previas en la Procuraduría General de Justicia del Estado y posteriormente asumió la jefatura de la Fiscalía Anticorrupción.
A juzgar por los nulos resultados que ha dado esta Fiscalía Anticorrupción, desde la perspectiva de casos resueltos, funcionarios en activo o ex funcionarios detenidos o procesados, y recursos recuperados, entre otros indicadores, parece que para lo único que ha servido la oficina a cargo del Cobrador Castro Ormaechea, es precisamente para lo que ha hecho el fiscal por muchos años: para cobrar, para recuperar carteras vencidas, para exprimir los bolsillos y las cuentas bancarias de los vivales que no quieren pagar, para provocar el «vomito negro», para que devuelvan el «clavo».
El asunto es que la «cartera vencida» que encargaron recuperar a Castro Ormaechea, no se reintegra al erario, no ingresa a las arcas estatales.
Trasciende que Javier Castro tiene las horas contadas en la oficina anticorrupción, en la que sigue haciendo lo que sabe hacer: cobrar. Cobrar su salario, y también cobrar o hacer que paguen los que tomaron recursos ajenos.
Para conservar la chamba, Castro Ormaechea debe aclarar satisfactoriamente un asunto relacionado con un reloj muy costoso, un Rolex, que no aparece.
Los enterados afirman que ese reloj marca las horas que le quedan a Javier Castro, para treparse nuevamente a la motocicleta y reanudar su vida de abonero y cobrador.
El reloj y un atraco a un radiólogo, son dos pequeñas muestras de las habilidades de Javier Castro Ormaechea para la Cobranza al estilo Chino.