El 1 de junio finalmente se llevará a cabo la elección del Poder Judicial en México. Los mexicanos podremos votar para elegir a jueces, magistrados y ministros del Poder Judicial. Todo suena como un gran paso hacia la democratización de la justicia. Pero, si salimos a la calle o navegamos unos minutos en redes sociales, nos encontramos con una realidad muy distinta: la mayoría de la gente no tiene idea de a quién va a elegir.
Y esto no es una percepción sin fundamento. De acuerdo con una encuesta realizada durante este mes de mayo a 1,214 personas en México por la empresa Enkoll, el 86 % de los mexicanos está enterado de que habrá una elección judicial (eso es magnífico), pero solo el 48 % sabe la fecha exacta. Un dato más alarmante es que el 77 % no conoce a los candidatos por los que va a votar. Es decir, la mayoría está consciente de que se votará, pero no está informada sobre cómo ni por quién.
Esta falta de información también se refleja en redes sociales, donde miles de usuarios expresan dudas sobre el proceso. Y aquí vale la pena analizar que el contexto de esta conversación es consecuencia de que la autoridad electoral fue la gran ausente al momento de explicar el proceso, lo cual ha provocado un ambiente de confusión más que de participación.
El sentimiento general de la opinión pública es de escepticismo, porque la mayoría expresa preocupación. Hay dudas sobre si realmente este modelo fortalecerá la justicia o si terminará politizándola aún más. Las críticas se centran no tanto en el fondo de la propuesta, sino en la forma: se está convocando al voto sin brindar la información necesaria para ejercerlo de manera consciente.
Además, esta elección le costará a México 13 mil millones de pesos, y si la participación es tan baja como se proyecta (entre el 8 % y el 23 %, según estimaciones), el costo-beneficio será muy difícil de justificar.
La elección judicial mexicana no ha pasado desapercibida para el mundo, pues varios medios internacionales han puesto atención al proceso, y sus opiniones han sido en general de cautela, pero también de incertidumbre.
The Financial Times prácticamente calificó la elección como un “experimento kafkiano”; en palabras más certeras, se trata de una elección que luce democrática por fuera, pero que en la práctica podría sentirse confusa y sin verdadero control por parte del votante.
Reuters abordó el tema alertando sobre un posible riesgo de intervención del crimen organizado en las campañas de candidatos locales, cosa que —a decir verdad— pudiera no estar tan lejos de la realidad, sobre todo en estados de la República donde esta práctica, en otros niveles del poder, es común.
El País, de España, ha destacado la desconexión entre la intención del voto popular y el bajo nivel de conocimiento de los votantes sobre los perfiles a elegir. De hecho, fue el medio que sacó al público la encuesta de Enkoll que citamos al inicio.
La percepción internacional es que México está entrando en una etapa delicada, con una reforma que busca más democracia, pero que ha sido manejada con poca transparencia, información y controles, lo que podría derivar en una mayor fragilidad institucional.
La elección judicial pudo haber sido una gran oportunidad para fomentar un Poder Judicial más transparente y cercano a la gente. Pero, sin información suficiente, sin tiempo para el análisis público y con una ciudadanía poco familiarizada con el proceso, el riesgo de que se convierta en un trámite caro y simbólico más que en un verdadero ejercicio democrático es posible.
Estamos por votar, pero sin saber por quién.
Nos leemos la próxima.
(JB/AM)