Por Alejandro de Anda
LO OSCURO. La interacción de dos organismos –en lo general benéfica para
ambos- se denomina simbiosis. Esto es un significado abstracto.
También en lo general -hablando de las estructuras y comportamientos
humanos- debemos haber sido parte de ambos lados en algún momento de la
vida “para comprender mejor” el resultado beneficioso de esa relación.
En pocas palabras y para no revolvernos, coloquialmente los mexicanos lo
llamamos ‘de borracho a cantinero’.
Los hijos aseguran que el padre que reprime y ‘adivina’ la siguiente mala
conducta del adolescente, es porque seguramente el historial delictivo del
‘represor’ en su tiempo juvenil en el hogar ya pasó por ese camino tentador y
las consecuencias ya fueron escritas en un libro que sólo esos jóvenes
desconcertados no conocen.
El sistema estadunidense plasma en la pantalla cinematográfica y televisiva
mucho de lo aquí expuesto. La historia en la que DiCaprio (“Atrápenme, si
pueden”) es reclutado por ser un contumaz falsificador de cheques y se vuelve
la principal arma para encontrar pillos que ejecutaban el mismo crimen, lo
demuestra.
Hoy la manera más contundente de llegar a los delincuentes de drogas y de
cuello blanco en aquél país es otorgando inmunidad y otras prebendas a
delincuentes del giro que se reclama. Los informantes son la mejor estrategia
que posee la estructura orgánica gubernamental.
Entonces, llegamos al punto crucial.
México en materia de procuración e impartición de justicia, continúa la
imparable carrera por la presea áurea en la nula capacidad resolutoria.
Existen renglones en donde se estima hasta un 100% de impunidad
(homicidios, feminicidios y abuso sexual). El catálogo es extenso.
Muchas fuentes investigadoras revelan datos que ponen nerviosos a quienes
pretenden apostar capital de inversión en territorio nacional ante la muy
ambigua red de justicia que deja margen cómodo al reinado del delito.
Los niveles de confianza en los ministerios públicos y el poder judicial siguen
en caída libre.
La garantía de derechos humanos en territorio mexicano es asignatura sin
atender.
Con tales niveles de desaprobación –que no son recientes-, ¿cuál sería el
temor a cambiar la estrategia respecto de quienes hacen e imparten justicia?
Según el ‘valido argumento’ de quienes se encuentran en el timón, es que
estaríamos poniendo en manos de los electores la selección ‘a modo’ de los
nuevos jueces, prebostes, magistrados que interpretan las leyes y dan a cada
quien lo que en justicia merecen.
Y cabe la pregunta ¿cómo llegaron al puesto quienes hoy son probidad y
democrática legalidad?
En el estado más a la esquina noreste, los diez magistrados en funciones No
cuentan con antecedentes que les permitiera concursar hacia la silla más
importante en el sistema judicial estatal. Y la ocupan…
En la mayoría de los estados sucede similar. Su llegada obedece casi siempre
a la ‘congruencia política’ que desprende de formar parte de un bloque
regional. Nunca por haber sido actuario, secretario, juez antes de la
magistratura.
La resultante es que sólo podríamos pensar que la experiencia demostrada
para señalar la resolución del 1% de expedientes que es la constante de lo que
plantea el sistema judicial mexicano, abonaron a su conocimiento cuando
estaban detrás de la barra que hoy administran. Muy pocos resultados.
Es sano y válido el plantear que las y los mejores abogados (es un
planteamiento que los colegios del ramo hacen) tengan el mismo derecho de
acceder a los puestos públicos de impartición de justicia, donde muchos de
ellos tendrían mayor capacidad probada que los actuales ejecutores.
Aunque aleguen los que ocupan la silla haber sido elegidos por la mismísima
Themis (Diosa de la Justicia).
P.D. Queda la duda en el ‘aire’: si todos los que aseguran que el llevar a las
urnas la selección de jueces y magistrados, estarían abriendo la posibilidad a
intereses oscuros de financiar esos cargos, ¿aceptan tácitamente la misma
elección de los otros dos poderes ‘autónomos’? ¡Qué miedo!
COLOFÓN: Los hijos de éste escribano… no ganaron una en la carrera de
juventudes disipadas en el seno familiar, al ser enjuiciados ante la Corte
parental. Pero en este específico caso (simbiosis), es porque al primo de un
amigo le pasaba lo mismo…
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