Resabio de la política neoliberal que aplicaron los gobiernos del prian en las últimas décadas, es buscar, promover y conseguir la aprobación de las “calificadoras” internacionales, que aprueban (o reprueban) el manejo de las finanzas públicas, que en español simple significa como gastas, para qué y para quien, lo que implícitamente indica para quien gobiernas.
Los tecnócratas que gobernaron en el pasado reciente se sujetaban a las indicaciones de las calificadoras internacionales y presumían las buenas calificaciones que les otorgaban por aplicar la medicina siempre amarga que se aplicaba en los países dependientes, como el nuestro, para mantener un estado de cosas que incluye la transferencia constante de riquezas del más pobre al más rico.
Por varias décadas, los tecnócratas lograron convencer, a quien se tenía que convencer, de la importancia y pertinencia de sus saberes y de su trabajo. Al poner en el centro del debate público los asuntos económicos y sus ramificaciones, inflación, tipo de cambio, paridad, PIB, mercados, etc., se vendieron como necesarios, como indispensables y fue así como “asaltaron” el poder político.
Les comparto estas reflexiones como contexto de mi comentario sobre la campaña publicitaria que con ese mismo esquema está aplicando el secretario de Finanzas del gobierno de Tamaulipas.
Jesús Lavin Verástegui, de los Verástegui de Xicoténcatl y primo hermano del Truco Verástegui, ha puesto en funcionamiento, – o por lo menos autorizado o tolerado -, una campaña de medios de mediana intensidad en la que nos muestra lo eficiente que ha sido el manejo del tesoro estatal, que le ha permitido ser acreedor de varias medallitas milagrosas y estrellitas en la frente, de parte de varias calificadoras internacionales.
Contra la fama de Chucho Lavin de ser un tipo discreto, de no buscar los reflectores, de preferir la influencia en corto con “el señor” (en turno) antes que el protagonismo, hoy muestra un quiebre en esa actitud que lo mantenía ajeno a la lucha política.
Chucho Lavin hoy quiere ser protagonista. Su formación y su cultura política burocrático priista, lo han llevado a querer replicar una estrategia que les funcionó a sus compañeros de sector y de partido (PRI) y que permitió que sujetos con el carisma de un refrigerador descompuesto, fueran presidentes y gobernadores postulados por un partido que se asumía representante de las mayorías.
Con cuatro secretarías bajo su tutela, con el control de todo el flujo del dinero público, con la cercanía al jefe, con muy pocos competidores de tanto peso como el mismo, el Chucho Lavin, como buen hombre de números, debe estar calculando que si puede meterse a la carrera por la gubernatura.
Si su primo pudo, por lo menos ser candidato, con menos estudios, presencia e influencia en el gobierno y en el gobernante, ¿por qué no podría el otro primo repetir la hazaña de ser candidato?, sin repetir el resultado negativo.
La difusión del primer lugar de Chucho Lavin entre los tesoreros estatales y del visto bueno de las calificadoras internacionales (patito pero internacionales) son pruebas suficientes y necesarias de que el Tesorero del Estado, algo quiere y no es dinero, porque el dinero ya lo tiene en sus manos.
(OD/AM)