Por Sebastián Olvera
(@SebOlve)
La reunión que sostuvo Claudia Sheinbaum, el pasado miércoles 19 de junio, con
integrantes del Consejo Coordinador Empresarial (CCE) traspasó los limites del mero
acto protocolario y puso sobre la mesa tres cuestiones cardinales: 1) los temas
prioritarios para el sector empresarial, 2) los elementos clave del plan económico de
gobierno de Sheinbaum y el enfoque de desarrollo que adoptará, y 3) las tensiones
existentes dentro de la elite económica. El acto debe leerse a la luz de dos hechos: la
victoria electoral de Morena y el proceso de relocalización de empresas (Nearshoring).
Presento a continuación un análisis de estos temas. Además, pongo énfasis
sobre lo qué pueden esperar las mayorías populares de este encuentro.
Claudia Sheinbaum asistió al encuentro acompañada de Juan Ramón de la
Fuente, próximo canciller, Marcelo Ebrard, futuro titular de la Secretaría de Economía,
Altagracia Gómez, empresaria asesora sobre relocalización, Mario Delgado, presidente
de Morena, y José Merino, extitular de la Agencia Digital de la CDMX. Una comitiva que
muestra la importancia del acto. Del otro lado, el CCE contó con su presidente,
Francisco Cervantes Díaz, Rolando Vega Sáenz (CMN), Héctor Larios (COPARMEX),
Alejandro Malagón (CONCAMIN), entre otros.
Francisco Cervantes comenzó el encuentro saludando la elección de Claudia
Sheinbaum y externando su disposición para trabajar en conjunto con su gobierno.
Señaló, además, que los valores en los que desean basar esa relación son: la confianza, la
certidumbre de futuro y la unidad de todos los mexicanos.
Parece ser que, ante los claros resultados de los comicios, el órgano empresarial
juzga preciso emplear un discurso de conciliación que permita mantener los canales de
dialogo y negociación. Al mismo tiempo que se intentan atenuar los desencuentros con
el actual gobierno -a veces intensos- que han protagonizado miembros del sector
empresarial, como las familias Larrea y X González (a quienes la presidenta electa les
declinó una entrevista).
En este sentido, un gesto importante fue señalar que desde la presidencia del
CCE no hay oposición al paquete de 2e reformas planteadas por Morena. En particular,
sobre la Reforma al Poder Judicial, Cervantes Díaz apuntó que se coincide en su
necesidad. Pero, aclaro que se espera que se tome en cuenta al sector en los procesos de
consulta.
Otro detalle interesante, fue el “pase de lista” de los capitales de inversión, que
Cervantes realizó estratégicamente frente a Sheinbaum. Dijo que el Consejo cuentan con
más 42 mil millones de dólares. Y a pesar de que fue fraseado como un “sello de
confianza” para el próximo gobierno, pareció un recordatorio -casi amenazante- del
peso que tiene su sector en la economía mexicana.
Parece que el mensaje de Consejo es que desean priorizar el diálogo con el
gobierno para atender en unidad temas relevantes como: la Reforma al Poder Judicial,
la renegociación del TEC-MEC y la relocalización de empresas.
Sheinbaum, por su parte, realizó una presentación para enviar un mensaje de
certeza mediante tres ideas. En primer lugar, que el gobierno de Andrés Manuel deja
una economía nacional sólida y que su gobierno continuará trabajando para mantener
indicadores macroeconómicos estables.
En segundo lugar, se señaló que su política económica bacará apuntalar el
crecimiento. Esto se hará aprovechando el Nearshoring para crear polos de desarrollo
territorial, concatenación con las cadenas de valor locales y transferencias tecnológicas.
Además, propuso al empresariado impulsar un proceso de industrialización basado en
sectores y obras estratégicas. También, anunció que en materia de seguridad
consolidará a la Guardia Nacional y creará un sistema de inteligencia e investigación.
En tercer lugar, Sheinbaum enfatizó que su objetivo es el crecimiento con
“prosperidad compartida”. Por ello buscará, entre otras cosas, un nuevo incremento
salarial, mejorar la distribución del agua y expandir el sistema público de educación
media superior y superior. Todo ello sin decretar aumentos a la energía, promover una
reforma fiscal ni contratar más deuda. Los recursos provendrán, según se explicó, de
una gestión más eficiente de los trámites gubernamentales y una mejor recaudación;
para lo que creará una Agencia Digital de Trámites.
Llegado el momento de preguntas y respuestas, el tono general de las
intervenciones fue de complacencia frente a lo planteado por Sheinbaum. Pero, el
ambiente se vio trastocado cuando Héctor Larios (COPARMEX) tomo la palabra para
más que hacer una pregunta, realizar una intervención. Felicitó a Sheinbaum por la
elección y, a continuación, le recordó que las empresas de su organización ofrecen 1.6
millones de empleos directos y tienen un capital de 30 mil millones de dólares. Este fue
el preambuelo para señalar que su organización no aprueba las reformas judicial,
electoral y a los órganos reguladores.
La intervención de Larios contradiciendo a Cervantes dejó ver que existen
intereses divergentes entre las elites económicas.
El empresariado es una clase social cohesionado por el principio de la propiedad
privada. Para su defensa se aglutinan y organizan. Pero, fuera de ese principio, los
grupos y personajes mantienen diferencias entre sí y suelen confrontarse por
oportunidades, intereses e ideas. El incidente relatado confirma esto. De tal suerte que
la idea de “bloque de unidad” promovida por Francisco Cervantes parece más el intento
de un grupo por impulsar su agenda, que una realidad.
Esto seguramente significa que frente al poder económico, Sheinbaum
enfrentará una situación similar a la de López Obrador. Contará por momentos y en
función de prebendas con apoyo de algunos empresarios y grupos, mientras otros
abiertamente o con bajo perfil se le oponen en función de sus intereses. La COPARMEX
parece que continuará por este segundo camino.
Los sectores populares -tanto quienes votaron masivamente por Morena, como
quienes no lo hicieron- no deben sucumbir ante los cantos de sirena del capital, ni
esperar garantías de un enfoque neokeynesiano de “prosperidad compartida” que busca
reconciliar la acumulación de ganancias con el bienestar social. Un cambio que permita
la mejora sustancial de las condiciones de vida de las mayorías (el verdadero bienestar)
no pude supeditarse a la convergencia azarosa entre una política de desarrollo de corte
progresista y un contexto internacional ventajoso. Si lo que se busca es el bienestar de
las mayorías, necesario impulsar firmemente una agenda social y laboral que lo
garanticen.
Las condiciones mínimas para impulsar el bienestar requieren reformas que,
por ejemplo, establezcan: una jornada laboral de 40 horas; una escala móvil de salarios
que supere la inflación y instituya una relación de 2.5 a 1 sobre la canasta alimentaria; la
expansión del crédito gubernamental barato para pequeños y medianos negocios;
vivienda social digna a precio de costo de construcción; la expansión del sistema público
de salud para tener sufrientes doctores y camas; etc. A esta agenda no se le puede
objetar el pretexto de que no hay recursos. Si las buenas practicas en presupuesto y
gasto gubernamentales no son suficientes para implementar estas reformas, habrá que
plantear un impuesto progresivo a los grandes capitales, como lo recomiendan diversos
organismos internacionales como el Banco Mundial.
Durante décadas se ha pedido a las clases populares que se aprieten los
cinturones para amortiguar las consecuencias de crisis, liberalizaciones y
privatizaciones. Hoy, es momento de hacer del bienestar social una realidad. La
organización popular en barrios, escuelas y lugares de trabajo es fundamental para
lograrlo. Así las cosas.