Por Francisco Ramos Aguirre:
La presencia de la Cruz Roja Mexicana, se remonta a principios del siglo XX. Sus principales impulsores y protagonistas fueron los médicos Amadeo Fernández, Francisco Vázquez Gómez, Fernando López y su esposa Luz González Cosío de López. En 1909 la emblemática instancia de beneficencia se hizo visible con motivo del ciclón que azotó varias regiones del país. Por tal motivo, se distribuyeron numerosos apoyos humanitarios a los damnificados de Nuevo León y Tamaulipas. Para entonces, el médico tulteco después simpatizante del maderismo asumió el cargo de tesorero de la institución.
No obstante su importancia como capital del estado, Ciudad Victoria no contaba con una Delegación de la Cruz Roja similar a la establecida en Tampico desde principios de siglo. Fue el año de 1937 cuando el contador Francisco Casas Saucedo, durante una plática en el Casino Victorense manifestó su inquietud al diputado Juan Rincón, acerca de la posibilidad de crear la Cruz Roja.
Después de comunicar el proyecto a los sectores políticos, clubes de servicio y empresarios locales, en 1939 se integró la primera mesa directiva fijándose como meta adquirir una ambulancia equipada, para proporcionar servicio a pacientes de ese centro de urgencias provisionalmente ubicado en una cochera del 10 Hidalgo y Morelos. La presidencia de la naciente institución fue asignada al doctor Higinio Portales López un victorense nacido en 1903; Vicepresidente doctor Bernardo L. Loperena y tesorero Benito Haces Madrid. Al principio se propuso acondicionar un camión, pero finalmente aprobaron la adquisición a crédito de un vehículo nuevo marca International donde se trasladarían heridos, enfermos y accidentados. Los primeros conductores de la ambulancia fueron Cayetano Loperena y Benito Mendoza.
En la breve reseña histórica publicada en la Revista Avante (enero de 1945) por el contador Casas, miembro del Club de Leones y ampliamente conocido en la localidad, manifiesta que los días 11, 12 y 13 de octubre los victorenses mostraron su generosidad al organizar, asistir y cooperar no sólo en las tradicionales colectas económicas por boteo, sino también asistiendo a kermeses, funciones artísticas, bailes y reinados para recabar fondos.
A estos apoyos solidarios emanados de la sociedad civil se sumaron Serafín Tella, Ana María Olivares de Tella, Marte R. Gómez, Emilio Portes Gil, Manuel Solís, Alberto Bello Santana y otros. Incluso existía un Comité Juvenil de damas Pro Cruz Roja muy participativo donde sobresalían Gabriela Saldívar, Araceli Llaguno de Garza, Carolina y Raquel García, Emma Salinas de Saeb y otras. En este contexto es justo mencionar a la enfermera Juanita Rodríguez, quien atendió en sus curciones a numerosos pacientes.
Lo mismo sucedió con el sector femenil de la localidad, donde participaban Raquel Leal y Bertha Sáenz Melo. Entre las candidatas a reina de ese año, figuraban Cholina Montelongo y Enriqueta Higuera empleadas del Banco Mercantil de Tamaulipas y gobierno del estado. En las funciones del Teatro Juárez actuaban artistas locales por amor al arte y sin cobrar honorarios: Son Marabú, Juan Carrizales, Sara P. de Camargo y Banda de Música del Estado dirigida por Salvador Morraz y Ortega.
En 1945 era presidente del Patronato de la Cruz Roja el señor Arsenio Saeb y formaban parte de la directiva Eduardo Núñez, Pedro Montemayor, Emeterio Gómez, Maximiliano Hernández, Eugenio Hernández Medina y otros. Era tanto el entusiasmo de los victorenses que no sólo lograron la meta de adquirir la ambulancia y algunos accesorios médicos, sino también se realizaron trámites ante el gobernador Magdaleno Aguilar y el presidente municipal para gestionar la donación de un terreno, donde sería construído el edificio del puesto de socorros.
