Libertad García Cabriales
Hay que seguir la lucha con lo que podamos y hasta que podamos.
Benito Juárez
Hace algunos años, enero fue declarado Mes de Tamaulipas y sus raíces con el propósito de reafirmar identidad, historia, cultura, pertenencia y orgullo por lo
nuestro. Una buena intención, sin duda, porque es precisamente en enero cuando nuestro territorio se constituye como estado libre y soberano, además de ser el mes cuando se conmemora la heroica muerte de uno de los más grandes personajes de la historia regional, incluso reconocido a nivel nacional: Pedro José
Méndez. Desafortunadamente, la mayoría de los tamaulipecos desconoce la historia regional, incluso preguntando a numerosos amigos y conocidos, no sabían
que este mes está dedicado a Tamaulipas, menos a recordar al valeroso héroe de Tantoyuquita.
Sé que no suena correcto eso de otorgarles lugares a los héroes como si de competencias se tratara. En el caso de los tamaulipecos, Méndez Ortiz y Carrera
Torres se consideran los más grandes, aunque sin duda hay muchos otros personajes de enorme valía en la historia regional. Ambos valientes, ambos generales, ambos con talento estratégico militar, ambos con muertes trágicas en su juventud; tal vez Pedro José Méndez es considerado número uno porque su historia fue cronológicamente primero, además de haber sido parte del proyecto republicano de Benito Juárez, considerado “máximo héroe nacional”.
Pero más allá de los intentos por calificar a los héroes, Pedro José Méndez tiene méritos de sobra para ser recordado con honores. Nacido en el municipio de
Hidalgo, el general Méndez encarna el valor de los tamaulipecos en la forja de la República. Hijo de rancheros con buena posición, Méndez decidió sumarse a la
lucha a muy temprana edad, impulsado por su amor a la patria y su inconformidad con la circunstancia histórica, más todavía si consideramos que era reciente la herida por la pérdida de más de la mitad del territorio nacional y estatal a manos de los estadounidenses.
Para destacar especialmente su actuación en la guerra de Intervención Francesa en la cual demostró su capacidad militar, primero en Tampico, después en la
defensa de Ciudad Victoria y más tarde en el asedio a Tula. Batallas que le permitieron a Méndez hacerse de valiosos pertrechos militares como resultado de
la expulsión de los franceses. Hazañas que entre otras, le valieron para ser ascendido primero como Coronel y después como General con el reconocimiento
del presidente Juárez.
Pero su genio militar no era todo; también contaba con una integridad ejemplar. La anécdota sobre su relación con Servando Canales y la propuesta de este para apoyar sus ambiciones de poder, son una muestra contundente: “Así que siendo Canales y yo los jefes que sin pretensión de ninguna clase hemos sostenido la bandera nacional, no me parece conveniente que nos postulemos para los primeros puestos del Estado, porque así apareceremos como ambiciosos, perderemos el poco prestigio que tenemos en los pueblos, y éstos sólo verían en nosotros unos hombres ávidos de poder y de dinero…al ver que nos arrastramos para conseguir unos puestos que no podemos desempeñar. Es necesario pensar con madurez y procurar el bien del Estado; este necesita primero la paz y enseguida nombrar a sus mandatarios; pero estos no debemos ser Servando ni yo, que sólo sabemos dar balazos y sablazos”.
Así era Méndez, el valiente liberal que demostró su integridad en años de terrible incertidumbre; tanta, donde hubo un tiempo cuando Tamaulipas estaba
subdividido administrativamente en dos departamentos por orden de Maximiliano y muchos tamaulipecos “distinguidos” estaban trabajando para la causa imperialista. Tiempo de traiciones y venganzas, cuando la disputa por el poder en nuestra tierra se reflejaba en fuertes conflictos políticos y varios personajes manifestando ser “gobernadores legítimos”.
En 1866 con su ejército denominado “Cuerpo de fieles”, en alusión a la indeclinable lealtad profesada, Pedro J Méndez decide el ataque al puerto fluvial y almacenes comerciales de Tantoyuquita, hoy municipio de Ciudad Mante. Defendida por el general francés Jaquin, la base fluvial contenía una carga de armamento de enorme cuantía, fundamental para la causa del Imperio. Después de apoderarse del botín de guerra y hacer capitular a los franceses, el valiente general tamaulipeco fue herido gravemente para morir horas más tarde. Las últimas palabras del héroe fueron “”Me han muerto, no desmayen, allí está el camino” señalando al enemigo.
Este 23 de enero conmemoramos la heroica muerte del gran tamaulipeco que nos marcó el camino para la defensa de nuestra tierra. Su trayectoria ejemplar nos recuerda la importancia de legar un buen recuerdo. Todo lo demás es pasajero en esta vida corta y única. Por ello la importancia de conocer la historia. Como tamaulipecos, nos toca ahora a nosotros todos, fieles a sus principios, enarbolar sus más altos ideales. Es tiempo de la concordia, de unir los mejores esfuerzos por Tamaulipas y por México. Nadie ha dicho que el camino sea fácil, pero el porvenir de nuestros hijos bien lo vale.
¡Viva Tamaulipas!