En la zona conurbada de Tampico, Altamira y Madero (TAM), tenemos la mejor prueba de que el primor existe, de que morena no es más que la cuarta transformación del PRI, de que los gobiernos del movimiento de regeneración nacional y fauna de compañía, son en realidad la restitución del priismo más rancio y corrupto.
Priistas fueron, son y serán los presidentes municipales de Tampico, Mónica Villarreal Anaya; de Altamira, Armando Martínez y de Madero, Erasmo González Robledo.
Los tres se formaron en el PRI, militaron en el PRI, tuvieron cargos relevantes en el PRI, participaron en el PRI y fueron fieles al PRI hasta la última quincena, hasta que fueron derrotados por Acción Nacional.
El priismo de los tres herman@s de la zona conurbada, como le gusta decir al alcalde Erasmo González, se nota en las mañas, en los orígenes, en su visión del mundo, en la concepción patrimonialista del servicio público, en las vanidades, en el nepotismo y en la ineficiencia y corrupción de sus gobiernos.
Pero no tenemos por qué sorprendernos de la actuación de los primores del sur, pues era de esperarse que seguirían siendo priistas por los siglos de los siglos, tal y como lo fueron sus padres.
Que mejor prueba de que los municipios de la zona conurbada son cien por ciento primores, y para nada morenos, ni de izquierda, ni progresistas, que recordar que los tres son descendientes directos de priistas “distinguidos”.
Erasmo González es hijo y tocayo de un ex alcalde de Madero, con historial de trafiques con predios que luego les comento. El padre de Armando Martínez es parte de ese pasado que el mismo presidente de Altamira calificó como de exalcaldes priistas muy corruptos… aunque luego se dio cuenta del lapsus y tuvo que agregar a la frase de que “todos fueron muy bandidos”, la aclaración de “menos mi papá”. Mónica Villarreal es hija de un exgobernador, también priista.
De ser una ciudad, -o tres ciudades-, limpias, ordenadas, iluminadas, con crecimiento y desarrollo, hoy son territorios del desorden, de la violencia, de la corrupción, del nepotismo, de las ocurrencias, del trafique mayúsculo de hidrocarburos importados de contrabando.
La privatización de los bienes públicos que pretenden hacer los alcaldes de la zona sur, los acerca a la (muy) corriente del priismo neoliberal. Esas maniobras para obsequiar el patrimonio público a particulares no se atrevieron a hacerlas los panistas, aunque en ese partido no está mal visto, pero si lo están haciendo los advenedizos que asaltaron el poder y la dirigencia de morena, para hacer negocios desde los cargos públicos.
(OD/AM)