En México se estima que 3.7 millones de niños trabajan, más de la mitad de ellos en labores prohibidas para su edad, los datos son del Instituto Nacional de Estadística e Informática, el INEGI, y eso significa que uno de cada 10 menores tiene que salir a la calle a fregarle para poder comer.
Obvio, esa misma cantidad se encuentra en condiciones vulnerables, a merced de la delincuencia y en la inmensa mayoría de los casos no van a la escuela, el problema no es otro que la pobreza, el mismo organismo detalla que el 53.9 por ciento de los menores de 17 años vive en la pobreza, poco más de 20 millones y los datos, por lo menos hasta el 2022, detallaban que el sistema educativo registraba más de un millón de niños que dejaron la escuela cada año, lo que significa que se condenan a seguir pobres y también a tener menos oportunidades.
Hay datos todavía más crueles, que se antojan imposibles de resolver, menos porque los legisladores lo intentan hacer con una foto de cuando eran infantes, con una piñata, con regalos y dulces, olvidándose de ponerlos en la parte central de su quehacer en las leyes, en tratar de modificarlas para decirnos como habrán de acabar con el trabajo infantil, con la pobreza en la que viven, con la deserción escolar, para empezar.
La verdad es que la vida para los menores en México es cruel, ateniéndonos a los datos expuestos, que son oficiales y significa pueden ser muy conservadores, tendremos que detallar que uno de cada tres niños trabaja sin recibir nada o casi nada, ni sueldo fijo tienen, sino que viven la caridad de la gente y en ocasiones son víctimas de abuso.
Y en las estadísticas van implicados nuestros niños y nuestras niñas (30 por ciento de los casos), ellas todavía más expuestas e indefensas, está comprobado que corren más riesgos ya que en algunas ocasiones las violentan o explotan hasta sexualmente.
Le insisto, las cosas no van a cambiar porque nuestro Senador o diputado salieron bien bonitos en sus fotos de estudio cuando eran bebés o niños fifis, es hora que entiendan que se debe hacer algo más por la felicidad de la infancia, corregir leyes, obligar a que se apliquen las existentes creando medidas idóneas para ello.
Es una realidad que los gobiernos ya no son como antes, que intentan, por obligación o convicción, atender a los niños con desayunos escolares, entrega de Tablet, dotación de internet, con escuelas gratuitas, pero también es verdad, lo vimos en el Congreso de Tamaulipas con el parlamento infantil, que muchos de ellos siguen con el temor de no poder terminar sus estudios, los que viven en la zona rural, de que estos sean inútiles o tengan que abandonar a sus familias para ejercer una profesión en sus terruños.
Con esos datos y esas expectativas es como celebramos otro Día del Niño en México, seguro habrá fiesta porque la inocencia no conoce de pobreza, conoce de la necesidad de comer, de sonreír, de tener amor, aunque con la forma como gobernaron muchos políticos (y el accionar de la delincuencia) también se les enseñó a odiar, a sentir rencor e incluso a que eso de andarse matando también era cosa de ellos.
Sin ser casualidad, luego del festejo a los niños les llega el 1 de mayo para festejar el Día del Trabajo, otro motivo para llorar ante las condiciones que vivimos, entre abril y mayo los mexicanos, los tamaulipecos, tenemos dos días para reflexionar, primero para preguntarnos, como en aquella vieja canción de Joaquín Sabina, quien se ha robado nuestro mes de abril, quien se ha llevado nuestra niñez para ponerla a trabajar, pedir dinero o adherirse a la delincuencia, luego preguntarnos qué hacemos los padres de familia por remediar el problema, qué hacen los sindicatos, qué hacemos los propios trabajadores para seguir mejorando, lo más importante, que hacen los legisladores.
Por eso es que tenemos que aplaudir los festejos de organizaciones civiles y públicas para los niños, nuestra niñez merece tener un día feliz, y créalo, lo que invierten casi todos ellos en estas fiestas es dinero de todos nosotros que se aplica correctamente para apaciguar la tormentosa vida que llevan, así que también tienen derecho a disfrutarlo.
Cierto, con un día de felicidad no cambia el panorama, pero si puede ser un descanso a su cuerpo, a su mente que cada que sale a la calle piensa en balazos y tragedias.
Insisto, es un día para la reflexión, y como siempre, para tratar de empezar de nuevo y no permitir que nos sigan robando nuestro mes de abril, para hacerle saber a los políticos que nuestros niños, nuestras niñas, lamentablemente hoy se mueven entre la necesidad de trabajar y la pobreza, peor aún, que ninguno de ellos, de los que pretenden tener poder, presupuesto y gobernar, ha dicho que hará para empezar a remediarlo, parece que no saben, o parece que no quieren, en ambos casos solo queda una realidad, pobres niños…
(MV/AM)