Fortino Cisneros Calzada
Las elecciones en los Estados Unidos vienen a significar un parteaguas en su historia. No que sea el tiempo de las mujeres, no que se encone la lucha de clases ni que la discriminación haya avanzado a niveles francamente intolerables; sino que, ya no puede negarse el desfasamiento conceptual emanado de la Constitución de 1787 y ratificada en 1788 para entrar en vigor al año siguiente. Esta comienza diciendo: “We the people of the United States”.
La mayor parte de los traductores, toma la palabra “people” como pueblo, lo que es incorrecto, ya que su significado es “gente”. Eso es muy importante porque la Cámara de Senadores fue muy puntual al señalar que: “We The People”, afirma que el gobierno de los Estados Unidos existe para servir a sus ciudadanos (“We The People” – affirm that the government of the United States exists to serve its citizens). Así, gente y ciudadanos tienen una connotación muy diferente a pueblo.
Según el Diccionario de la Real Academia de la Lengua, gente, del lat. gens, gentis, significa: 1.- Pluralidad de personas; sinónimo: muchedumbre, multitud, gentío, masa, concurrencia, afluencia. 2.- Con respecto a quien manda, conjunto de quienes dependen de él. 3.- Cada una de las clases que pueden distinguirse en la sociedad (Gente del pueblo. Gente rica o de dinero). 4.- Coloquialmente grupo de personas vinculadas; Sin.: familia, parentela, clan, casa. 5.- Americanismo persona; Sin.: tipo. 6.- Am. Persona decente (Creerse gente. Hacerse gente). 7.- En desuso pueblo (conjunto de personas de un lugar). 8.- pl. desus. Entre los judíos, gentiles.
Con respecto a la palabra ciudadano, el diccionario RAE, señala que significa: 1.- Natural o vecino de una ciudad; sinónimos: habitante, residente, oriundo, poblador. 2.- Perteneciente o relativo a la ciudad o a los ciudadanos de la misma. 3.- Persona considerada como miembro activo de un Estado, titular de derechos políticos y sometido a sus leyes. 4.- Hombre bueno 5.- Habitante libre de las ciudades antiguas.
Por lo que hace a pueblo, del latín popŭlus, tiene 5 significados: 1.- Ciudad o villa; sinónimo: población, poblado, villa, lugar. 2.- Población de menor categoría. Sin.: aldea, pago, villorrio. 3.- Conjunto de personas de un lugar, región o país. Sin.: población, vecindario, tribu, clan, familia, linaje, común. 4.- Gente común y humilde de una población. Sin.: plebe, vulgo, populacho, gallada. 5.- País con gobierno independiente. Sin.: nación, estado, patria.
Es entendible que a finales del siglo XVIII los colonos ingleses en América pensaran en la gente, esto es, los grupos de personas vinculadas por consanguinidad, sentimientos, intereses e ideas. Así se plantea que: “Sostenemos que estas verdades son evidentes por sí mismas, que todos los hombres son creados iguales, y que son dotados por su creador de ciertos derechos inalienables entre los cuales están la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad. Que para asegurar estos derechos se instituyen gobiernos entre los hombres que derivan sus justos poderes del consentimiento de los gobernados”.
Entre la gente, entre los hombres creados iguales a los que la constitución reconoce los derechos inalienables dotados por el creador, no se contaban los aborígenes, los negros traídos por millones de África para trabajar en las plantaciones agrícolas ni ninguna otra minoría que no estuviera ligada a las personas decentes. En 1776 casi el 85 % de la población blanca era de origen británico (inglés, irlandés, escocés o galés), un 9 % alemanes y un 4 % neerlandeses. Ya no; pero “We the people” sigue vigente.
Esta vigencia resulta cuestionable ante el avance del reconocimiento de los derechos humanos. La Declaración Universal de los Derechos Humanos, adoptada por la Asamblea General de la ONU el 10 de diciembre de 1948, fue el resultado de la experiencia de la Segunda Guerra Mundial. Después de la Segunda Guerra Mundial y la creación de las Naciones Unidas, la comunidad internacional se comprometió a no permitir nunca más atrocidades como las sucedidas en ese conflicto. Pero, siguen.
La experiencia política de las elecciones de ayer deja las mismas lecciones que las anteriores. En el año 2000, Al Gore, a pesar de haber ganado el voto popular por cerca de 500.000 votos, perdió la elección contra George W. Bush, quien obtuvo la mayoría de los votos electorales y fue presidente. Sin ir muy atrás, Hillary Clinton perdió en el 2016 a pesar de haber ganado el voto popular contra Donald Trump por más de tres millones de votos.
¿Qué pasa? Pues, sucede que al presidente de Estados Unidos no lo elige el pueblo con su voto, lo hace un grupo selecto de 538 delegados escogidos por los partidos políticos llamado el Colegio Electoral. Personas que se comprometen a votar como lo indica la mayoría en cada estado, aunque muchos no están en la obligación de hacerlo. En cada uno de los 50 estados y el Distrito de Columbia, todos los delegados darán su voto en bloque por el partido que haya tenido la mayoría, sin importar los votos emitidos en las urnas.
Si el ganador se lleva todo, entonces, los esfuerzos por ganar sufragios no se dirigen a la gente, al pueblo, al votante raso; sino a los grupos de poder que puedan captar y cooptar delegados que irán al Colegio Electoral no para hacer valer las demandas populares sino los acuerdos cupulares, llevando a la presidencia a quien pueda garantizarlos. La idea de definir la presidencia por medio de un cuerpo de electores surgió en el siglo XVIII y se atribuye a los llamados «padres fundadores» de EU.
En aquella época, realizar una campaña electoral a nivel nacional era casi imposible debido al tamaño del país y a las dificultades en la comunicación. Así mismo, EU no tenía una identidad nacional formada. Los estados eran celosos de sus derechos y el voto popular era temido por su carácter imprevisible; por eso fue que los creadores de la Constitución de 1787 rechazaron la idea de que el presidente fuera elegido por el Congreso o por el voto popular.
Quizá la reciente experiencia permita actualizar el proceso y permitir que el pueblo pueda darse los gobiernos que desea y que éstos respondan cabalmente a los compromisos asumidos por la gran nación norteamericana después de la Segunda Guerra Mundial y luego de los severos descalabros que ha padecido la humanidad por los crueles y despiadados modelos de desarrollo que han tornado al ser humano en el lobo del hombre. En este tiempo de mujeres, se da una coyuntura histórica.