A cien años de su asesinato en Tlaxcalantongo, Puebla, Venustiano Carranza (1920-2020) es una de las figuras más recordadas de la Revolución Mexicana.

El caudillo coahuilense tuvo especial predilección por Tamaulipas, porque aquí encontró correligionarios que se mantuvieron fieles desde los inicios de la lucha constitucionalista. En compensación, los gratificó como comandantes y gobernadores en diferentes estados. Por ejemplo: Luis Caballero, César López de Lara, Gregorio, Andrés y Carlos Osuna, Pablo Villanueva San Miguel y otros. En el caso de Alberto Carrera Torres, decidió cambiarse al bando vilista.

Vale decir que la triunfal campaña militar del carrancismo en Tamaulipas, representó un acontecimiento de enorme importancia. Sobre todo porque los rebeldes constitucionalistas, se posesionaron de algunos puntos estratégicos para sus operaciones de guerra: Tampico, Matamoros, Nuevo Laredo y Ciudad Victoria. El Primer Jefe Venustiano Carranza, sabía de la importancia económica de estas localidades donde mantenía el control.
Una vez derrotado el huertismo y los convencionistas, en la primera oportunidad realizó un breve recorrido para establecer contacto directo con los comandantes militares y jefes políticos de esos lugares, entre ellos Luis Caballero, César López de Lara y Gregorio Osuna. El 12 de octubre de 1915, llegó a Tampico en el cañonero Bravo. En este primer punto de su itinerario, fue recibido jubilosamente en las calles, mientras los huéspedes del Hotel Palacio, lo vitoreaban desde los balcones. Por su parte el gobernador general Luis Caballero, Álvaro Obregón y un grupo de empresarios petroleros norteamericanos le ofrecieron un banquete.

