Por Fortino Cisneros Calzada
Ciertamente que cada cabeza es un mundo y que cada uno ve la realidad desde su propia perspectiva; pero, la filosofía en sus tres expresiones: lógica, ética y estética, sienta bases sólidas desde las cuales tener un sentido justo y sensato de los asuntos que competen al hombre y la sociedad; sin ellos, hubiera sido imposible construir los grandes portentos que vienen a demostrar la calidad del ser humano como el ser superior.
En las tres grandes transformaciones que ha tenido el país, principiando por la independencia, se han manifestado puntos discordantes entre lo que se quiere y lo que se debe. Guerrero traicionó el proyecto de nación ideado por Hidalgo, Morelos, Rayón y Victoria y se unió al imperio de Iturbide como mariscal de campo. El pueblo que sufrió sus excesos hizo posible la república federal, representativa y popular presidida por Guadalupe Victoria. “¿Cómo voy a desobedecer al emperador, que lo es por derecho divino?”, decían los cortesanos envilecidos.
Con la Reforma y la derrota del Segundo Imperio, los mexicanos recuperaron su patria y su libertad, aunque los ignorantes y los falsarios se negaban a “atentar contra Dios y sus representantes en la tierra”. Durante la Revolución Mexicana, la primera revolución social del siglo XX, de la que emerge luminosa la Constitución de 1917 promoviendo, por primera vez, las garantías individuales y la justicia para todos. Dijeron los necios: “Pero, ¿cómo voy a faltarle al amo?”.
Siempre, en los grandes movimientos sociales hay un lastre que se opone y quiere evitar la marcha de la humanidad hacia su destino señalado cabalmente por don Benito Juárez, cuya frase célebre “La democracia es el destino de la humanidad futura”, es todo un tratado político. Las posiciones han sido definidas por su propia naturaleza: progresistas y conservadores. De hecho, unos luchan por sus derechos, los otros por sus privilegios; unos por la justicia y los otros por la arbitrariedad.
¿Qué es la justicia? Por principio, los filósofos griegos entendieron la justicia como una virtud humana. Justiniano en las Instituta dice: “Justicia es el fin constante y continuo de dar a cada uno lo que le es propio”. Cuando la admirada Ana Teresa Luebbert Gutiérrez fue nombrada presidenta del Supremo Tribunal de Justicia de Tamaulipas, yo le pregunté: “¿que entiende usted por justicia?”. Ella me respondió casi como Justiniano: “Dar a cada quien lo que le corresponde”. Así de simple es la justicia.
¿Se hace justicia en este momento en México? Estudiantes de Derecho, abogados, maestros y doctores en Derecho, así como jueces, magistrados y ministros que están al servicio de los poderes fácticos, responden en coro que sí.
Pues, nomás para echarles un trompo a la uña: ¿Se cumple el mandato constitucional y de justicia con los salarios mínimos? La Constitución señala que: “El salario mínimo que deberá disfrutar el trabajador será el que se considere suficiente, atendiendo las condiciones de cada región, para satisfacer las necesidades normales de la vida del obrero, su educación y sus placeres honestos, considerándolo como jefe de familia. En toda empresa agrícola, comercial, fabril o minera, los trabajadores tendrán derecho a una participación en las utilidades, que será regulada como indica la fracción IX”. ¿Ton´s?
¿Es procedente una reforma judicial? ¡Más que procedente es imperativa! La innegable corrupción del sistema de impartición de justicia quedó de manifiesto, en plena controversia, cuando la ministra presidente de la Corte admitió un caso a juicio de inconstitucionalidad 15 años después de que se legisló al respecto, publicó en el Diario Oficial de la Federación y se sentaron precedentes procesales, sólo para proteger los intereses de un pillo que se hizo de una televisora por la vía de las armas y la protección del vendepatrias Zedillo.
Dicho lo cual, el que entendió, entendió; el que no, pos ¡no!