El arte es para consolar a los que están quebrantados por la vida.
Vicent Van Gogh
Cierro los ojos y recuerdo nítidamente la tarde cuando entré a ver las ruinas de lo que fue la residencia de la familia Filizola. Entre muros derruidos, lianas bajando entre sillares, monumentales árboles de chaca y leyendas de aparecidos; los vestigios de la mansión tenían un aspecto fascinante, aun en medio del abandono. A mí me había gustado siempre su fachada y había entrado antes del incendio para conocer ese lugar pleno de historia. Pero sólo lo recorrí detenidamente hasta aquella tarde, cuando recién había recibido la feliz noticia de la autorización para rehabilitar el inmueble que más tarde sería la Pinacoteca de Tamaulipas.
Un proceso complejo vino después con la mano de expertos restauradores e investigadores y un equipo maravilloso de personas sensibles, comprometidas con la ejecución. Numerosas fueron las tardes, cuando yo caminaba desde mi oficina en el 17 para atisbar en los avances de la obra en la Casa Filizola que poco a poco fue recobrando su esplendor, para convertirse en un necesario espacio para el arte y los artistas. A fines de septiembre del año 2015 en el marco del Festival Internacional Tamaulipas, con la presencia de mandatarios, diplomáticos, notables creadores y sociedad civil, se inauguró el bellísimo recinto cultural con la exposición de la obra de siete grandes artistas plásticos tamaulipecos de renombre nacional e internacional.
Diez años se están cumpliendo en este 2025 de la apertura de nuestra pinacoteca estatal. Y digo nuestra porque es de todos, como todo lo realizado con nuestras contribuciones. Para iniciar la celebración de los diez años, las instituciones culturales de nuestro estado, han promovido una exposición extraordinaria del muy reconocido artista Gustavo Sánchez Tudón, nombrada Horizontes y Travesías. Hace unos días se abrió al público y la ceremonia de inauguración estuvo plena de momentos significativos. Contemplar la obra de Gustavo ha sido siempre para mí una experiencia luminosa, una emoción que a través de los sentidos, inunda mi alma y se guarda en la memoria del corazón.
No tengo duda: Gustavo es uno de los más grandes pintores vivos de Tamaulipas. Orgulloso siempre de su origen, nació y creció en Ciudad Mante, al amparo del calor y color de los cañaverales y los flamboyanes. En ese fértil universo fue iniciado en el arte por uno de los maestros más reconocidos de la Escuela Mexicana de Pintura: Ramón Cano Manilla. Más tarde, su estancia en la Escuela Nacional de Pintura y Escultura la Esmeralda en la ciudad de México y posteriormente en la Universidad Babes Bolyay de Bucarest Rumania, dan a su obra el toque maestro que se percibe en las formas sinuosas, firmes y definidas de sus obras.
Todo eso y más encontramos ahora en las hermosas salas de la Pinacoteca de Tamaulipas. Una muestra que refleja a un artista en plenitud, porque sus Horizontes y Travesías, como dice bien el texto de sala de Marcel Castillo: “son viajes contenidos de la memoria afectiva frente a un tiempo que nos apura y nos ciega. Ante la vorágine de nuestra cotidianidad, donde el paisaje se reduce a una instantánea fugaz en la pantalla, la pintura de S. Tudón se alza como un acto de rebeldía”. Así me siento yo ante sus obras, en rebelión ante un mundo deshumanizado y violento, saturado de consumo; pero también motivada, agradecida con la armonía y la belleza de sus apasionadas pinceladas. Porque la energía creativa desplegada por el maestro, nos provoca una “emoción estética”, eso que nos mueve por dentro y según Rafael Bisquerra, surge ante experiencias artísticas o de belleza y estimulan una respuesta emocional compleja: asombro, serenidad, elevación, melancolía, gratitud. Emociones que afirma la neurociencia, activan redes neuronales vinculadas al placer, la atención plena y la motivación.
Pero aun sin conocer los postulados de la neurociencia, el arte es capaz de transformarnos, darle sentido a la existencia o recordarnos simplemente que estamos vivos. En eso radica la fuerza de la cultura, algo que muchos no entienden, pero va más allá de la indiferencia, porque como diría Siqueiros, penetra en el alma de un pueblo a través de lo más sutil del pensamiento. Eso nos prueba Sánchez Tudón con su arte y no se necesita ser erudito para sentir la potencia en sus paisajes, en sus abstracciones, en sus trazos de vivos colores tan nuestros. Lo dijo mejor el poeta Arturo Castillo en la inauguración: “Gustavo es hoy un deslumbrante presente. Hecho de trabajo incansable y bonhomía, de la convicción que el arte es producto de un gran esfuerzo personal.
Celebro desde aquí el gran esfuerzo del maestro Sánchez Tudón y el apoyo de las instituciones para hacer posible que esta magna exposición sea parte de la celebración de los diez años de nuestra bellísima Pinacoteca de Tamaulipas. Al mismo tiempo les recuerdo que la mejor manera de reconocer a un artista es mirar y admirar su obra. Y si es posible adquirirla. Por lo pronto, invito a todos a dialogar, a compartir el gozo de vivir a través de Horizontes y Travesías. A reafirmar con sus imágenes, el orgullo de ser tamaulipecos.
(LG/AM)