Por Concepción Delgado Parra:
Históricamente, los “destapes” en México tenían lugar en el mes de octubre del año anterior a la conclusión del mandato del presidente en turno. En esta ocasión, Marcelo Ebrard, una de las “corcholatas” de Morena que aspira a ocupar la silla presidencial, se adelanta y anuncia que presentará a su partido la propuesta para el proceso de designación del candidato a la Presidencia de la República para 2024, un día después de las elecciones celebradas en el Estado de México y Coahuila.
A solicitud de Mario Delgado, la presentación de la propuesta de Ebrard se pospuso para el día siguiente, dando oportunidad al presidente Andrés Manuel López Obrador de reunirse con los aspirantes, gobernadores y dirigencia de Morena para establecer la ruta dirigida a designar la candidatura sin divisiones internas.
En el encuentro se convino reunir al Consejo Nacional de Morena, el siguiente domingo 11 de junio, para sellar un primer acuerdo entre los aspirantes a la candidatura presidencial.
A ninguno sorprende la premura de Marcelo Ebrard por iniciar el proceso de la sucesión presidencial. Decide meterse de lleno a la lucha por obtener la candidatura de Morena porque sabe que está rezagado, como lo muestran las encuestas de los últimos meses. Seguramente reconoce que es su última oportunidad, tiene 63 años, circunstancia que lo limita a esperar el turno para el siguiente sexenio.
Es el momento de “jugarse el todo por el todo”. Ebrard es un político inteligente y experimentado. El riesgo que decidió tomar es calculado. Se adelanta para presionar a sus contendientes al interior de Morena. Y, al mismo tiempo, obliga a los opositores a resolver sus posibles candidaturas. Esta estrategia le permitirá medir sus posibilidades de triunfo dentro y fuera de Morena.
Imaginando el escenario A, en el que el “excanciller” saliera triunfador en las encuestas de Morena, sumaría el apoyo de amplios sectores de la clase media y grupos de poder económico y político que hoy rechazan a la 4T. En contraparte, para nadie es un secreto el interés del partido Movimiento Ciudadano de postular su candidatura para contender en las elecciones presidenciales de 2024.
Marcelo Ebrard no va solo. Cuenta con una estructura que cubre 300 distritos en todo el país, cuya organización le permitirá llegar a un amplio número de potenciales electores. Asimismo, tiene el soporte de diversos medios de comunicación corporativos que impulsarían su candidatura.
Aunque en este momento las encuestas lo colocan por debajo de Claudia Sheinbaum, podría remontar la diferencia con el apoyo sistemático de esta configuración política y mediática.
A modo de colofón. Al concluir la reunión del Consejo Nacional de Morena, Marcelo Ebrard aplaudió los acuerdos aprobados: separación del cargo de aspirantes, ninguna intervención de gobernadores ni del gobierno federal en la contienda interna, boleta con una pregunta, prohibición de dádivas y acarreos. Una pregunta queda en el aire, en caso de perder la candidatura a la Presidencia de la República, ¿el excanciller aceptará la derrota y permanecerá en las filas de Morena?
Doctorada en Ciencias Políticas y Sociales por la UNAM y Posdoctorada por la Universidad de Yale