La vida de doña María de los Ángeles Cantú Treviño (Ciudad Victoria, Tam./2 de
agosto/1939), representa una espléndida antología social dentro del ámbito cotidiano de
las familias victorenses. Su trayectoria, está colmada de recuerdos y satisfacciones en las
actividades que desempeñó desde su temprana juventud. Alumna fundadora del Colegio
Antonio Repiso, donde cursó estudios de primaria y contadora privada. Entre sus
experiencias laborales fue la primera secretaria ejecutiva de la Universidad de Tamaulipas
y laboró en el Banco de Victoria S.A.

Hija de la maestra Aurora Treviño Reséndez y Antonio Cantú Martínez, campeón
nacional de tiro al blanco y jefe de tránsito del Estado de Tamaulipas durante el gobierno
del ingeniero Marte R. Gómez. Participó en varios torneos celebrados en Coahuila, Nuevo
León, Chihuahua y otras entidades donde obtuvo premios importantes.
Uno de sus más lejanos recuerdos, se relaciona con sus abuelos paternos Jesús
María Cantú Garza -originario de Cruillas- y María Martínez y Martínez -victorense,
hermana del vate y poeta popular Arnulfo Martínez “El Nivel”-. Don Jesús ejerció el oficio
de talabertero y era propietario de una bodega al poniente de la calle 6 Matamoros y
Guerrero, donde existían caballerizas para cuatro equinos. Vale decir que anteriormente
la mencionada calle, era conocida como el Callejón de la Plaza del Mercado.
La familia Cantú Treviño radicaba en el centro de la capital tamaulipeca, y fueron
propietarios de uno de los primeros automóviles que transitaron en Victoria. La casa tenía
un portón de madera con postigo, varias recámaras con enormes roperos, cocina,
chimenea, sala, comedor, patio, zaguán, corral y una huerta de árboles frutales. Por ese
rumbo, existió un comercio de chinos atendido por Leo de origen asiático.
Durante su niñez, en su barrio Angelita era conocida como Tingo. Su abuelo,
acostumbraba montarla a caballo y desde muy temprano acudían al mercado o Parián,
donde le compraba con Doña Lonchita, una muñeca de trapo para su colección de
juguetes. Al regresar los recibía su abuela con un suculento almuerzo en la cocina
victorense. Posteriormente, como era su costumbre don Jesús se dirigía a su trabajo.
En cierta temporada del año, llegaban los burreros o arrieros cargados de tunas
provenientes de las rancherías de Tula y Jaumave. El recorrido lo hacían por caminos de
herradura de la Sierra Madre Oriental y tardaban dos días en llegar a Victoria, porque en
aquella época no existía la carretera pavimentada. El abuelo de doña Angelita, sin
cobrarles un centavo les facilitaba el corral para descargar la mercancía de los 20
jumentos.
Al vender la mercancía los arrieros descansaban unas horas, antes de emprender
de nuevo el retorno a sus lugares de origen con el dinero producto de las ganancias. En los
años cuarenta del siglo pasado representaba todo un espectáculo escuchar el ruido de los
cascos de los burros, mientras se desplazaban por las calles y callejones empedradas de la
capital tamaulipeca.
Otro de sus recuerdos de doña Angelita, se refiere cuando la mayoría de las
operaciones comerciales en Victoria se pagaban con monedas de oro. Precisamente en los enormes roperos de piso a techo de su residencia, guardaban gran cantidad de dinero en
costalitos y botes de lámina.
Respecto a la construcción de la Carretera Nacional México-Laredo, menciona que
su esposo el licenciado Prudencio Luis Aguilar Aguilar, laboró en la compañía constructora
que tenía a su cargo la monumental obra. Además el abogado Aguilar se desempeñó de
funcionario en la Secretaría de Hacienda, Aduanas Federales, INFONAVIT, ISSSTE y otras
dependencias.
