El jardín de la libertad
Por Libertad García Cabriales
A ver si espabilamos los que estamos vivos y en el año que viene nos reímos.
Mecano
Vivimos en el tiempo; respiramos, nos movemos, amamos y nos alimentamos en el tiempo. Y sin embargo, siempre ha sido un enigma. Muchos filósofos se lo han preguntado para terminar reconociendo que es inaprensible. Vuela y nadie puede detenerlo. Ni el más sabio, ni el más poderoso. Ahora mismo, el tiempo transcurre mientras escribo y pienso en lo rápido que pasó este año casi sin darnos cuenta. 365 días más a nuestra cuenta vital. O menos, según usted lo vea. Pero el 2023 se ha ido con sus días y sus horas, con sus luces y sombras. Y como una puerta, lo cerramos, pero nos deja momentos paranuestra memoria.
Como la muerte, todo un misterio encierra el tiempo y tal vez sea el más grande dictador. Un enemigo o un aliado. Avanza inexorable llevándose todo tras de sí, sea bueno o malo. No sé cómo sea la relación de usted con el tiempo, si lo piensa a profundidad o sólo lo ve pasar. Quizá le teme, pues nunca perdona y los espejos nos devuelven sus estragos. Pues una cosa es lo que el tiempo hace de nosotros. Conozco a un hombre obsesionado con el tiempo y daría cualquier cosa por ser joven, para estar en igualdad con su pareja bastante menor. Pero ni Dorian Grey logró comprar juventud sin pagar caro. No hay truco contra el despiadado tiempo. Y cuando se acaba para siempre nada hay por hacer. Por eso resulta tan importante tomar conciencia del tiempo de la vida: el único.
Y luego está lo que usted hace con el tiempo, cómo lo valora, lo aprovecha, lo disfruta o lo malgasta Todo tiene su tiempo dice el sabio Salomón en elEclesiastés: “todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora. Tiempo de nacer y tiempo de morir…tiempo de llorar y tiempo de reír…tiempo de amar y tiempo de aborrecer”. En ese sentido cada quien vivea su manera. Desde el despertar hasta el dormir, nuestras horas son reflejo de nuestro ser, de nuestro momento de vida. Estar contigo o no estar contigo, es la medida de mi tiempo dice Borges, en una de mis poesías favoritas. El poeta argentino, quien pensó tanto al tiempo y lo hizo razón de muchas de sus letras: mientras todo el mundo duerme, el silencioso río del tiempo está fluyendo en los campos, entre los astros. Ni dormidos escapamos de ese fluir del que habló Heráclito y han retomado numerosos poetas. Ni en las horas de sueño dejamos de vivir. El tiempo nos empuja, pasa, nos da y nos quita. Cuando niños parece que lo tenemos todo y un día nos damos cuenta como se han ido tantos, como el tiempo se ha llevado tantas personas y cosas.
Este domingo se cierra un año. El 2023 termina y se lleva en su corriente 365 días de nuestro tiempo vital. Pero también nos deja experiencia, memorias, aprendizajes invaluables. El pasado nos constituye, la memoria nos sostiene, no podemos andar por la vida sin raíz, por eso hacemos recuentos y agradecemos lo vivido, los legados. Y hasta las crisis. Porque hemos aprendido a golpes de adversidad el inmenso valor de muchas cosas que dábamos por seguras. Aun en las pérdidas. Porque en este año partieron del plano terrenal personas amadas, inolvidables, vivas en nuestro corazón. Deténgase un poco y piense en el año que se acaba. Seguramente encontrará mucho por agradecer. En lo personal agradezco a Dios como siempre las experiencias y el aprendizaje. Por lo grande y lo pequeño: por los libros, el alimento, el trabajo, el arte, por las sonrisas y también por las lágrimas, por la luna, por las flores, las amistades, por ustedes mis queridos amigos y lectores, por mi amada patria y mi heroica matria, por la familia toda que es razón de vivir, por quienes se fueron y por los que llegaron; por la salud y por la enfermedad que nos pone a prueba, por la fe, por el amor, por el tiempo de la vida.
Y a ver si espabilamos y soltamos las pantallas para vivir más en el tiempo real, el del beso, el abrazo, la mirada. Porque nadie tiene nada seguro. Y con esa premisa debemos asistir a cada día de vida como un milagro. No podemos seguir en la inconsciencia del consumismo, la frivolidad, el egoísmo, la ambición de tener, en lugar de ser. Ya no. Seguir las mismas prácticas acentúa nuestra fragilidad. Las crisis nos dan herramientas para crecer en fortalezas, para subir peldaños en la construcción de nuestro ser. Otro año más se va. Otro año más empieza. Una hoja en blanco para escribirla con nuevos proyectos, con esperanza, gratitud y mucho amor. Yo les deseo salud y amaneceres con sonrisas. Y a ver si espabilamos.
¡FELIZ AÑO NUEVO!