Entre 1946-1950 Benito Haces fue electo presidente de la Delegación Mexicana de la Cruz Roja en Victoria. Finalmente el predio donde se levantó la moderna obra dirigida por el arquitecto Enrique León de la Barra Santacilia, era parte de la Plaza Morelos en la calle 9 entre Abasolo y Allende, posteriormente conocida como Plaza de la Cruz Roja. Su costo ascendió a 50 mil pesos donados por la sociedad civil. Comprendía diversas áreas, entre ellas sala de curaciones, consultorio, sala del médico de guardia, sala de enfermos y sala de espera.
Para 1947, operaba únicamente con la mitad del espacio contemplado en el proyecto original. A finales de ese año, durante el gobierno del general Raúl Gárate visitó Victoria el licenciado Alejandro Quijano presidente de la Cruz Roja Mexicana, acompañado de su esposa y su hijo Manolo. Quijano se sorprendió cuando conoció la magnífica disposición del pueblo victorense, para solidarizarse en acciones encaminadas al bien común. Los visitantes fueron recibidos por un grupo de damas encabezadas por la esposa del gobernador y los integrantes directivos locales: Benito Haces, Arsenio Saeb y el Químico Guerra. Vale decir que el nuevo edificio les generó “…una magnífica impresión…”
Para que no desentonara el contexto urbanístico, en el 8 Bravo a unas cuadras estaba el Café Cruz Blanca abierto las 24 horas, donde servían el mejor menudo. Desde entonces, las bromas, malicias y humor negro estaban presentes entre los habitantes de Victoria. Una de las ocurrencias hacía referencia a una conocida casa de asignación o mala nota llamada La Cruz Roja, que durante 1937 funcionaba en la antigua la zona de tolerancia, lugar de mujeres que calzaban tacón dorado.
En medio de cooperaciones y ánforas, la ambulancia representó para los victorenses un merecido triunfo a su persistencia. En tiempo de campañas y donaciones el vehículo salía a las calles con la sirena silvando a todo volumen. Entonces dice Prisca Báez mientras circulaba por calles y callejones, los victorenses “…salían a la puerta, no para corresponder a mi petición, sino alarmadas por el paso de la ambulancia, habiéndome encontrado un chiquillo moreno por la falta de agua y jabón que en medio de su inocencia dijo ¿dónde está el meto? Ya preguntaba por el muerto…”
Como era de esperarse, al gran proyecto de la Cruz Roja se sumó la Unión Médica Victorense encabezada por los doctores Daniel Galeana, Islas, Alberto Rhi Sausi y Valentín Lavín Govela. Los niños y los maestros de los planteles escolares también depositaron en el ánfora su óbolo en monedas de cobre y plata de diversas denominaciones. Respecto a los medios de comunicación que apoyaron con campañas de difusión este proyecto, destacan el periódico Atalaya y sus colaboradores Herculano Macías y Prisca Báez y la XEBJ transmisora de maratones artísticos.
La Cruz Roja permaneció en su original edificio de la Plaza Morelos hasta 1983. Posteriormente se cambió de lugar a un sector donde prevalecían otros servicios médicos, entre otros el Hospital General, Centro de Rehabilitación y Educación Especial y farmacias y laboratorios. En el 2010 las instalaciones fueron trasladadas al sector conocido como Lomas de Calamaco, al pie de la Sierra Madre cerca del Banco de Sangre.
(Imágenes y Fuentes de consulta. Primera Ambulancia de la Cruz Roja/CP Francisco Casas, fundador de la Cruz Roja/Colecta de la Cruz Roja/Emma Blakmore Valdez/Juanita Rodríguez/Primera enfermera de al Cruz Roja/Mercedes Zorrilla/Dama Voluntaria de la Cruz Roja;/ Atalaya/22 de septiembre/1946; Atalaya/diciembre 10/1944; Atalaya/mayo 10/1945; Atalaya/ “¿Cooperó Ud. con la Cruz Roja?/María Prisca Báez 6 de mayo/1945; El Gallito/mayo 22/1937; El Noticiero/20 de noviembre/1947; Revista Avante/Dirección Félix R. Olvera/enero/1945).