PuntoCiego
Por Daniel Santos Flores:
Cuenta la leyenda que en un reino lejano y prospero, vivía un Rey que durante una etapa de su reinado se vivían tiempos difíciles. Eran días en los que otros reinos querían invadir aquella tierra y las presiones eran muchas. La corte del Rey había servido durante los años en que se pelearon batallas importantes en contra de invasores internos y externos. Los años transcurrieron y el comportamiento de quienes formaban parte de la corte fueron cambiando con el tiempo. Por una parte unos decidieron servir fielmente al Rey, otros se cuidaban entre ellos, algunos perdieron la brújula, otros trataban mal no solo a quienes servían en la corte, también despreciaban al pueblo, lo que hizo que algunos se expresaran de mala manera de la forma en que el Rey gobernaba.
El soberano siempre actuó con cautela, estoico, observaba los movimientos de la corte real, de quienes le servían, observaba a los emisarios, a los embajadores y a los representantes en las tierras lejanas, analizaba los movimientos de todos aquellos que formaban parte del séquito que lo acompañaba en su tarea de gobernar.
Todos sabían que observaba, pero nadie imaginaba que bajo la túnica rojiza que lo hacía acompañar a diario, guardaba un pequeño pergamino en el que anotaba con una pluma de faisán y un poco de tinta, cada uno de los movimientos que se hacían, quien mentía, quien estaba con el y quien conspiraba en su contra.
Para disuadirlos y no causar suspicacias sobre la cantidad de tinta que pedía, todos los días mostraba una hoja en la que plasmaba algunas ideas que le surgían por la noche y las cuales, en forma de ordenes, entregaba a la corte para ser ejecutadas. Eso, de igual manera servía para ver quien las cumplía al pie de la letra y quien las aderezaba con su toque personal. No pedía cuenta sobre eso, pero sabia el destino de sus ordenes, y siempre lo anotaba en aquella lista que conservaba celosamente.
Al pasar de los años muchos se presentaron para pedir su favor. Con el estoicismo que le caracterizó siempre, desenrolló aquel pergamino y con base en sus anotaciones de años, tomaba la decisión correcta. Nadie creyó que todo lo registraba. Hubo sorprendidos, llantos, desesperación, pero también hubo tranquilidad para algunos. Todos fueron correspondidos, según lo anotado en la pequeña gran lista del Rey.
En los poco más de 20 años que tengo de hacer política, convivir con políticos, trabajar con políticos, analizar políticos, entender políticos, capacitar a políticos, sacar de problemas a los políticos, aconsejar políticos, ayudarle a políticos, etc, etc. Hoy puedo decir que con facilidad puedo clasificarlos en grupos y organizarlos en subgrupos según sus comportamientos, afinidades, fobias, filias, gustos, disgustos y un enorme numero de etcéteras que me han permitido entender como funciona este infierno tan querido por algunos. Y no, no es presunción, es un proceso de análisis que me gusta hacer, en este campo y en la vida diaria, quienes me conocen no me dejarán mentir, me gusta observar y analizar.
Ahora bien, usted se preguntará que a que viene todo esto. Sencillo, permítame explicarle. El carácter y el actuar de los políticos, o por lo menos, de los que han gobernado el estado, son muy diferentes, cada quien tuvo, tiene o habrá tenido su estilo. Claro que hay unos más frontales, otros más esotéricos y unos más bohemios, pero todos diferentes. Con todos fue relativamente fácil descífralos y entenderlos: a los más frontales, no te les pongas enfrente, a los mas bohemios, llégales por la bohemia, a los mas esotéricos, llégales por ahí… ¿pero el que siempre tiene una sonrisa, el que más analiza, el que hace un diagnostico y evalúa en silencio?, ¿a ese cómo lo entiendes?.
Debo admitir que ese perfil es un misterio, no es nada fácil de entender, y más porque permanece parco y estoico ante los embates… internos y externos.
Muchos son los audaces que piensan que lo desafían, muchos son los “rumoristas” y los que desean sembrar cizaña para evitar la buena cosecha, muchos son los que creen que engañan al que tiene ese perfil. En mi particular forma de pensar, creo que ese hombre tiene una pequeña gran lista en la que los tiene a todos anotados, evaluados y diagnosticados. Como en el relato anterior, no dudo que habrá sorprendidos, llantos, desesperación, pero también tranquilidad para algunos. Porque todos serán correspondidos.
No me haga ponerle nombre a los perfiles. Como dice un buen amigo: Esfuérzate tantito.
Reenviado
Hoy regreso a escribir con el corazón lleno de gusto y a dedicarme a la que sin buscarla y por golpes de la vida, se convirtió en mi gran pasión: la consultoría.
Agradezco a todos y cada uno de los y las legisladores que me permitieron servirles en un momento estratégico, de transición y que los tiempos ocupaban calma. A los medios de comunicación con los que trabajé, gracias por su trato. A los que cubren la fuente del Congreso, gracias. A todos, gracias.