Por: Marco Antonio Vázquez Villanueva
Para quienes dudaban que el Partido Revolucionario Institucional está políticamente muerto bien vale la pena detallarles que el pasado 4 de marzo llegó a los 96 años sin que nadie aplauda tal proeza, es más, parece que ya muy pocos están dispuestos a presenciar su funeral.
Al PRI le pesan los años, está deteriorado, falto de credibilidad, invadido por corruptos, transas, gandallas y, lo más triste, en sus filas cuenta con muy poca gente decente, trabajadora y con visión de gobierno, peor aún, casi ninguno de ellos o ellas ocupa cargos de poder.
Se ve viejo el tricolor, tan viejo que ya ni siquiera pudo poner sangre de su sangre como candidato a la presidencia de la República en los dos pasados procesos electorales para la presidencia de la República, tan viejo que sus dueños, porque parece empresa particular, siguen con sus frases anquilosadas, para desgracia de su militancia, pronunciadas sin convicción ni fuerza.
En el colmo de los males, los priístas siguen imitando a los borregos, parecen no darse cuenta que sus liderazgos son de lo más odiado y los siguen, los vitorean delante de la nación, lo hacen con todo y que conocen que se vive en un México con hambre y sed de justicia, un país donde hay un enojo por la impunidad y la corrupción, la violencia y la inseguridad que representan muchos de sus senadores, diputados, hasta el mismo Alejandro Moreno que es su presidente nacional, a él se le acusa de todo y tan campante se perpetuó en la dirigencia de ese partido sin que nadie tuviera fuerza para quitarlo, es más, con la complacencia de muchos de ellos.
Ese es el PRI, un partido que cumplió 96 años y que, efectivamente, está muy viejo, sus seguidores ni siquiera pudieron organizarle un evento a la altura, en Tamaulipas, por ejemplo, ni se acordaron, no que se sepa.
Ya no se logró recuperar el tricolor del golpe que le dio el PAN, ahora menos posibilidades se le ven con Morena, es un organismo pasado de moda, con propuestas tan bonitas que la gente sabe no pueden ser ciertas, menos viniendo de políticos que son en gran parte culpables de gran parte de nuestras desgracias.
No se le puede creer al PRI que quiere cambiar, porque en el pastelito que hicieron por su festejo de aniversario, a nivel nacional, estaban en primera fila todos los hombres y mujeres que han sido catalogados como lo peor de la política, altamente tendientes a la corrupción.
Es innegable que en las filas tricolores están lo más conocedor de la política nacional, a veces parece que lo más preparado, con muchas prendas académicas incluso, pero para su desgracia, en su largo periodo de gobierno y luego cuando regresaron a la administración pública, nada demostraron, al contrario, nos hundieron, nos saquearon.
Y aún hay más, lo complicado para el PRI se pone cuando en los Estados las dirigencias están por el mismo tono de su presidencia nacional, no pasan de ser buenos oradores que no logran entender son de lo más detestados por el ciudadano, peor aún, acusan al votante de ser los equivocados y hasta les insultan por haber cambiado de color, en resumen, están negados a pedir perdón por todo el daño que han causado y así no se puede.
Agregue que los del PRI hay olvidado todo, ocupan su discurso en echar miedo al ciudadano con la Cuarta Transformación sin querer darse cuenta que nada parece peor a lo que vivimos con ellos.
El PRI esta deteriorado, muy dañado, tan mal que no se entera que su discurso es malo y sus propuestas bofas, que le hacen mucho caso a los mercadólogos de la política sin entender que su mal es más profundo, que están más muertos que vivos y mejor deberían ponerse a estudiar, al lado de los expertos, su caso para ver si pueden ponerle a su partido un nuevo rostro que le quede, ya por lo menos, que parezca auténtico.