Por: Francisco Ramos Aguirre
Hubo una época donde el anecdotario y la picardía tamaulipeca, se generaban cotidianamente. Los llamados políticos “dinosaurios” disfrutaron de cierta solvencia intelectual, producto de su trayectoria y méritos del oficio. Voluntaria o involuntariamente, tenían y ejercían el buen sentido del humor. La anécdota, apodos, frases picarescas, pitorreo y chascarrillos eran una especie de contraloría social sobre su actuación. Además, el ingenio colectivo, indicaba su nivel de popularidad ciudadana.
Documentar el humorismo y picardía del poder, puede significar una tarea entretenida. Generalmente la ejercen quienes asisten a lugares donde se comenta sobre personajes de altas esferas del gobierno. Hasta hace pocos años, el laboratorio clandestino del anecdotario político tamaulipeco, eran las cantinas y cafés más populares TeKa, Tampico Club, El Gallito, Dady’s, Royal, Martin’s, París y Elite. En estos lugares los politólogos derrocaban gobernadores, renunciaban funcionarios y orientaban el futuro del país.
Entre los cafetólogos victorenses, el rumor era el más efectivo para su difusión. Más todavía, las redes sociales del Facebook y twitter reforzaron sus opiniones. Actualmente, los políticos modernos y ñoños rehúyen esos lugares públicos, seguramente por temor a reclamos.
La anécdota decía el licenciado Fernando García Arellano, es un haz luminoso que en su brevedad permite ampliar la visión, entorno al quehacer u omisión de una persona en peculiares circunstancias de comprometida valoración. Los políticos, son expertos en aportar pepitas de oro anecdóticas y pícaras.
Una de las más comentadas corresponde al presidente de México, Manuel González, y se refiere a un encuentro con su compadre Porfirio Díaz. Según platicaba Jesús Reyes Heroles a Octavio Paz y Julio Scherer que vísperas de la sucesión presidencial en 1883, ambos personajes se reunieron en privado y el oaxaqueño le comentó a González que no tenía ambiciones políticas y menos convertirse en su sucesor.
Apoltronado en su silla presidencial, el héroe tamaulipeco lo escuchaba con atención en su despacho palacio nacional. Al mismo fingía buscar insistentemente, algún objeto en los cajones del escritorio. “¿Que busca compadre?” le dijo Díaz. El matamorense le contestó: “!Al pendejo que se lo crea!”
En los años setenta Héctor Treto Cisneros, en una mesa de café comentó al periodista Lupe Díaz que acababa de ver un camión con ataúdes porque en Llera, habían muerto varias personas en un enfrentamiento a balazos. Sin pensarlo dos veces, don Lupe abandonó la reunión y acudió ese lugar con un fotógrafo. Llegaron a la comandancia y comprobaron que era mentira.
Díaz, regresó enojado y le reclamó a Treto quien le respondió “Mira Lupe, siempre leo tu columna periodística Desde la Capital, y me engañaste seis años diciendo que el candidato a gobernador sería Filiberto Bernal Mares y nunca te reclamé nada. Estamos a mano.” Años después el creador del Club Webberson, parafraseaba en el Dady’s: “Ya me canso de llorar y no amanece” porque no invitaban a colaborar en un cargo público, en relación al lema Nuevo Amanecer de Manuel Cavazos Lerma.
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Magdaleno Aguilar, fue uno de los políticos más socorridos a quien colgaron numerosas anécdotas. Platican que cuando Emilio Portes Gil era presidente de México, le recomendó que leyera Los Tres Mosqueteros para ilustrarse. Atendiendo el encargo, don Maleno acudió a una librería de la calle Donceles y preguntó el precio: “Treinta pesos” dijo la empleada. Sacó diez pesos de la bolsa y se los entregó: “Bueno, pues nomás me alcanza para un libro, mañana vengo por los otros tomos.”
