El mundo del fotoperiodismo latinoamericano está de luto tras el fallecimiento de Rodrigo Moya, quien murió a los 91 años en su hogar en Cuernavaca, Morelos, tras una larga enfermedad.
Moya deja un legado imborrable en la fotografía documental, capturando los claroscuros de la vida social y política de México y América Latina durante los siglos XX y XXI.
La Secretaría de Cultura del Gobierno de México lamenta el fallecimiento del fotógrafo, documentalista y escritor Rodrigo Moya, figura clave del fotoperiodismo latinoamericano. Su obra retrató con agudeza las desigualdades sociales, las luchas populares y los movimientos… pic.twitter.com/qjGfYiTklb
— Secretaría de Cultura (@cultura_mx) July 31, 2025
Nacido el 10 de abril de 1934 en Medellín, Colombia, fue hijo de un escenógrafo mexicano y una madre colombiana, Moya llegó a México a los dos años. Estudió Ingeniería Civil en la Universidad Nacional Autónoma de México pero abandonó la carrera para dedicarse a la fotografía bajo la tutela del reportero gráfico Guillermo Angulo. Desde 1955, trabajó en revistas como Impacto y Sucesos, documentando conflictos armados, movimientos sociales y la vida cotidiana con una mirada humanista y crítica.
Su obra más icónica incluye el retrato “El Che melancólico” (1964), tomado en La Habana durante la Revolución Cubana, así como imágenes de Gabriel García Márquez, Diego Rivera y el Movimiento Estudiantil de 1968. Moya también registró guerrillas en Venezuela, Guatemala y la invasión estadounidense a República Dominicana, siendo uno de los pocos fotógrafos mexicanos en documentar estos conflictos desde dentro.
En 1968, desencantado tras la muerte del Che Guevara y por limitaciones económicas, Moya abandonó el fotoperiodismo y fundó la revista Técnica Pesquera, que dirigió durante 22 años. En 1999, debido a una grave enfermedad, se mudó a Cuernavaca. Junto a su esposa la diseñadora Susan Flaherty reorganizó su archivo con más de 40 mil negativos, dando lugar a exposiciones y libros como Foto Insurrecta (2004) y Rodrigo Moya: México (2019). Su trabajo, presente en colecciones de museos como el de Arte Moderno de San Francisco, recibió reconocimientos como la Medalla al Mérito Fotográfico (2007) y la Presea Cervantina (2014).
En el año 1997, incursionó en la narrativa, ganando el Premio Nacional de Cuento del INBA con Cuentos para leer junto al mar.
Su archivo, cuidadosamente preservado, sigue siendo una fuente invaluable para entender la historia social de América Latina.
Rodrigo Moya no solo fue un testigo de su tiempo sino un cronista visual que dio voz a los procesos históricos y luchas sociales desde los silenciados, dejando un legado que trasciende la fotografía y la crónica, convirtiéndose en un testimonio de lucha y humanidad.