No sería mala idea, que en México retomáramos la tradición de celebrar cada año el Día del Árbol incluyendo festivales, conferencias, concursos y plantación de diferentes especies. Esta efeméride se remonta a 1959 de acuerdo a un decreto emitido por el presidente Adolfo López Mateos. También era conocida como la Fiesta del Bosque que se celebraba el segundo jueves de julio en escuelas, jardines plazas, avenidas y otros espacios públicos. Además, sería menester que a la entrada de las ciudades, villas y ejidos además del anuncio sobre el número de habitantes, se colocara otro con la cantidad de árboles que existen en las comunidades.
Respecto a los beneficios que los árboles proporcionan, mientras algunos personajes le dan uso político, el notable educador tamaulipeco Lauro Aguirre encontró en ellos un método pedagógico para los infantes victorenses, cuando a principios del siglo pasado creó en el Paseo Méndez la Escuela de las Frondas o al aire libre. Es decir, la impartición de clases a estudiantes de primaria bajo la sombra de las ramas de álamos, fresnos y ceibas. O como lo menciona José Vasconcelos “En un contacto estrecho con la naturaleza…Como en el caso de Pestalozzi, la enseñanza partía de las cosas y de la vida misma.”
Las Vegas de Treto
En 1884 entre las prioridades del gobierno porfirista del general Rómulo Cuéllar, destacaba el embellecimiento de la Alameda de Ciudad Victoria, fomentando la siembra de “árboles lozanos” y el cultivo de flores de ornato. Vale decir que a los viajeros de esa época les llamaba la atención la variedad de encinos, zapotes, ojites, higuerones, bonetas, morales, cerones, ébanos y mezquites. Por su parte, en 1907 el gobernador Pedro Argüelles destinó al municipio de Victoria, una partida anual de 200 pesos para la compra de árboles y plantas ornamentales.
Como parte de los terrenos aledaños a la Hacienda de Tamatán, desde finales del siglo XIX en el suroeste de la ciudad cerca del Camino Real y el Río San Marcos, se encontraba una extensión territorial de exuberante vegetación después conocida como las Vegas de Treto propiedad del señor Guadalupe Treto, descendiente de familias fundadoras de la Villa de Aguayo. En 1910 una de las huertas de este lugar pertenecía a don Alberto Treto. Se trataba de una hectárea, dedicada al cultivo de árboles frutales, entre ellos naranjos.
En esa época la ciudad tenía unos 9 mil habitantes, dos hoteles, un bonito caserío rodeado de huertas y jardines, una alameda, el Paseo Pedro J. Méndez, existía un tranvía urbano y las casas comerciales más importantes pertenecían a las familias Lavín, Quintana y Haces.
El Día del Árbol
En México las fechas de las celebraciones cívicas, relacionadas con el árbol han variado a lo largo del tiempo. A estas debemos agregar el Día del Medio Ambiente, surgido hace pocos años. Sin embargo, lo más importante de este asunto es conocer el interés de las autoridades de gobierno sobre la ecología y las actividades para honrar la naturaleza. Una de ellas se registra a principios de 1931, cuando el gobernador de Tamaulipas licenciado Francisco Castellanos Tuexi emitió un decreto donde instruye a los presidentes municipales que a partir del 15 de febrero de ese año “…sea debidamente solemnizada” La Semana del Árbol…procurando que en ella tomen, principalísima parte las escuelas y las Agrupaciones obreras y campesinas, así como el mayor número de vecinos, en la inteligencia de que la ceremonia se concretará exclusivamente a la plantación de Árboles y a dar realce al acto por medio de discursos, conferencias, veladas etc, etc… haciendo con ella efectiva labor cultural y educativa.”
