Confusa y mínima es la información que se ha divulgado en relación a las reformas que aprobó el Congreso del Estado que modifican, entre otras cosas, el nivel burocrático de los titulares de varias dependencias del gobierno de Tamaulipas, que operaban bajo la denominación de Instituto, y con una dinámica acorde a este carácter y nomenclatura.
La creación de los “Institutos”, del deporte, de cultura, de la mujer, de transparencia y de la juventud, entre otros, obedece a la preocupación de las instancias centrales de gobierno, de garantizar que los recursos, económicos, materiales y humanos, que se “transferían” o autorizaban con un propósito definido de incidir en un tema o en un segmento de la población, – cultura, por poner un ejemplo -, se aplicarán en ese asunto, y no terminaran en gasto corriente, en compensaciones de los altos directivos o en la Suburban del jefe.
En muchas ocasiones, los institutos fueron creados en los gobiernos estatales o municipales, porque su existencia era la condición para acceder a un recurso, un programa o un bien.
La existencia de los institutos es la garantía (se supone) de que un tema será atendido, independientemente si el asunto o el grupo poblacional es de interés del presidente o del gobernador. Si el gobernante no tiene interés en los temas culturales, si no aprecia la actividad deportiva, si no tiene la mejor opinión de las mujeres, la existencia de los institutos de Cultura, Deporte y de las Mujeres, ofrecen ciertas garantías de que los asuntos y la población referida, serán atendidos con independencia de las filias y las fobias del gobernante, porque tienen personal y recursos propios para ese propósito.
En cuanto a las reformas que recientemente fueron aprobadas en Tamaulipas, me parece que es un retroceso en la administración pública estatal, lo mismo si solo se trata del cambio de estatus de Director General a Director de área de los titulares, como lo han querido explicar y justificar algunos diputados, o peor si se trata de negarles la autonomía que tenían y colocarlos como dependientes directos de los secretarios del gobierno estatal.
Con esa lógica de “bajarlos de nivel” a los Directores de los Institutos, lo conducente es convertir en Jefes de Departamento a varios titulares de Secretarias, que a la manera del Doctor Simi, seguirían haciendo lo mismo, pero más barato.
Precisamente para protegerse de autoridades como las actuales que poco aprecio tienen a la juventud, la cultura, el deporte, las mujeres y la transparencia, es que se crearon los respectivos institutos.
Y si se trataba de extinguir el instituto de transparencia, a imagen y semejanza del gobierno federal, ¿por qué meter en la misma dinámica los otros institutos?, ¿y por qué no toman el ejemplo de la cultura y la educación superior?, que en el gobierno federal tienen el nivel de una Secretaria.
Las deficiencias en la política cultural, deportiva y de la juventud, no se solucionan bajando el salario de los encargados de esa tarea, ni haciéndolos subordinados de otros funcionarios con múltiples responsabilidades.
Termino reiterando la opinión de que se trata de un retroceso y de que la adopción de las prácticas y políticas de la federación en Tamaulipas, son muy selectivas, y solo se toma lo peor del gobierno central.
(OD/AM)