¿Un fracaso?, ¿un éxito?, la verdad es que ya está demás calificar la elección judicial del domingo porque, como dice la canción, “todo depende, ¿de qué depende?, de según como se miré todo depende”.
Este lunes 2 de junio en la mañana, por ejemplo, con argumentos en la mano el gobernador Américo Villarreal Anaya calificó como un éxito dicho proceso, habló de que no se registraron incidentes graves, de la participación de 13 millones de mexicanos, de cero problemas de seguridad y una coordinación entre todas las fuerzas que garantizaron la paz y tranquilidad en los comicios, el cien por ciento de las casillas abiertas, entre otras cosas que hacen aplaudible un proceso electoral.
Le reitero lo ocurrido es envidiable en cualquier parte de este planeta, una elección en paz, con madurez, con participación de quienes pretendían ser parte de esta historia inédita para México, novedosa incluso para el mundo.
Al gobernador lo entrevistaron después de la tradicional ceremonia de honores a la bandera, ahí también hizo propuestas como cambios en los formatos o el voto electrónico, e incluso animó al análisis de los resultados, a hacer propuestas por parte de los ciudadanos y los involucrados, aceptó que era un proceso perfectible, con bastantes cosas por mejorar.
“La experiencia vivida representa un avance significativo en el fortalecimiento de la participación ciudadana y en la identificación de áreas de mejora para futuros procesos democráticos. Por encima de los argumentos a favor o en contra, el ejercicio fue un éxito de la democracia y un triunfo más del pueblo de México y de Tamaulipas, que, por primera vez, eligió a los integrantes del renovado poder judicial, suceso que es un acontecimiento inédito a nivel mundial”.
Le insisto, y porque ya lo dijo el poeta, su visión es desde según como él mira el proceso, respaldada con los argumentos válidos que expresó como cero violencia e incidentes menores y desde el pensamiento de un hombre que está de cuerpo entero con el movimiento transformador del país.
Es, por supuesto, lógico que existen muchas personas, millones de ciudadanos, que no estuvieron de acuerdo en el proceso, que no acudieron a votar en la elección judicial como una forma de rechazo, junto con ellos, los opositores a la transformación también se unieron para exhibir desacuerdos, lo triste es que el único argumento que presentan es la especulación de que nos va a ir mal, qué los magistrados y jueces, los nuevos juzgadores, sospechan ellos, obedecerán a siglas partidistas.
La realidad es que no hay, en los opositores, argumentos válidos en contra de la elección, lo más cercano a justificar su rechazo fue especular que los juzgadores tendrán cercanía con quienes los apoyaron en las urnas, que sigue siendo especular, peor para ellos, de la otra forma como se han elegido a los juzgadores han estado más cercanos a intereses partidistas porque en el Senado para calificar y descalificar candidatos a esos cargos lo primero que se hacía era buscar su origen o vínculos con algún poderoso, el presidente o los grupos cercanos al presidente en la mayoría de los casos, para darles nombramiento.
El caso es que argumentos a favor y en contra, e incluso las especulaciones a favor y en contra, van a sobrar y desde el particular punto de vista, le insisto, a estas alturas esta demás atender eso, el caer en la tentación de calificar la elección o entrar a la estéril controversia de que si fue un éxito o un fracaso la misma, conclusión, fue y ya.
Porque al final lo indiscutible es que era más que necesario renovar el poder judicial en lo federal y en lo local, eso ya será un hecho, ahora esperemos que una vez instalados en sus cargos los nuevos encargados de aplicar la justicia se esmeren y no vayan a cometer los mismos errores de los que se van que empezaban por dar impunidad a quienes saqueaban al pueblo y terminaban con presuntos vínculos con delincuentes o dinero mal habido.
Pequeño ejemplo, sería de enorme felicidad para el pueblo de Tamaulipas que por fin se impulse la aplicación de la justicia a los prófugos Cabeza N y sus secuaces, porque no es justo que siga en la impunidad un saqueo que la autoridad actual estima que pudiera sumar más de mil millones de pesos en solo un año de ejercicio fiscal.
Con que los metieran al bote, ese solo hecho justificaría toda la elección o renovación del poder judicial federal y local, ojo, pero también debemos aterrizar ya en la autocrítica, en aceptar que hace falta mucho para que la elección judicial sea transparente, de mayor trascendencia, mejor participación y sin trampas o, de plano, eliminar esos procedimientos de elección universal y obligar a que el Senado los realice de manera transparente, digo, también es de sabios aceptar que se cometen errores si es que la conclusión final, después de mucha revisión y análisis del proceso, fuera esa…
(MV/AM)