Maestra Chelita

Por: Fortino Cisneros Calzada

Hoy, 8 de marzo, se celebra el Día Internacional de la Mujer. En realidad no necesito una fecha especial para rendir un tributo de reconocimiento a la parte más bella del universo. Antes mi madre y mi abuela, luego mis hermanas y, finalmente tú. Siempre una mujer, y con ella todas, ha estado a mi lado para enseñarme a ser hombre, a conocer el profundo sentido de la vida, el gran don que el Señor nos otorga, culmen del amor, del amor de Él hacia nosotros y entre nosotros.

Tu tarea en la vida fue ser maestra, una maestra que enseñó de la única manera que se puede enseñar: con el ejemplo. De niña enfrentaste los abusos de los mayores, aunque ello llevará a unos azotes; de joven lideraste a la pandilla para enfrentar los miedos; ya como profesionista rechazaste la comodidad citadina para ir a la sierra Tarahumara a llevar el conocimiento a los niños que rompían el hielo con el talón desnudo camino a la escuela. Tu espíritu fue inquebrantable.

Nos enseñaste a respetar tu integridad como persona, como mujer y como compañera de vida. Diste alas a nuestros hijos y luego los dejaste volar con absoluta libertad. Con paciencia fuiste conduciendo al más cabezón de tus muchachos para que fuera enmendando sus yerros. Tu temple convirtió nuestra casa en un hogar donde reinó la paz, el amor y la alegría, aunque con episodios de intenso dolor. Tu júbilo mitigó las penas.

El primer día en nuestra casa te encontré llorando: se te había quemado el arroz. Nunca más volvió a suceder; te convertiste en una magnífica cocinera y podemos dar testimonio de que no había cabrito en salsa como el tuyo, ni asado de puerco preparado con tus bellas manos o aquellos chiles en nogada que ni en la mismísima Puebla tienen igual. Bastaba con que se te presentara un reto para volverte una experta, como cuando pintabas, cosías, tejías o bordabas.

No fuiste feminista, eras humanista. Juntos supimos encontrar los espacios para que tú pudieras realizar tus sueños y tus proyectos, como tu amor por la danza. Estudiaste en Bellas Artes y siempre fuiste la maestra de los bailables, lo que finalmente cobró un alto precio. Tu vocación no tuvo la menor duda; ante las ofertas de puestos directivos, comisiones o representaciones tu respuesta fue invariable: “No, yo soy maestra y estaré frente a un grupo hasta el último día”.

Cómo no recordar cuando un energúmeno te sacó la pistola porque no dejabas salir a uno de tus alumnos que no terminaba su trabajo en el aula, hasta que avergonzado entendió que eso era disciplina y que si los niños se quedaban, tú también lo hacías, restando tiempo a tus otras actividades. O tu valiente defensa de las mujeres maltratadas y abusadas, aún a riesgo de tu propia integridad y tus entenados que ayudaste siempre con ropa, comida y dinero.

Todas esas virtudes, que son frecuentes en la mujer mexicana, adornaban más tu gran belleza. Por eso, Chelita, mi querida Maestra Chelita, hoy, Día Internacional de la Mujer, las menciono, aunque las llevo sembradas en el corazón.

Ultimas Noticias

error: Content is protected !!