Tal parece que el presidente municipal de Altamira, que ya lleva cuatro años en el cargo, no leyó el instructivo para ser presidente, la guía básica, el documento rector de esa institución, el manual del presidente, y tal vez ni sepa que ese carácter y valor tienen el artículo 115 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos y el Código Municipal para el Estado de Tamaulipas.
Puede ser por ignorancia o por falta de criterio, que Armando Martínez trae cuatrapeadas las prioridades y por eso es que se ocupa de tareas que no le competen, descuidando las que la ley le asigna en forma único o preponderante al gobierno municipal.
El asunto que en primer lugar se enlista en las tareas que son competencia del gobierno municipal según el 115 constitucional, es el suministro de agua potable y la gestión de las aguas residuales, pero eso no le importa al alcalde altamirense que se ha ocupado de bastantes asuntos que no son de su incumbencia, mientras los colonos sufren por la falta de agua.
El reclamo airado que le hicieron en estos días los vecinos, por el incumplimiento del presidente municipal en la principal tarea que debería atender, el suministro de agua, pone en contexto las actividades que ha realizado y que no son de su responsabilidad, aunque de cualquier forma dedique tiempo, dinero y trabajo del gobierno municipal.
El dragado de la laguna, para justificar la compra de una draga de cuarenta millones de pesos. La rehabilitación de tramos carreteros que cruzan por el municipio, mientras las calles en las colonias populares están en pésimo estado. La rehabilitación de un estadio de fútbol para el espectáculo y el negocio y no para la práctica del deporte. Los múltiples viajes con todo y familia al extranjero para… su disfrute y nada más. La celebración de conferencias de prensa “mañaneras” con un esquema que solo atiende el culto a la personalidad y no permite la crítica ni la retroalimentación. La organización de múltiples festejos populares y religiosos, a cuenta del erario municipal.
Todo el glamour de su administración, todo eso de lo que nos ha venido presumiendo el alcalde de Altamira, se mostró como derroche irresponsable en las palabras de los vecinos que, en forma enérgica, incluyendo groserías, le reclamaron a su presidente por tener varios días sin agua en las tuberías.
Alguien debería de obsequiarle el 115 de la Constitución y un ejemplar del Código Municipal para el Estado de Tamaulipas, al bufón de Altamira que se ostenta como doctor en Administración.
(OD/AM)