Comité de Defensa de la Plaza Hidalgo
El asunto de la tala de árboles en Victoria, es un tema que desde siempre ha despertado el interés de la ciudadanía. En 1952 luego de la deforestación y pérdida de la biodiversidad en la Plaza Juárez, bajo el argumento que nuevo edificio del Palacio de Gobierno recién estrenado por el licenciado Horacio Terán no lucía en todo su esplendor, surgieron opiniones de inconformidad por el derribamiento de los ancestrales árboles. Incluso el poeta popular Arnulfo Martínez, escribió unos versos obscenos totalmente impublicables en este espacio.
Para aminorar un poco la inquietud de los victorenses, el gobernador Terán promovió la creación del Comité Pro Árbol que el mismo presidía, delegando funciones en el doctor Gregorio Perales de la Garza. A principios de ese año, el galeno anunció que serían plantados en esta capital cuatro mil árboles, con motivo del Día del Árbol. Además nombró como parte del comité a “José Villarreal Tello -secretario- y tesorero Emiliano de la Garza. Como vocales figuran el Coronel Marcelino Mendoza, profesor Jesús Delgado de la Liga de Comunidades y el profesor Patrocinio Huerta.” Además, se realizó un taller de literatura y dibujo Pro Árbol.
Según la revista El Mensajero Forestal editada en Durango, en 1954 se sumaron al proyecto los maestros de la capital tamaulipeca respecto a la protección y admiración de los alumnos, padres de familia y ciudadanía en general hacia los árboles. Para ello, elaboraron creativos cartelones con dibujos con la leyenda “Ama al árbol como a ti mismo.”
Árboles de la Plaza Juárez
A principios de 1952 surgió el rumor que los árboles de la Plaza Hidalgo serían derribados. Ante dicha noticia, el periódico La Opinión dirigido por Olga Villarreal de Porras, se sumó a la protesta del Comité Pro Defensa del mencionado lugar público. Bajo estas circunstancias, el secretario de Gobierno del Estado Manuel Lerma Betancourt desmintió la versión de acabar con la flora y de paso, con las diferentes variedades aves que anidaban en su follaje. El funcionario utilizó un lenguaje metafórico “No se tocará una sola hoja”.
Es evidente que la administración del gobernador licenciado Horacio Terán (1951-1957), se preocupó de resarcir el daño al medio ambiente causado por la tala indiscriminada de árboles en la Plaza Juárez, a finales del gobierno del general Raúl Gárate. En este sentido, Terán buscó la colaboración del ingeniero forestal Pablo Jiménez Nájera, enviado por el Regente de la Ciudad de México Ernesto Uruchurtu para realizar la siembra de rosales y árboles de ornato.
El que a buen árbol se arrima…
Buena sombra lo cobija, dice el refrán. Los árboles nos dan oxígeno, sombra, frutos y estética urbana pero los de Ciudad Victoria, también nos proporcionan poesía en cada uno de sus nombres. Caminamos por las calles y veredas entre lluvias de oro, patas de vaca, nogales, orejones, sauces llorones, san pedros, encinos, ceibas, guamúchiles, anacahuitas, ébanos, anonas, nísperos, moras, mezquites, moringas, mangos, limas dulces, higuerones, aguacates, limoneros, fresnos, flamboyanes y tantos otros que registra en sus investigaciones el doctor Arturo Mora Olivo.
Lo mismo debemos reconocer el esfuerzo del cuidado de los árboles y medio ambiente, en las asociaciones ambientalistas Anacahuita, Tonantzin Tlalli, El Jardín de Piedra acaudillados por Libertad García, Tere Baeza y Sergio Niebla. Además de los jardineros particulares y empleados municipales del área de parques y jardines y en general todos aquellos que de manera anónima y discreta se dedican a plantar, regar y cuidar los árboles para que la naturaleza de nuestra ciudad tenga más vida.
(La Opinión/julio 29 de 1952; el Heraldo de Victoria/6 de marzo de 1952; Periódico Oficial de Tamaulipas/febrero 6 de 1931; Periódico Oficial de Tamaulipas/diciembre 10 de 1907; Periódico Oficial de Tamaulipas/septiembre 27/1910).
(FR/AM)
