Por Alejandro de Anda
LO OSCURO. En la televisión mexicana, en la barra de programas cómicos
logramos disfrutar quienes ya pintamos canas, de algunos sketches de
características singulares. Que para la época oscurantista de la alianza
gobierno-televisoras, no era poca cosa.
“¿Qué nos pasa?” era la hilarante comedia compartida por el histrión Héctor Suarez.
El punto a destacar fue el haber colocado un adjetivo que encierra mucho de la
preparación que la política mexicana encierra aún hoy, que estamos más allá
de comenzada las segunda década del segundo milenio cristiano.
El padecimiento menoridico, supondría algún mal crónico que tiene como base,
la plataforma de los partidos que preparan a sus futuros contendientes a
ocupar escaños electorales y puestos dentro de la alta burocracia.
Y se refiere a que éstos No tienen La Menor Idea del desempeño de sus
funciones, en más de las veces.
La menoridia permea y prevalece por encima del idealismo de ‘lo que debe ser
en política’.
Un avezado funcionario recién llegado como titular a una secretaría (de
relaciones exteriores) enunciaba (sic) “Se los digo de corazón… vengo a
aprender”.
Un enajenado hombre de medios y mandatario decía en su natal Veracruz,
ante un incendio de un mercado (sic) “Soy gobernador, no bombero”.
Son muchos ejemplos más, que demuestran la real estatura para la que los
que hacen la política en nuestro país, se preparan durante su vida.
En contraparte, existe una figura cada vez de mayor aceptación en el medio de
los que pretenden trascender a la vida pública. “La ventana de Overton” es un
modelo que considera a ideas bien planteadas, que con el tiempo deberán
adaptarse y transformar a una política pública.
Leyes ambientales, el voto de la mujer, abolición de la esclavitud, medicina
universal son ejemplos de ideas progresistas que analizan e impulsan quienes
se preparan para llegar. Que necesitan maduración y tesón.
Hoy, el lenguaje soez, ademanes vulgares, enfrentamientos exhibicionistas
demuestran la capacidad de preparación para hacer política.
Quienes hacen su tarea, quizá traduzcan un cumulo de aprendizaje de muchos
años de estudio y academia para gobernar acaso un periodo de tres años y
demostrar su sapiencia.
Quienes suponen que con arrebatos y gritos deben ser los que merecen
gobernarnos, la historia hoy demuestra… que es verdad. Que así han llegado.
Siempre. Sea el 2024, tiempo para recapacitar.
COLOFÓN: ¿Qué nos pasa?
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