El 14 de octubre se trasladó a Ciudad Victoria en el tren dorado, donde viajababa acompañado de su esposa Virginia Salinas, poco atractiva físicamente, el Estado Mayor y algunos colaboradores.
El periódico El Contemporáneo público la noticia ese día «El C. Primer Jefe entre Nosotros. El pueblo muestra su adhesión y simpatía con un Cariñoso Recibimiento en la Estación.»
Su estancia en la capital de Tamaulipas fue solamente de tránsito. En la estación del ferrocarril bajó a saludar a sus correligionarios, quienes por la mañana le ofrecieron un banquete en el restaurante del lugar, donde ofrecían muy buen cabrito guisado.
Afuera, la muchedumbre curiosa encabezada por los jefes militares, maestros entre ellos Lauro Aguirre, el alcalde Jesús Cárdenas y hacendados, hacía lo imposible por conocer y saludar al ilustre personaje. Ese mismo día por la tarde, sin ningún incidente partió a Monterrey, Nuevo León y Saltillo, Coahuila, donde estuvo pendiente de la compra de carabinas y parque entregados en San Antonio, Texas al general Zuazua.
En noviembre abandonó las bajas temperaturas y viñedos de su solar nativo y llegó a Nuevo Laredo el 23. Dos años antes, esta ciudad fue atacada por su hermano Jesús. En la línea divisoria del Puente Internacional, acompañado por su Estado Mayor, sostuvo un encuentro con el gobernador texano James Ferguson, quien lo acompañó en un vehículo convertible al centro de la ciudad. En una serie de imágenes del fotógrafo José Mendoza, aparece Carranza en la boda del general Fortunato Zuazua, mientras en el banquete se encuentra acompañado por los generales Álvaro Obregón y Luis Caballero. Probablemente esa ocasión estuvo abordado por la periodista Jovita Idar y Leonor Villegas de Magnón, fundadora de la Cruz Blanca Neutral Constitucionalista. Los Carranza tenían inversiones económicas en una agencia cervecera que cubría el mercado, desde Nuevo Laredo a Piedras Negras.
Sin lugar a dudas, el punto más importante de la gira de Carranza fue Matamoros. Desde 1913, la presencia del movimiento revolucionario constitucionalista en este lugar, atrajo la atención del resto del país. Durante la Guerra Civil de Estados Unidos, se convirtió en uno de los principales lugares para la exportación de pieles y algodón a diferentes partes del mundo. Bajo la inercia del auge económico, a principios del siglo XX, dicha ciudad representaba uno de los bastiones estratégicos del noreste mexicano.
Las recaudaciones económicas aduanales, inversiones extranjeras en haciendas o compañías agrícolas de La Sauteña; el ferrocarril, pero sobre todo tráfico de armas, parque y ganado entre Estados Unidos y México, la convirtieron en manzana de la discordia entre huertistas y carrancistas. Finalmente, el poder militar de Lucio Blanco se impuso a los federales, quienes evacuaron el territorio, luego de la batalla celebrada a principios junio de 1913.
En cualquier caso, los comerciantes, viajeros y propietarios de ranchos ganaderos, se vieron obligados a tratar con los responsables de la plaza militar: Lucio Blanco, Emiliano P. Nafarrate, Pablo González y Alfredo Ricaut, entre otros. Por ello el norteamericano F. E. Schreck Jr. solicitó a Carranza, autorización para exportar dos mil reses a los Estados Unidos. Al mismo tiempo pidió una rebaja por el pago de derecho de cada una de ellas.
En 1914, los ingresos en Tamaulipas por la producción de ixtle, piloncillo y maíz, ascendían a dos millones, cien mil pesos. En tanto los principales terratenientes de la jurisidicción de Matamoros, eran: Amado Gómez, Antonio Longoria, Antonio Echazarreta, Crisóforo Guerra, Feliciana F. de Cárdenas, Gregorio de Saro, José Fernández y Luisa C. de Wilbbur, entre otros, quienes acaparaban grandes extensiones de tierras de cultivo y agostadero.
Meses después del frustrado ataque villista a Matamoros, don Venustiano llegó por ferrocarril a esta población, el 28 de noviembre. En ese tiempo, fue ampliamente agasajado por la sociedad matamorense, encabezada por el presidente municipal Alejandro López, impuesto en ese cargo por el general Luis Caballero. Visitó el hospital, saludó al cuerpo médico y enfermeras. Convivió en el cuartel militar donde se encontraban las tropas leales a su causa y sostuvo un encuentro con comerciantes. Mientras tanto, su esposa Virginia y Carlota Miller Riojas, cónyuge del general Pablo González repartieron alimentos a los niños.
Dice Rosaura Dávila: “Los edificios de la ciudad estaban cubiertos con los colores de la bandera y una gran cantidad de arcos…con flores de papel y palmas naturales. Realizaron el trayecto a pie ya que don Venustiano se negó a hacerlo en automóvil, iban acompañándolo el general Luis Caballero…el general Cándido Aguilar. Caminaron por la calle Diez, desde la estación hasta Abasolo, después la calle Sexta hasta el palacio municipal…el señor Carranza desde el balcón, agradeció el entusiasmo manifestado…”
Sin embargo, lo más relevante de su visita, lo constituye el famoso discurso que pronunció el 29 de noviembre, que habría de dar sustento a la Doctrina Carranza. Al dirigirse con gratitud al pueblo de la heroica Matamoros, hizo un recuento histórico de la lucha revolucionaria en México y sobre las consecuencias de la guerra en el desequilibrio económico del país. En la Revolución, decía, “…existe algo más, más importante; no es sólo repartir tierras, no es abrir escuelas, son muchos los problemas que hay que resolver.”
Ante el titubeo de los Estados Unidos por reconocer su gobierno, en plena frontera Carranza asumió una posición nacionalista: “Ya es tiempo que la América Latina sepa que nosotros hemos ganado con la lucha interior el restablecimiento de la justicia y el derecho, y que esta lucha servirá de ejemplo para que esos pueblos formen su soberanías, su instituciones y la libertad de sus ciudadanos. La lucha nuestra será el comienzo de una lucha universal que de paso a una era de justicia en que se establezca el principio de respeto que los pueblos grandes deben tener por los pueblos débiles….no más bayonetas, no más cañones, ni más acorazados para ir detrás de un hombre que por mercantilismo va a buscar fortuna y a explotar la riqueza de otros países, y que cree tener más garantías que cualquiera de los ciudadanos de su país que trabajan honradamente.”
Finalmente, el 30 por la mañana, acudió a las inmediaciones del puente internacional entre Brownsville y Matamoros, para entrevistarse durante media hora con el coronel y comandante de caballería Augusto Brockson. Por la tarde, abordó nuevamente con su comitiva el ferrocarril que lo conduciría de regreso a la ciudad de México. Los matamorenses lo despidieron con el mismo entusiasmo como lo recibieron.