Fortino Cisneros Calzada
La presidenta de México, Claudia Sheinbaum Pardo, es una mujer mexicana, honroso título que tiene un profundo significado que abarca los tres grandes campos de la cultura humana: arte, ciencia y moral. Ella misma se definió el primero de octubre, luego de rendir protesta: “Soy madre, abuela, científica y mujer de fe. Y a partir de hoy, presidenta”. Pero, además, es una activista social e incansable defensora del planeta, lo que le ha valido reconocimiento internacional.
Muy distante de las definiciones que se han hecho del futuro presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, a quien Noam Chomsky, lingüista, filósofo, politólogo y activista estadounidense, catedrático emérito del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) y uno de los intelectuales más destacados del siglo XX, ha definido como un “megalómano sociópata” en su más reciente libro Autoridad Ilegítima, en el que hace un detallado análisis del deterioro político de EU y su impacto global.
Estas dos realidades se han confirmado de manera contundente en la segunda plática que sostuvieron la mandataria y el presidente electo: ella, firme, puntual, convencida de lo que expresa; él, difuso, obnubilado por su propio discurso y ajeno a su compromiso con la gente del país que gobernará. Ella, habló con total conocimiento de causa; el, aferrado a su ideología supremacista. Ella con la pretensión de un entendimiento mutuo de respeto y reciprocidad; él buscando el agandalle.
En su plataforma Truth Social, Trump publicó: “Acabamos de tener una maravillosa conversación con la nueva presidenta de México, Claudia Sheinbaum Pardo. Ella ha acordado detener la migración a través de México, y hacia los Estados Unidos, cerrando efectivamente nuestra frontera sur. También hablamos de lo que se puede hacer para detener la entrada masiva de drogas en los Estados Unidos, y también, el consumo estadounidense de estas drogas. Fue una conversación muy productiva”.
A lo que Claudia aclaró: “Abordamos la estrategia mexicana sobre el fenómeno de la migración y compartí que no están llegando caravanas a la frontera norte porque son atendidas en México. También hablamos de reforzar la colaboración en temas de seguridad, en el marco de nuestra soberanía, y de la campaña que estamos realizando en el país para prevenir el consumo de fentanilo”, lo que viene a resultar muy distinto, tanto en forma como en fondo.
Chomsky dice que Trump es megalómano. A ver: “Suele considerarse que el megalómano es narcisista. Estos sujetos se creen superiores al resto de la sociedad y por eso piensan que están destinados a guiar o liderar a la gente. Este trastorno de la personalidad se caracteriza por la grandiosidad. El individuo piensa que es muy importante y demanda atención y aplausos de manera constante. A su vez es alguien que carece de empatía, ya que se ubica en un plano diferente a los demás”.
Pero, viene a resultar que la megalomanía no está mencionada en el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM, ni en la Clasificación Estadística Internacional de Enfermedades (ICD. Además, cierto grado de megalomanía se considera una forma de defensa. Cuando se vincula a una posición de poder, ya sea militar, político, o de control burocrático, es probable que conduzca a un error de cálculo como un subproducto de la vanidad del sujeto.
Dadas las circunstancias, con una presidenta aquí y con un presidente allá, no hay más que darle para adelante y, en lo futuro, que los papelitos hablen luego de cualquier diálogo, porque “verba volant, scripta manent (la palabra vuela, lo escrito permanece)”. Que lo que ella quiera decir sea lo que él oiga, aunque no sea lo que quiera oír, y viceversa. Aprender de la experiencia es obtener conocimiento de cada vivencia, y esta ya fue demasiado aleccionadora.
Ya lo dijo Ana Swanson en el Times: “Aunque la amenaza de imponer enormes aranceles a algunas de las mayores economías del mundo sea una táctica de negociación, también es una estrategia que tiene consecuencias inmediatas en el mundo real. Estas fueron algunas de ellas: A nivel global, los mercados respondieron: las bolsas en Europa, Corea del Sur y Japón registraron una caída. El peso mexicano y el dólar canadiense también se debilitaron frente a la divisa estadounidense. Canadá, miembro del acuerdo comercial de Norteamérica, tomó una postura de distanciamiento con México”.
Por fortuna para México, la Cuarta Transformación de la vida pública ha logrado posicionar la economía nacional en condiciones de alta resiliencia, esto es el proceso de adaptarse bien a la adversidad, a un trauma, tragedia, amenaza, o fuentes de tensión significativas. El combate a la corrupción, la austeridad republicana y el humanismo mexicano están dando los frutos para que el futuro se vea con optimismo.
Si durante la noche oscura del neoliberalismo los mexicanos resistieron con salarios de 60 pesos al día, una inflación galopante, devaluación que se duplicó cada sexenio, servicios públicos inexistentes, asistencia social privatizada y una rampante intransigencia y sectarismo, más podrán hacerlo ahora que se ha recuperado la esencia del ser mexicano con la vigencia del humanismo, que ya está cundiendo en otras latitudes.
En estos momentos de definiciones, las cartas están echadas.