Por Francisco Ramos Aguirre
“El día 16 del próximo pasado marzo -1843 a las seis y media de la tarde- falleció
en la capital de la República el Sr. Dr. Don José Eustaquio Fernández Magistral de la Santa
Iglesia Catedral de Durango.” ¿Quién era este personaje para que su muerte apareciera en
diversos periódicos del país?” Para los tamaulipecos según el Diario del Gobierno de la
República era un hijo distinguido, con invaluables servicios prestados a la patria. Para
otros, un literato con brillante carrera literaria.
Hijo de Juan Antonio Alexo Fernández y Francisca del Castillo, vino al mundo en
Tula de Tamaulipas (1784), una villa de la Colonia del Nuevo Santander que en aquel
entonces, gozaba de buen prestigio por su ubicación geográfica y dinamismo comercial y
agrícola. Al menos tuvo un hermano llamado Juan de Dios, quien lo demandó penalmente
en 1815. Ambos gozaban de buena posición social por ser hijos de Juan Antonio Alexo
Fernández, capitán de la Compañía Miliciana de la Villa de San Antonio de Tula. En 1801
este personaje envió un escrito al Colegio de San Ildefonso, donde solicita una beca para su
hijo Eustaquio.
Primero se inscribió en el Seminario de Monterrey, donde estudió Latín. Motivado
por su inteligencia y talento natural, viajó a la ciudad de México y cursó estudios del
Teología y Filosofía en el antiguo Colegio de San Ildefonso. Con pocos años de diferencia,
fue contemporáneo de Miguel Ramos Arizpe.
Fue ordenado sacerdote en 1809 y obtuvo el doctorado en Teología en 1810. En
1817 fue Notario en el Tribunal de la Inquisición que participó en el juicio a Fray Servando
Teresa de Mier. Diputado Provincial en las Provincias de Oriente (1820) y diputado a las
Cortes de Cádiz en 1821. Regresó a la Villa de Santa María de Aguayo, donde fue
representante ante el Congreso Constituyente (1822).
Ofició misa en diferentes templos de la capital del país donde recibió elogios por
sus brillantes homilías. Retornó a Monterrey en 1817, contándose entre su equipaje cinco
cajones de libros integrándose al Arzobispado y Mitra de esta ciudad, donde se desempeñó
durante doce años en actividades propias de su formación sacerdotal. Por lo visto, gozaba
de sensibilidad social y era muy apreciado por los feligreses “…pues desinteresado en la
esacción de los derechos parroquiales, los consolaba en las más tristes épocas de su vida y
procuraba siempre la majestad de culto.”
Logró la Licenciatura y alcanzó el grado de Doctor en Teología, con la tesis Noche
Triste aprobada por un jurado calificador de cincuenta y seis doctores. Se integró como
maestro por oposición a dicho colegio, donde impartió las cátedras de Filosofía y
Gramática. Lo misma actividad docente la desempeñó en el Seminario de Monterrey. “Por
su grande instrucción en la ciencia de ambos derechos, fue habilitado para ejercer la
profesión de abogado en todos los tribunales de la República.”
Para ingresar a diversas instituciones educativas, presentó veintitrés exámenes de
oposición en las cátedras de Gramática, Filosofía, Sagrada Escritura, Derecho Civil,
asignaturas de licenciatura. Lo mismo obtuvo una beca de oposición a una Canongía
Doctoral. De acuerdo a su nota cronológica, seis días antes de su fallecimiento fue
nombrado catedrático de Derecho Civil del Colegio de San Ildefonso.
Sus conocimientos también abarcaron lo relacionado con la construcción de
caminos. A él le debemos los trazos y construcción de uno de los primeros caminos de la
Sierra Madre Oriental de Tamaulipas. Durante 36 años abarcó las actividades de presbítero, cura, doctor, canónigo magistral, catedrático y diputado, siempre atento a compartir sus
conocimientos en tiempos cuando el oscurantismo estaba vigente.
Si bien como señala el presbítero N. Campuzano, la iglesia católica perdió con su
muerte un elemento de enorme sabiduría; la República Mexicana lamentó su partida porque
se trató de un “…patriota inmaculado, un ciudadano ilustre, un sabio, un maestro de la
juventud, un útil servidor; el Colegio de San Ildefonso una de sus más lucientes antorchas;
y los que le consagramos este desaliñado artículo, un tierno amigo.”
