Marco Antonio Vázquez Villanueva
Lo tiraron de a loco, decían que no llegaría dos veces, idealizaron la figura femenina y la realidad es que es un hombre dedicado al show, un rico que lo mismo hizo dinero explotando su instinto que con conocimientos sobre lo que la gente quiere, por eso anduvo en los concursos de belleza, por eso anduvo en los espectáculos de lucha libre, por eso anda en la política y el ya muy próximo 20 de enero se convertirá por segunda vez en el mandatario del país más poderoso del mundo.
Es Donald Trump, un hombre tan rico que desde lejos pareciera que hacer política le resulta un hobby, y puede ser, porque se ve que disfrutaba más metiendo en un brete a las autoridades que cualquier otra cosa, y le hablo de autoridades de todos los países, el caso es que se hace el enojado, divide, inyecta odio para vencer a sus contrincantes reales o los que se inventa, los imaginarios.
La historia, según medios de comunicación, dice que obtuvo millones de dólares en el espectáculo de la lucha libre e incluso simuló subirse a un ring, es decir, conoce la arena, ahí donde a la gente se le enseñan las nalgas si quiere ver nalgas, pero también se le da sangre si quiere ver sangre y sabe que cumplirles es requisito indispensable para seguir llenando el graderío, para tener rating que le permita hacer lo que desee con el poder y los presupuestos.
Es un empresario práctico, disfruta el poder y al que poco le interesa el daño que causa si él se erige como el todopoderoso, como quien tiene la capacidad de hacer y quitar vidas, meter y sacar de problemas a quien desee, a quien él quiera.
Dirá, ¿y qué con Tamaulipas, con lo nuestro?, pues todo, de entrada, tiene nerviosos a los mercados financieros y ha provocado el aumento del dólar que este lunes llego a más de 21 pesos por la expectativa de su nueva llegada a la Casa Blanca este domingo, puede con esa volatilidad se venga la consiguiente inflación, el incremento de los precios de los productos de la canasta básica porque acuérdese que no conocemos los dólares los del pueblo y sin embargo en la globalización todo nos cotizan con esa moneda.
No es lo peor, lo más peligroso llegará cuando a Donald Trump sus compatriotas, sus votantes, le exijan que cumpla sus promesas de deportar a los mexicanos, a los latinos, a los extranjeros que no tienen papeles y si trabajo en aquella tierra que hasta hace poco se decía era el paraíso de los soñadores, quizá sea pronto, quizá no, pero llegará el día, como se llegará la fecha en que tenga que cumplirle a los empresarios el cierre de fronteras a productos mexicanos o de otros países.
Por ello el riesgo es doble para Tamaulipas, ¿se imagina que de buenas a primeras dejen en Nuevo Laredo, Reynosa, o Matamoros a unos cientos de miles de ilegales deportados que ya no puedan regresar a los Estados Unidos?, ¿cómo se atenderían sus necesidades?, es obvio que muchos no querrán regresar a sus tierras y buscarán una casa, empleo, demandarán servicios, y sí, también parece un hecho que una parte de ellos también se meterá a engrosar las filas de la delincuencia organizada.
Quizá Trump sepa que los ilegales son necesarios en su tierra, quizá hasta impulse programas de regularización a connacionales, pero también es un hecho que a su pueblo, a sus votantes, les dará lo que les ofreció en campaña, deportar a ilegales, levantar un muro, clasificar a los carteles de droga como terroristas, imponer más aranceles, intentar que sus locuras las pague el gobierno de México o quienes sean necesarios.
Ahí radica el problema para México, también esa es la razón del peligro que resulta ser Donald Trump para Tamaulipas porque desde hoy puede dar por un hecho que tarde o temprano va a cumplir y con ello se nos vendrán problemas si no estamos preparados, para que se dé una idea, habla de más de dos millones de deportaciones.
Por lo demás, también hay que hacer changuitos y ojalá empiece el casi presidente de Estados Unidos a cerrar su frontera a los mexicanos para que vayamos entendiendo que tenemos que consumir lo nuestro, que la única manera de salir adelante es gastarnos nuestros pesos con nuestra gente, para que se pueda generar más empleo.
Igual quizá sea tiempo de ir viendo qué hacer con las transnacionales cien por ciento americanas, de esas que nomás nos venden cosas para llevarse el dinero a Estados Unidos y seguir saqueando nuestra riqueza.
También necesitamos que ya no pasen sus armas, ni sus malas mañas, aunque acá si conocemos el riesgo del cierre de fronteras, sabemos que muchos profesionistas de la salud, del comercio y de otras ramas tendrían graves problemas económicos al no llegar los americanos, que son por miles, a Nuevo Laredo, Reynosa, Matamoros, Río Bravo, los de la conocida como frontera chica, para hablarle del Estado, porque igual estarían en el resto de los municipios fronterizos del país.
Entonces si es urgente que descubramos que lo hecho en México esté bien hecho, que nos genere confianza y nos invite a consumirlo para ser mejores, también que no crucen armas, pero no podemos soslayar que otra parte de la economía, quizá más importante, dependa de los turistas y de quienes vienen a curarse o hacer negocios.
Por lo pronto nuestra frontera está en la incertidumbre con tantas probabilidades de que lleguen por una posible deportación masiva que puede convertirse en el combustible que de plano haga explotar esa región y se convierta en un territorio de nadie, Trump llega el domingo, dudamos que todo lo haga en un día, por eso es tiempo de prevenir para que en tres meses o a corto plazo no empecemos a lamentar.