Si me dijeran “ya te vas a morir mañana, di lo que quieras dejar dicho” yo diría que lo más importante que aprendí en el curso de mi vida es la suprema importancia del DIÁLOGO. Hablar, articular, platicar, decir, inclusive debatir; dialogar con los demás, pero sobre todo entre nosotros. Porque la solución a todos nuestros problemas está en poder comunicarnos. El enemigo de allá afuera, sea quien sea, está contando con agarrarnos de uno a uno, dispersos, desbalagados, pero por muy fuerte que sea, no va a poder vencernos si somos capaces de acordar un frente unido entre nosotros. El acarreo de los malos políticos, o de los medios vendidos, no puede, no tiene el poder de sustituir nuestro diálogo familiar y comunitario; el cañoneo de los buitres es constante y su intención es confundirnos; esa es su estrategia; la que han usado muchos años para tenernos sometidos. Pero al final, el arma indestructible que ha echado a la humanidad, y a cada uno de nosotros, pa’ adelante, ha sido el diálogo; hablar entre nosotros. Y si a mí no me lo creen, créanselo al que lo dejó dicho en una clave misteriosa de que “en el principio era el verbo” (o la palabra) y que “por medio de él (del verbo) se hizo todo, y sin él no se hizo nada”.
(EC/AM)