(Las opiniones expresadas en este texto son responsabilidad del autor y no necesariamente reflejan la línea ideológica del Partido del Trabajo.)
El título de esta columna dará lugar a muchas controversias. Habrá quienes aseguren que la presidenta Claudia Sheinbaum ha estado claramente defendiendo la administración de Andrés Manuel López Obrador en estos primeros diez meses como titular del Poder Ejecutivo. Dirán también que ella solo está colaborando para construir el «segundo piso» de la Cuarta Transformación —como lo ha repetido hasta el cansancio—; otros incluso sostendrán que ni siquiera manda, que es solo un alfil de Andrés Manuel.
Sin embargo, quienes piensan que es manipulada por el expresidente están muy alejados de la realidad y del conocimiento sobre la presidenta. Claudia, a diferencia de muchos de los actuales funcionarios, nunca pasó por el PRI ni por el PAN. Su génesis está realmente en el movimiento universitario y, en parte, en los movimientos sociales de masas.
Aunque directamente no ha señalado errores de su antecesor, es claro que si leemos entre líneas —que no es otra cosa que identificar el mensaje oculto que no dice directamente la presidenta en las noticias y que conocemos de lunes a viernes en su conferencia mañanera— entenderemos que sí está marcando distancia.
Antes de poner ejemplos de esa lectura entre líneas, me permito detallar algunos antecedentes relevantes:
Le fueron impuestos por la anterior administración —o en forma más clara, por Andrés Manuel— los coordinadores de las bancadas de Morena en las cámaras de Senadores y Diputados.
La conformación de su gabinete fue resultado de una negociación claramente desventajosa para ella: tuvo que repetir a la secretaria de Bienestar, aceptar como secretario de Economía a Marcelo Ebrard pese al conflicto que causó la definición de la candidatura presidencial; en Educación, se designó a Mario Delgado; se mantuvo en el gabinete a la secretaria Bárcena, a pesar del escándalo que tuvo en Relaciones Exteriores; y Rosa Icela Rodríguez pasó a Gobernación luego de su paso por la Secretaría de Seguridad Ciudadana en la administración anterior. Incluso, hay quien diría que tiene un canciller invisible.
Pareciera que únicamente forman parte auténtica de su equipo el secretario de Seguridad Ciudadana, Omar García Harfuch, la consejera jurídica Ernestina Godoy, y dos o tres personajes más del gabinete ampliado.
¿Cuál es el mensaje oculto?
El mensaje oculto que ha estado enviando la presidenta Claudia Sheinbaum es que, en materia de seguridad pública, la administración de López Obrador quedó a deber. Por ejemplo, en la conferencia del 24 de junio, declaró que de octubre de 2024 a la fecha se ha dado una reducción del 50 por ciento en el tráfico de fentanilo de México hacia Estados Unidos. Además, se han destruido mil 193 laboratorios clandestinos de metanfetaminas.
Asimismo, el secretario de Seguridad, Omar García Harfuch, ha informado que se han recuperado más de 40 millones de litros de huachicol. Recordemos que en el sexenio anterior se logró recuperar solo cerca de 8 millones de litros, es decir, menos de una cuarta parte del total que ha recuperado el gobierno de Claudia Sheinbaum en apenas diez meses.
Espero que estos dos botones de muestra basten para ver con claridad que la presidenta nos está diciendo, entre líneas, que en el sexenio anterior, en cuestión de seguridad, el trabajo fue ineficiente, por decir lo menos.
Ahora solo falta que continúen las investigaciones y se descubra dónde vendían todo ese huachicol, y más importante aún, quiénes están involucrados en ese jugoso negocio.
Y ya para terminar, solo queda una pregunta:
¿Cómo le pinta el futuro a nuestro país en política interna, si quien estaba encargada de la seguridad pública ahora está en la Secretaría de Gobernación?
Se los dejo para su análisis.