Por Carla Huidobro
Por qué a los profesores les molesta tanto enseñar, me pregunto, mientras camino por los pasillos de esta universidad antigua como las dudas que me asaltan. ¿Será acaso que en cada pregunta de sus alumnos escuchan el eco de sus propias preguntas sin responder?
Enseñar, esa palabra que debería ser sinónimo de compartir, de abrir mundos y construir puentes. ¿Por qué parece convertirse en una carga? Explicar, ese acto que debería brillar como la luz en la oscuridad del desconocimiento. ¿Por qué se siente para algunos como encender una vela en medio de una tormenta?
Clase tras clase, las palabras se desgastan en la pizarra, las ecuaciones y los conceptos bailan en un teatro de jóvenes adormecidos que quizás sueñan con estar en cualquier otro lugar. ¿Será que los profesores sienten que su verdadera vocación es devorada por la rutina, que su pasión por investigar se diluye en el ritual repetitivo de enseñar lo ya sabido, en lugar de explorar lo desconocido?
Educar, debería ser una fiesta, un levantamiento, una rebelión contra la ignorancia. Pero en los ojos de algunos profesores veo un cansancio profundo, un desencanto que se filtra en las aulas como un invierno que no promete primavera.
No todos sienten este descontento, claro está. Hay aquellos cuyas voces se elevan con el entusiasmo de quien ha encontrado su llamado entre pupitres y pizarrones, quienes ven en cada joven mente una semilla que podría florecer en terrenos antes yermos. Pero no puedo dejar de preguntarme, por aquellos que arrastran sus pies y sus palabras con pesar, ¿qué les falta, qué les sobra?
Quizás en el fondo, la enseñanza es un espejo donde cada cual se ve reflejado con sus miedos y sus esperanzas, sus frustraciones y sus anhelos. Tal vez, lo que molesta no es la enseñanza en sí, sino lo que ella revela de nosotros mismos, lo que nos recuerda que debemos aprender.
Por qué les molesta tanto, no tengo todas las respuestas, solo sé que cada pregunta es un paso más en este largo camino de aprender a ser humanos, de ser maestros, de ser alumnos, de ser, simplemente, ser.