Epigmenio N. Durán y su esposa Micaela Soto originarios de Cruillas y San Carlos, Tamaulipas nunca imaginaron volver a ver a su hija Dione, después de su desaparición el 16 de diciembre de 1929, mientras caminaba por la calle sin imaginar lo que sucedería. Aquella mañana salió de su domicilio del 7 y 8 Bravo con rumbo a la escuela y al voltear hacia la calle Guerrero, unos metros antes de llegar a la avenida Juan B. Tijerina, un desconocido la detuvo para ofrecerle una bolsa de golosinas.
No se sabe la hora exacta y detalles del acontecimiento, pero lo más seguro es que alguien abusó físicamente de aquella niña de once años de edad. Probablemente ante el temor de afrontar una denuncia penal que lo llevaría a la cárcel, prefirió asesinarla a sangre fría y con ayuda de otra persona introdujo su cuerpo en un tonel metálico cubriéndola de cal.
El desenlace de los hechos culminó en el sótano de la Escuela Normal y Preparatoria del Estado, donde introdujeron el enorme bote a través de una puerta ubicada en la calle Guerrero, protegidos bajo la sombra de un enorme Laurel de la India.
Como era de esperarse, durante varios meses aquel suceso conmovió de manera extraordinaria a la sociedad victorense. Quiso el destino, que al paso de los años la tarde de un martes 15 de julio de 1947, varios albañiles encargados de la remodelación del edificio, encontraron el esqueleto de la pequeña mientas retiraban el techo de madera del sótano. Inmediatamente los alarifes acudieron a la oficina del maestro Guadalupe Victoria, director de la escuela para informarle de la osamenta que portaba el mismo vestuario cuando salió de su hogar.
En esa época era gobernador del estado el general Raúl Gárate Leglú y presidente municipal de Victoria el señor Donato Saldívar, quien sustituyó a Brígido Anaya Rivera con motivo del desafuero del gobernador Hugo Pedro González. El caso alcanzó enorme relevancia, debido al sitio donde localizaron el cuerpo de la niña, porque se trataba de una institución educativa muy conocida en la localidad.
El macabro hallazgo no sólo despertó el interés de los victorenses, sino también de las autoridades judiciales quienes se dispusieron ahondar más sobre los autores materiales del mencionado crimen. Bajo estas circunstancias, un grupo de investigadores policiacos en colaboración con la comandancia militar, iniciaron con rapidez la tarea para rastrear a los protagonistas y sospechosos del lamentable suceso. Para ello, echaron mano del expediente y denuncia presentada el 16 de diciembre de 1929.
El corrido Tragedia de la Muerte de la Niña Dione Durán
Como era costumbre en ese tiempo, derivado de la gran expectación y comentarios periodísticos principalmente de El Heraldo de Victoria, un trovador popular compuso un extenso corrido donde refiere los acontecimientos y proceso sobre la detención de dos personas implicadas. Como él mismo autor lo menciona al final de sus versos, prefirió mantenerse en el anonimato: Aquí termina la historia,/de la muerte de Durán,/que para honrar su memoria,/mi nombre no lo sabrán.
La composición está fechada el 28 de julio de 1947, es decir a los dieciocho años trece días después de descubrirse el cadáver de la infanta en el sótano de la antigua Escuela Normal del Estado. Definitivamente se trata de lapso de tiempo muy reducido para para esclarecer un asunto que parecía olvidado, considerando que una de las cuartetas se la mencionan los personajes presuntamente responsables.
La narrativa del corrido tradicional se escribió en cuartetas con líneas de ocho sílabas, que dan cuenta y explicación detallada de los hechos.
Señores tengan presente,
lo que les voy a contar,
del crimen que cometieron,
en esa Escuela Normal.
En crimen se cometió,
con la pequeña Durán,
por cierto estaba olvidado,
como todos lo sabrán.
Además de la recreación musical y literaria, este corrido o tragedia tiene un uso de carácter noticioso, porque narra detalladamente no sólo los acontecimientos sino también el contexto donde se desarrollaron. Es decir, agrega algunos detalles del hallazgo en el sótano del plantel escolar y centra la atención del lector en la cronología de los hechos.
El día 15 de este mes,
las cinco de ese día,
se descubrió este crimen,
porque así Dios lo quería.
Los albañiles que andaban,
haciendo la excavación,
un zapatito encontraron,
y les llamó la atención.
Se dio parte al director,
de la escuela mencionada,
que en el sótano encontraron,
a una niña sepultada.
El director Longoria inmediatamente tomó cartas en el asunto, y se presentó a disposición de las autoridades para cualquier la aclaración. Probablemente estaba consciente que sus enemigos políticos dentro del magisterio, se atreverían a especular que alguna persona integrante de la Escuela Normal y Preparatoria, podía estar involucrada en este delito. Por tanto, los policías acudieron al lugar de los hechos a recaudar evidencias y realizar algunas entrevistas al personal.
Se recogieron los datos,
del crimen que se indagaba,
y se encontraron los zapatos,
y el vestido que llevaba.
Al principio se pensó que alguien había raptado a la niña Durán y que se encontraba viva en algún lugar. Además, sus padres tenían la esperanza de recuperarla algún día. Sin embargo, pasaron los años sin que se tuvieran noticias de Dione.
Sus padres fueron llamados,
a ver si reconocían,
los restos de su hija muerta,
que ellos viva suponían.
Uno de los agentes entrevistó a un panadero apodado El Polvorón, supuestamente cómplice del verdadero criminal. De acuerdo al corrido, en sus primeras declaraciones se negó a reconocer su participación en los hechos. Sin embargo, terminó por echarle la culpa a un dulcero de la calle Guerrero. Al enterarse de aquella situación, se dirigió a Estados Unidos hasta donde el comandante Brizuela lo siguió para su captura y traslado a la capital tamaulipeca. Sin embargo, en sus declaraciones negó todo sobre el fatal infanticidio.
Honor y gloria merece,
este jefe tan cumplido,
que aprehendió a este criminal,
a pesar de haber huido.
Incluso en sus declaraciones frente al juez, asumió la misma postura cuando le mostraron las prendas de vestir de la niña. Para presionarlo, las autoridades policiacas le achacaron otros cargos de violación, calificándolo de sátiro.
Le sacaron el vestido,
que en su tumba se encontró,
y lo coge entre sus manos,
y lo mismo lo negó.
De acuerdo a la tradición oral, el mencionado juicio no prosperó debido a que su abogado alegó que el delito cometido había prescrito. Por lo tanto, los implicados en el caso abandonaron la cárcel.
El pueblo indignado pide,
castigo ejemplar y cruel,
para estas bestias humanas,
Aquí termina la historia,
de este crimen tan sonado,
que existirá en su memoria,
porque no habrá otro igualado.