Una de las anécdotas sobre este camino, hace referencia a la leyenda La Curva del
Espejo de la Gringa. Sucedió cerca de Tamazunchale, San Luis Potosí donde murió
trágicamente una joven norteamericana, mientras manejaba un lujoso automóvil
convertible. Precisamente su vehículo volcó, en el momento que contemplaba su rostro
en el espejo retrovisor, cuando se aplicaba maquillaje.
Su abuelo paterno fue don Rafael Treviño Solís, diputado local en tiempos del
gobernador Rafael Villarreal. Su abuela le contó que el día que falleció trágicamente a las
tres de la tarde, el reloj que colgaba en una de las paredes de su residencia -16 Hidalgo y
Morelos-, se detuvo inexplicablemente y jamás volvió a funcionar. Su abuela Basilisa
Reséndez de Treviño era propietaria de una tienda donde vendían ropa, calzado, artesanía
y confeccionaban vestidos.
El ambiente social que prevalecía en ese céntrico sector, era muy variado. Lo
mismo existía el Café Alhambra atendido por Laura Galindo, donde escuchaban en una
sinfonola boleros, música norteña y canciones arrabaleras. Por el mismo rumbo existía
una gasolinera, Taquería Ávalos, Restaurante La Tía y otros establecimientos.
Primera Secretaria Ejecutiva de la Universidad de Tamaulipas
A mediados de la década de los cincuenta, ingresó a recién fundada Universidad de
Tamaulipas como primera secretaria ejecutiva. Sobre esta etapa de su vida profesional,
recuerda el proceso para la consolidación de la educación superior en la entidad. El primer
rector de la Máxima Casa de Estudios fue el licenciado Isaac Garza, quien duró unos meses
en el cargo.
La sucesión recayó en el licenciado Roberto Elizondo Villarreal, quien renunció a su
cargo de magistrado para asumir la rectoría. La joven Angelita fue ratificada ratificó sus
funciones, encomendándole la tarea de integrar un archivo con los primeros funcionarios,
alumnos y maestros de las facultades establecidas en Tampico, Matamoros, Reynosa,
Nuevo Laredo y Victoria pioneros de la actual institución de educación superior.
En esa época el gobierno de Tamaulipas asumió el control administrativo del pago
de sueldos, papelería, gastos de operación y renta de edificios. Finalmente, después de
varios años de trabajo, la joven María de los Ángeles renunció a su cargo por motivos
personales.
La primera sede de rectoría, donde acondicionaron las oficinas con escritorios y
sillones se estableció en el edificio de la calle Matamoros. Posteriormente se mudaron a la
segunda planta, donde habilitaron una sala especial para celebrar las juntas del Consejo
Universitario. Además contrataron a Consuelo Hernández de secretaria y habilitaron dos
oficinas destinadas al Secretario licenciado Guillermo Casanova y Aroldo Filizola -tesorero-
El Banco de Victoria
Meses después se incorporó a su nuevo empleo en el Banco de Victoria S.A., donde
permaneció durante catorce años. Se trataba de una institución financiera de capital
netamente victorense. En 1954 inició operaciones en la calle Hidalgo 461 y
posteriormente se cambió a un edificio de varios pisos en el 8 y 9 Hidalgo de reciente
construcción.
Entre los consejeros fundadores figuraban Felipe Pérez Collado, Rodolfo Higuera
Higuera, José Sierra Torres, Bernardo Loperena, Carlos Montemayor, Aroldo Filizola, Cruz
Medina Villarreal y otros empresarios dedicados a la producción de henequén, agricultura
y ganadería. El primer gerente fue el contador Evaristo Villarreal y el contador general
Pedro J. Castro. Las asambleas del Consejo de Administración, se celebraban en el Casino
Victorense.
Dentro de la historia de las mujeres victotrenses, doña Angelita Cantú representa
una ejemplo de la participación femenina en destacadas tareas relacionadas con la
construcción de instituciones públicas y privadas. Precisamente en esa época, se generó la
participación de la mujer en actividades políticas gracias reconocimiento legal como
ciudadanas, al otorgárseles el derecho al voto.