Por: Marco Antonio Vázquez Villanueva
Cuando Tamaulipas empezó a convertirse en un infierno, en el 2009, uno de los políticos encumbrados invito a almorzar a quien esto escribe, lo de siempre, temas triviales, análisis para uso personal en la voz de quien algo sabe del tema pero no lo puede gritar a los cuatro vientos y algo de su chamba.
Los primeros granadazos habían estallado ya en las puertas de la presidencia municipal de Victoria, cerca de palacio de gobierno, también en otros sitios de esta capital y otras ciudades de la frontera, se recrudecía la violencia, entrábamos a lo que mucho han llamado una guerra aunque más semejó terrorismo.
Cuando se tocó el tema de la violencia se coincidía que apenas empezaba y que por la forma de actuar de la autoridad vendrían muchos años difíciles a este Estado, iguales o peores a lo que ya vivíamos (lo que ocurrió), con una arista de su parte, su análisis fue más o menos en estos términos: “La única posibilidad que se acabe pronto es que le maten un hijo o un familiar muy querido a uno de los que tienen capacidad de cambiar las cosas, de otra forma seguiremos creyendo (los políticos) que somos intocables, que podemos seguir acumulando dinero y que nada nos va a pasar”.
Al paso de unos meses, y un sexenio más, su hipótesis fue desechada, la ambición resultó más grande que el dolor por un familiar ejecutado o la caída de parte del equipo, los gobernantes nos demostraron que todo era sacrificable mientras las cuentas bancarias siguieran registrando incrementos en forma escandalosa, mientras vivieran como reyecitos, fue eso o que de plano las autoridades no tuvieron capacidad para comprender el fenómeno y atacarlo de manera eficiente, el caso es que nada se hizo para frenar la violencia.
Es real, con Egidio al frente del gobierno hubo avances en cuanto a que llegamos a tener una policía local, la inversión en la materia se triplico, se concluyeron protocolos para combatir la corrupción, pero al final de su administración los resultados no se notaron en el pueblo, e incluso quedó la sensación de que todo lo sacrificó, hasta su propia sangre, por acumular riqueza, le aclaro, es la percepción sin que haya más pruebas que nuestra situación para opinar al respecto, nunca bajaron las balaceras, ni los ejecutados, ni los desaparecidos, da la impresión de que se fingía actuar, le insisto, es pura percepción a partir de lo que fue nuestra realidad.
Y lo mismo parecía ocurrir en todo México, hombres y mujeres muy cercanos a los gobernantes caían y no pasaba nada o simple y sencillamente se ejercía venganza, pero no mejoraba la situación para el ciudadano de a pie.
No hace muchos días, platicando del tema de la seguridad en México, de los pronósticos para que acabe la misma o por lo menos la gente no ande con miedo y corra los menos peligros posibles en las calles, uno de los presentes en la discusión pronunció frases muy parecidas a las que recetaron poco antes del 2010 aunque ahora más globalizadas.
“Deja que le duela a los gringos, que los consumidores se sigan muriendo por drogas y que les peguen a los del dinero de allá, o a sus políticos con secuestros, asaltos o balaceras y entonces van a intervenir porque es una cuestión de seguridad nacional para ellos, no pueden dejar la frontera tan vulnerable”.
Pero, ¿qué cree?, haciendo retrospectiva, también en aquellos años se observaron balaceras en Mc Allen y otras ciudades de Texas, ataques armados donde conocieron los gringos el terror que se vivía en muchas partes de México y tampoco hicieron mucho.
En defensa de la visión globalizada, de confianza al gobierno gringo, hay que decir que estos son otros tiempos, que a los gobernados por Donald Trump se les ve más pendientes de lo que pasa en México, lanzan alertas migratorias y demás con bastante oportunidad y han basado su guerra comercial en ese tema.
Pero eso solo es lo visible, todavía falta observar cómo reacciona el gobierno gringo en el problema de fondo, o si únicamente se trata de amenazas con otros fines, vaya en su actuar nacen muchas dudas, si fuera real, ejemplo, pues por fin se enterarían que hay que coordinarse con autoridades mexicanas para inhibir el delito más que pedirle a sus ciudadanos que no crucen la frontera, qué, curiosamente, casi siempre arrecian sus ataques previo a periodos vacacionales.
Y no hablamos de que nos hagan la tarea frenando ellos la delincuencia de acá, pero es obvio que los hijos de Donald Trump tienen mejores técnicas de investigación y más capacidad de fuego para enfrentar la violencia, que pueden capacitar a policías locales de Tamaulipas y de los Estados mexicanos que tienen frontera con ellos, para funcionar como muro de contención y de paso pacifiquen la región.
Se trata de que los gringos vayan entendido que el delito no tiene fronteras ni necesita visa, que muchos de los delincuentes en un lado son gente respetable y del otro unos diablos, en ambas direcciones y que por lo tanto coordinarse es una necesidad.
No se trata de que la desgracia en Estados Unidos sea nuestra solución, pero se debe considerar que urge más la cooperación y no las alertas migratorias o de seguridad que lanzan los consulados gringos a sus connacionales cada que les da su gana.
Todo lo anterior nada tiene que ver con que acá debe comenzar nuestra seguridad, en que tenemos que trabajar en lo nuestro en forma integral, atacar la violencia más de fondo, renovar la estructura social, un simple caso, se requiere de que nuestra gente gane lo suficiente para darle atención y buena vida a los hijos, eso, entre miles de adversidades más que tenemos empezar a solucionar, luego sigue dar muestras de que hemos podido asimilar nuestro mal, que tenemos la solución y no como los de allá, los de Estados Unidos, que hasta que casi les llega la lumbre a los aparejos se van dando cuenta que no aprendieron, que ni siquiera han sido capaces de concientizar a sus chavos de que las drogas matan, los datos lo dicen, son miles los que se mueren año con año por sobredosis o en el consumo de drogas duras, y ni modo que sea invento, y ni modo que se les aparezcan por arte de magia, es decir, se ven hipócritas cuando dicen que acá somos narcos y corruptos cuando es una realidad que allá hasta protección o impunidad les permiten.
Por lo demás, otra alerta migratoria que solo se debe leer y tirar a la basura mientras no se vean señales de que en realidad quieran trabajar en el tema…