Marte R. Gómez, tenía fama de ejercer el poder de manera enérgica y sentido común. En asuntos de atender comisiones en palacio de gobierno, lo hacía de manera rápida. Una ocasión acudió un grupo de campesinos de la frontera para solicitar la construcción de un canal de riego. Marte los escuchó y en cinco minutos ya estaban en camino a sus lugares de origen. Durante la asamblea ejidal, les preguntaron sobre los resultados del trámite. “Pues nos fue mal. Autorizó el canal del agua, pero no nos atendió bien.”
Manuel Garza González, aspirante a la gubernatura de Tamaulipas y uno de los políticos más experimentados de México, decía irónicamente: “El viejo cuenta lo que hizo, el pendejo lo que va a hacer y en México todos somos iguales; pero hay unos más iguales que otros.” Alguna vez, Ernesto Gómez Lira expresó irónicamente “Reúne más gente una pelea de perros, que un mitin de un partido de oposición.” Otra de las creadoras de frases célebres era Laura Alicia Garza Galindo. Días antes del destape de un candidato a la gubernatura a Tamaulipas, declaró a la prensa: “Este arroz ya se coció.”
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En la década de los cincuenta circuló en Matamoros El Picudo, un modesto periódico dirigido por Tanis Molina quien lo bautizó así, por el insecto depredador del algodón. Durante el segundo informe el presidente Adolfo Ruiz Cortines, anunció que en Matamoros habían inaugurado un aeropuerto. Al siguiente día, Tanís publicó a ocho columnas: ¡Miente Usted Señor Presidente! por lo que fue llamado a la capital del país. Allá buscó el apoyo del doctor Norberto Treviño Zapata, quien lo condujo a palacio nacional. ¿Por qué dice que miento?” le dijo el mandatario –Pues pregunte usted donde aterrizó el avión que fue por mí a la frontera. Al momento uno de sus acompañantes aclaró: “En Brownsville, señor. Las autoridades de Tamaulipas le informaron mal, en Matamoros no existe aeropuerto.” Ruiz Cortines se disculpó y entregó un sobre con dinero para que retornara al estado.
El periodista Pérez Ávila consigna una anécdota del presidente José López Portillo, un político de personalidad carismática, alto, sonriente, blanco y patilludo. Durante una visita a Tampico correspondió al locutor Carlos Enrique Núñez de Cáceres, dirigirle un mensaje del gremio de comunicadores. Al concluir se disculpó con el mandatario por los errores cometidos, argumentando que nunca había hablado frente a un presidente. López Portillo lo consoló diciendo “Nunca ha hablado frente a un presidente, pero bien que se los
ha bebido.” Refiriéndose al brandy de moda.
Cuando el licenciado Bruno del Río ex Secretario General de Gobierno durante el sexenio del doctor Emilio Martínez Manoutou se enteró que Heriberto Batres, alto funcionario de la Secretaría de Gobernación asumiría ese cargo con Américo Villarreal Guerra, se presentó a su oficina y le dijo: “Te bajaste de un jet para subir a un monomotor.” Batres lo contestó irónicamente “Sí, pero hay otros que se caen de un triciclo.”
La anécdota, calibra la tolerancia de los políticos. Gustavo Díaz Ordaz, solicitaba a su secretario particular le contara los chistes que se hacían a sus costillas. Un día en medio de un terrible aguacero, aterrizó su avión en Xalapa. Al descender le comentó el gobernador Fernando López Arias: “Están muy feos los días, señor presidente.” Díaz Ordaz replicó “Los Gómez Arias no se quedan atrás.” En relación a su boca chueca por la que lo apodaban Pico Chulo.
La anécdota no sustituye a la historia. En todo caso, puede ser tenida como una mínima y placentera fuente auxiliar, proclive a provocar una más profunda curiosidad en torno a un conocimiento más amplio de personajes o hechos relevantes. Los héroes y figuras protagónicas, por más que lo sean, están hechos de carne y hueso. En consecuencia, pueden ser abordados por este género literario.