Omar García Harfuch trae en las venas su destino. Si hubiera forma de definirlo, sería como los caballos pura sangre: sus ancestros han sido figuras principales en la conformación del México que vive su IV transformación. Su abuelo, Marcelo García Barragán, fue soldado de la División del Norte y luego constitucionalista; fue electo gobernador de Jalisco y el presidente Gustavo Díaz Ordaz lo nombró secretario de la Defensa Nacional en la dura resistencia contra los embates de la CIA y la KGB.
Su padre, Javier García Paniagua, fue senador, presidente del CEN del PRI, secretario de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano, y de Trabajo y Previsión Social. Estuvo en un tris de ser el candidato del Partido Revolucionario Institucional a la Presidencia de la República; pero, el derrumbe de los precios internacionales del petróleo y la crisis económica, favorecieron al secretario de Programación y Presupuesto, Miguel de la Madrid, lo que rompió la continuidad de los gobiernos revolucionarios.
Se necesita entender la historia de México y haber estudiado a profundidad los acontecimientos de la segunda mitad del siglo XX, que incluyen la gran mentira de la “Matanza de Tlatelolco”, que nunca ocurrió, y los afanes por deteriorar la imagen del gobierno mexicano, como parte de la estrategia de afectación al modelo económico que dio a México la más prolongada era de paz, estabilidad y desarrollo de que se tenga memoria, en un mundo convulsionado por atroces guerras.
Con De la Madrid se inicia la etapa neoliberal impuesta al mundo por la dupla perversa Reagan-Thatcher cuyo objetivo fue siempre la acumulación de la riqueza producida por el hombre en unas cuantas manos tan estériles como inútiles. Se inicia la explotación irracional de los recursos que provee el planeta, la precarización del trabajo y la degradación del ser humano, hasta convertirlo, como bien lo definió el Papa Francisco, en un una cosa desechable.
Los mexicanos, hábilmente conducidos por Andrés Manuel López Obrador, han iniciado la Cuarta Transformación de la vida pública bajo la premisa de que: “Por el bien de todos, primero lo pobres”. También por mandato popular expresado en las urnas de manera clara y contundente, Claudia Sheinbaum Pardo está construyendo el segundo piso del avanzado proyecto económico, político y social que habrá de cumplir la profecía de Benito Juárez: “La democracia es el destino de la humanidad futura”.
Este proyecto, que también contempla la paz, la estabilidad y el desarrollo, ha dado cabida a un nuevo García: Omar García Harfuch, secretario de Seguridad Pública y Protección Ciudadana, nieto de don Marcelino, hijo del segundo matrimonio de Javier con la famosa actriz María Sorté, y eficaz constructor de tranquilidad, sosiego y armonía entre los mexicanos, quien ha demostrado habilidades, talento y entereza como para llegar a los niveles donde sus antepasados se movieron con soltura.
Como antes ocurrió, García Harfuch es y será víctima de insidiosos ataques, abiertos o encubiertos, la mayoría de ellos difundidos a través de los medios tendenciosos y venales, para denigrar su imágen; pero, el proyecto de la 4T lleva dentro de sí mismo los antídotos necesarios para que la carrera del secretario de SPyPC siga viento en popa: por lo pronto sus poco menos que extraordinarios logros en el combate a la delincuencia organizada avalan su perfil.
Si en seis meses ha logrado bajar la tasa de homicidios dolosos en un 30 por ciento en todo el país, ¿Qué no hará en los próximo cinco años y medio?, o cuatro y medio si es que mantiene su ritmo de trabajo y eficacia y los mexicanos deciden que ha llegado el tiempo de que un García tenga el bastón de mando, no para mandar, sino para servir a la gente, cerrando definitivamente las puertas a los poderes fácticos que hasta el aire quieren cobrar.