Por Alejandro de Anda
LO CLAROSCURO. Una escritora estadunidense de nacimiento en San
Petersburgo (Rusia) Alissa Zinovievna (Ayn Rand), hacía una claridosa
predicción de lo que, a su juicio, era el inevitable futuro de la sociedad que ya
nos rige. Sin distinguir límites geográficos de los países que integramos este
Continente.
(sic) “Cuando adviertas que para producir necesitas autorización de quienes no
producen nada; cuando compruebes que el dinero fluye hacia quienes no
trafican con bienes sino con favores; cuando percibas que muchos se hacen
ricos por el soborno y por influencias más que por su trabajo y que las leyes no
te protegen contra ellos sino, por el contrario, son ellos los que están
protegidos contra ti; cuando descubras que la corrupción es recompensada y la
honradez se convierte en un auto-sacrificio, entonces podrás afirmar (sin temor
a equivocarte) que tu sociedad está condenada”.
Otro ‘ex ruso’ Alexander Solzhenitsyn pronunciaba un genial discurso en
Harvard ante una generación estudiantil ‘graduante’ en 1978 donde
manifestaba 22 puntos cruciales desde su punto de vista que señalaban en
concreto, la aniquilación de la posteridad humana desprendido del conformismo
y la falta de espíritu para continuar –con coraje- evolucionando y dejar de lado
la comodidad del bien-estar.
(sic) “El socialismo de cualquier tipo conduce a la destrucción del espíritu
humano; a la disminución del coraje que se advierte en occidente. Ésta ha sido
considerara como ‘el principio del fin’, donde incluso la biología sabe que la
seguridad y el bienestar extremo no son ventajosos para un organismo vivo”.
Y agregaba “La defensa de los derechos individuales ha llegado a extremos
tales que dejan a la sociedad en su conjunto indefensa frente a determinados
individuos. Es hora de defender antes que, a los derechos humanos, a las
obligaciones humanas”.
“La decadencia del arte y la falta de grandes estadistas son ejemplos de la
debacle de este sistema imperante.
La democracia –según los Estados Unidos- es garantía de derechos humanos
porque el hombre es criatura de Dios. El problema es que debe aceptar usted a
ese Dios para que se cumpla esa sentencia”.
La pobre conclusión que desprende a lo expuesto es que incluso en México
hemos dejado en manos de quienes nos gobiernan la inefable obligación de
sacar adelante a nuestras familias bajo el argumento de mayor bienestar y
progreso, derivado de sus colores partidistas.
Que no avancemos más que a través de sus ideales. Tarjetas canjeables por
apoyos, contribuciones al gasto público, etc.
Nos volvemos conformistas, apegados a criterios cómodos de una ideología
que nos arrastra al fracaso sin remedio.
COLOFÓN: Sin promover las pasiones hacia la anarquía, la falta de presencia
de más sociedad en la toma de decisiones nos obliga a pensar que vamos
inexorablemente a una sociedad estatizada.
Incluso nos han dicho qué nombres sí están autorizados por el gobierno para
que impongamos en el registro civil a nuestros hijos. La extinción consecuente
es el inexorable destino.
Gracias a Trump, tendremos una semana ocupada y atenta a la salud de su
oreja por el atentado (o auto atentado) y continuaremos en esta novela
gubernamental llamada ‘vida’.
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