Por Alejandro de Anda
LO OSCURO. La nota de notas –relativo a lo que a los mexicanos nos interesa;
del cáncer del Rey Carlos III, hablamos luego- dice en su encabezado en los
principales tabloides que, (sic) “México, por primera vez en más de veinte años
supera a China como principal fuente de bienes importados por Estados
Unidos”. Son cifras que comparte para 2023, el Departamento de Comercio de
los EE.UU.
Y citando a conocida comunicóloga del medio de los espectáculos “…eso a los
mexicanos no nos afecta”.
Así lo percibimos de primera vista 85 millones de compatriotas que aglutinamos
al grueso de la población conformada por extracto de ingresos bajos y medios
en el espectro social de nuestro país.
Los números de la macroeconomía no se perciben o no tendrían una relación
directa con el sustento familiar del día a día, ni con la hipoteca o pago de las
deudas individuales de ese espectro poblacional al que nos referimos. Es decir,
la mayor parte de la sociedad.
Decir a cualquier persona de sentido común (como usted y el que escribe) que
México tiene en éste momento una deuda externa de 12 billones 334 mil 154
millones de pesos (fuente: Hacienda, gobmx), no nos representa ni nos
significa mucho.
Decirle a usted que debe pagar letras mensuales de 4 mil 800 pesos más
intereses por su carro semi nuevo por dos años… vaya que es un asunto
rápido de digerir y de amortizar en el sentimiento de culpa por lo que significará
trabajar los siguientes dos años sin descanso.
Entonces pongamos la traducción a lo que significa ser mejor país exportador
para EE.UU. que China.
Existen dos formatos de países manufactureros que se ven beneficiados por la
atracción de divisa y de capital para recibir esas fábricas que venden a este
globalizado mundo.
El “offshore” es el método que imperaría recientemente y que significa los
lugares más baratos en mano de obra y de incentivos fiscales para que plantas
como FORD aterricen sus riquezas para transformar los vehículos que mueven
al mundo.
Hoy está de moda y de mejor impulso –también gracias al COVID- el concepto
“nearshoring” que sumado al concepto antes descrito tiene la particularidad de
estar ‘cerca’ al mercado objetivo y con los mismos husos horarios. Es decir, se fabrica y se trabaja al tiempo horario que el mercado meta lo demanda. Ser un
lugar muy cerca del destino final del producto.
Y así México se ha vuelto en el mercado más apetitoso mundialmente para
aterrizar capitales del orbe que buscan mano de obra barata; cadena de
servicios y proveedores; estudiantes que perfilarán su preparación para lograr
carreras afines; mercadólogos; transportistas, escuelas, maestros, uniformes,
gasolineras, tiendas de servicio, casas habitación y un muy largo etcétera que
aprovechan los que alcanzan a vislumbrar el gran reto que significa… estar
preparado.
No. No se lo debemos a ningún partido, ni a promesa de campaña alguna. La
geografía natural nos ha brindado esta oportunidad no soñada.
En aquél 1994 con el TLC en ciernes creímos alcanzar la panacea de ver llegar
recursos frescos a territorio nacional.
Hoy estaríamos mejor.
Que no se lo agencien los políticos. Esto es tiempo de México.
COLOFÓN: Aquél TLC de 1994 nos llenó de Walmart’s y McDonald’s. Aunque
las fábricas sean capital externo (Taiwán, Alemania, Japón) tendremos el
placer de ponerles la etiqueta “made in México”.
Esperemos… que no quede en ‘cuentos chinos’.
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