En 1822 fue apoderado y comisionado de la Diputación Provincial de Monterrey de
las cuatro Provincias de Oriente, para realizar trámites de provisiones, monturas, vestuario,
armas y tabaco labrado. Entre 1824-1826 fue diputado por Tamaulipas en el Congreso
Nacional. En 1824, junto a los curas Antonio Gutiérrez de Lara y Miguel de la Garza
García fue integrante del Congreso Constituyente de Tamaulipas que ordenó el
fusilamiento de Agustín de Iturbide en Padilla. En septiembre de ese mismo año, sostuvo
correspondencia con el presidente Guadalupe Victoria.
En una de las misivas enviada desde Padilla, como Secretario y a nombre de la
legislatura lo cubre de elogios por su valor militar y sentimientos de religión y filantropía.
“El Honorable Congreso de Tamaulipas rebosando de gozo al ver libre de la guerra civil no
sólo al Estado de Oaxaca sino a la nación toda, únicamente para las filantrópicas luces de
un valiente General que supo anteponer las fuerzas de aquellos a las armas, reconoce que
V. E nos ha concedido el bondadoso cielo el genio de la guerra y de la paz. De aquella
contra los verdaderos enemigos de la patria…”
Es precisamente Eustaquio Fernández, a quien corresponde enviarle en mayo de
1825, el decreto del Congreso de Tamaulipas mediante el cual comunica al presidente que a
partir de abril de ese año la Villa de Santa María de Aguayo, es elevada a la categoría de
ciudad y desde ese momento cambia de nomenclatura por Victoria. “A nombre de la
Legislatura de Tamaulipas presento a V. E. con este el adjunto impreso de seda, en el que
consta que en honor de V.E se decretó el título de Ciudad Victoria a la capital de aquel
Estado. Dios y Libertad, México 10 de mayo de 1825, 5º de la Independencia, 4º de la
Soberanía y 3º de la República. Eustaquio Fernández.”
Sin embargo, los conflictos políticos y división entre los ex santanderinos, aforó en
agosto de 1830 cuando fue acusado por Pedro José Lanuza, Ignacio Echartea y doctor
Manuel Posada por alterar el orden y tranquilidad pública. En caso de no presentarse en los
tribunales se le amenazaba de sentenciarlo en rebeldía por un consejo de guerra ordinario.
En 1842 durante el gobierno de su pariente Francisco Vital Fernández fue elegido diputado
local al Congreso de Tamaulipas. En mayo de ese mismo año, junto a los legisladores Juan
Nepomuceno Molano, Joaquín Barragán y Juan Patiño aprobaron importantes reformas
relacionadas con la instrucción pública y creación de escuelas de primeras letras en la
entidad.
Entre las propuestas más importantes destacan reglamentación de exámenes,
salarios de los profesores, recaudación de los mismos mediante impuestos, premios a los
alumnos más destacados del curso, sanciones para quienes desviaran los recursos
económicos exclusivos a la educación, nombramiento de la Junta Protectora de Instrucción
Pública y otros puntos. Una de sus propuestas como diputado federal entre 1821-1823 se relaciona con la apertura de un puerto en las Provincias de Oriente, con el propósito comercial de importar y exportar productos.
El doctor Fernández sostuvo una interesante polémica con el general y primer
gobernador de Tamaulipas Bernardo Gutiérrez de Lara. Otro alegato literario que también
trascendió a nivel nacional, nada menos que con Joaquín Fernández de Lizardi El Pensador
Mexicano. De esa discusión surgieron dos folletos uno de ellos en 1821 titulado Una Buena
Sacudida al Pensador Mexicano don Joaquín Fernández Lizardi con una Rueda de Cohetes.
En el folletín Primer Bombazo por el Pensador al Doctor don José Eustaquio
Fernández, en sus primeras páginas trata al tulteco con fina ironía “Amigo, yo también soy
cohetero y disparo unos bombazos terribles bonitamente a los que me buscan la boca; y así
cuide usted la cabeza, no se la aplaste. Supongo que usted y su amigo que le aprobó su
papel son una misma persona, y así lo que aquí dijere entiéndalo usted por los dos.”
Otras importantes obras políticas de este inteligente y polémico cura fueron:
Proyecto del Nuevo Reglamento Para las Elecciones de los Representantes del Pueblo en
las primeras Cortes, México, Imprenta de J.M. y Socio; Bases de la Convocatoria a Cortes,
Expuestas por la Comisión de Ellas y Anotadas por un Ciudadano, México; Buscapiés a
los Españoles y Americanos que aún Sostienen Temerariamente en México el Cómico
Gobierno del Señor Novella, S.I.; Buscapiés al Pensador Mexicano. Sus Ideas Políticas y
Liberales, México; Buscapiés al Presbítero de D. Francisco Castañeda.
Por todo esto, el nombre de Eustaquio Fernández debe conservarse en la memoria
histórica de los tamaulipecos.