Cena de negros
Por Marco Antonio Vázquez Villanueva
México comenzó su guerra de independencia una madrugada del 16 de septiembre de hace 214 años, en 1810 cuando liderados los indígenas por hombres y mujeres valerosos como Miguel Hidalgo, José María Morelos, Vicente Guerrero, La Corregidora, y muchos y muchas más que permanecen en el anonimato decidieron poner fin a su explotación y miedo.
En verdad los independentistas eran de esos seres que se salen de su zona de confort para aventurarse a encabezar batallas de las que no sabían si saldrían vivos, personajes muy ricos o miembros con mucho futuro de un Ejército que tenía bastantes privilegios y renunciaron a todo en beneficio de otros, si, eran hombres que aún presos asesoraban a sus enemigos políticos si veían en ellos una posibilidad de libertad para el pueblo.
Fue en esa tesitura que México logró su independencia política de los españoles, nunca más los europeos habrían de decidir a distancia que se hacía con nuestra riqueza, en casos más drásticos, hasta como habrían de llamarse nuestras iglesias y quienes deberían morir ejecutados por “faltarle” a su autoridades o a su Dios.
Triste el caso, con el tiempo se comprobó que muchos de los nacidos en México, criollos, nativos, incluso indios, eran peor que los españoles, apenas se vieron seguros hicieron sus leyes, también gobernaron a base de fuerza, dirigían al país más como guerrilleros que como hombres de Estado, lo dividieron, pero esa fue ya otra historia.
Con todo y ello no está demás decir que los políticos del nuevo México construyeron y formaron su propia oligarquía, se enriquecieron groseramente a expensas de los más necesitados, de quienes con esfuerzo y sudor querían salir adelante y que sus hijos no tuvieran la necesidad de trabajar indignamente, el caso es que se avanzó tan poco que 100 años después, otros hombres y mujeres como Emiliano Zapata, Francisco Villa, Francisco I. Madero, y muchos otros que tenían la misma idea de los independentistas, de hacernos libres, comenzaron otra guerra que llamaron revolución.
Quizá el cambio fue más drástico, reparto de tierras, una sociedad más activa, pero con gobiernos que tuvieron que mantener a su gente convencida con dadivas de que merecían estar ahí, en resumen, casi con los mismos vicios y el mismo objetivo de mantener pobres a los pobres.
Tal vez no cambiamos mucho en ambos movimientos porque es una realidad que la evolución, de fondo y de calidad, se empezó a registrar en los últimos 20 años y más por la modernidad y la tecnología que por voluntad de políticos o gobiernos.
Mire, hoy vivimos una guerra que ha dejado quizá un medio millón de muertos y cifras similares de desaparecidos en los últimos 18 años, pero además padecemos de una pobreza que mata de hambre o de gripa a causa de la desnutrición a cientos de personas, no podemos olvidar que en esas condiciones viven por lo menos el tres o cuatro por ciento de nuestra población de los cuales la mitad no come ni una vez al día.
No lo es todo, en este 2024 vemos como los sistemas de educación y salud no cumplen a cabalidad su función, la sociedad es más participativa, sí, pero tampoco ha adquirido la madurez necesaria, aún se deja abusar, no confía para hacer denuncias y vive en la comodidad de “estar bien uno” y eso le ha parecido suficiente sin notar que vivimos en un mundo donde cualquier error ajeno tarde o temprano se nos refleja en casa.
También es difícil decir que somos libres porque económicamente dependemos del extranjero y, con todo y los cambios del último sexenio, también de los muy ricos de México que, para no variar, tienen su dinero en el extranjero, socialmente el 70 por ciento de la población es pobre ya que o no tiene para comer, o carece de una vivienda digna, no tiene acceso a un sistema educativo que le garantice guiar sus vocaciones y hacer de él un mejor mexicano o mexicana o, vaya, ni siquiera es libre de andar por nuestros pueblos a altas horas de la noche.
Estamos en épocas difíciles, en tiempos de definiciones, en nuestra propia guerra contra los enemigos de los pobres y como ocurrió en la Independencia o Revolución buscamos nuestra solución, la diferencia es que ahora podemos sacar las cosas adelante en la política con todo y que parezca que el sistema se agota hoy se puede hacer mayor presión pacifica para que las cosas cambien, ojalá hayamos escogido el buen camino con Claudia, mejor aún, ojalá todos vayamos en el mismo sentido o tengamos la inteligencia de corregirlo a tiempo y por la vía de la paz y la democracia…
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