El jardín de la libertad
Por Libertad García Cabriales
La patria debe ser nuestra alegría y no nuestra vergüenza por culpa de nosotros.
Es difícil ser buenos. Hay que ser héroes de nosotros mismos.
Carlos Pellicer
Vivimos en un escenario polarizado. No sólo en México. Estados Unidos, España,
Argentina, son sólo algunos ejemplos de polarización política y social. En realidad
todo el mundo está polarizado en algún sentido. Las ideologías, la guerra, la crisis
ambiental, son algunos temas que lo manifiestan. En nuestro país, el año electoral
lo ha exacerbado. Las conversaciones se convierten en discusiones y a veces
hasta los buenos amigos terminan distanciados por temas de candidatos y
campañas. Hace unos días lo constaté en un café con amigas que hablaban
acerca de malas noticias de nuestro estado publicadas en medios nacionales.
Me ha tocado muchas veces dentro y fuera del estado oír de todo al respecto. He
escuchado incluso bromas de mal gusto, insidia de muy mala entraña contra
nuestro estado por las crisis de violencia. Mi respuesta siempre ha sido la misma.
Sin negar lo malo, ni cegándome ante la parte oscura que por supuesto ha
existido, existe y se requiere señalar y atender; me gusta hablar también de lo
bueno, de la mucha gente en el pasado y el presente construyendo grandeza a
través de acciones ejemplares.
Un día como hoy, por ejemplo, murió en batalla quien es considerado por muchos
como el héroe más grande de Tamaulipas: Pedro José Méndez Ortiz. Su honor y
valor nadie los puede poner en duda. Por desgracia son contados los
tamaulipecos enterados de su lucha por la defensa de nuestra nación. Y su genio
militar no era todo; también contaba con una integridad ejemplar. La anécdota
sobre su relación con Servando Canales y la propuesta de este para apoyar sus
ambiciones de poder, son una muestra contundente: “Así que siendo Canales y yo
los jefes que sin pretensión de ninguna clase hemos sostenido la bandera
nacional, no me parece conveniente que nos postulemos para los primeros
puestos del Estado, porque así apareceremos como ambiciosos, perderemos el
poco prestigio que tenemos en los pueblos, y éstos sólo verían en nosotros unos
hombres ávidos de poder y de dinero…al ver que nos arrastramos para conseguir
unos puestos que no podemos desempeñar. Es necesario pensar con madurez y
procurar el bien del Estado; este necesita primero la paz y enseguida nombrar a
sus mandatarios; pero estos no debemos ser Servando ni yo, que sólo sabemos
dar balazos y sablazos”.
Así era Méndez, el valiente liberal que operó en años de terrible incertidumbre;
tanta, que hubo un tiempo cuando Tamaulipas estaba subdividido
administrativamente en dos departamentos por orden de Maximiliano y muchos
tamaulipecos “distinguidos” estaban trabajando para la causa imperialista. Tiempo
de traiciones y venganzas, donde la disputa por el poder en nuestra tierra se
reflejaba en fuertes conflictos políticos y varios personajes manifestando ser
“gobernadores legítimos”.
En 1866 con su ejército denominado “Cuerpo de fieles”, en alusión a la
indeclinable lealtad que profesaban, Pedro J Méndez decide el ataque al puerto
fluvial y almacenes comerciales de Tantoyuquita, hoy municipio de Ciudad Mante.
Defendida por el general francés Jaquin, la base fluvial contenía una carga de
armamento de enorme cuantía, que era fundamental para la causa del Imperio.
Después de apoderarse del botín de guerra y hacer capitular a los franceses, el
valiente general tamaulipeco fue herido gravemente para morir horas más tarde un
23 de enero. Las últimas palabras del héroe fueron “”Me han muerto, no
desmayen, ahí está el camino” señalando al enemigo.
Y no se necesita ser héroe, ni ser parte del pasado, ni ganar grandes batallas y
tampoco ser político o gobernante. Cualquier persona que ame su tierra puede
contribuir en su defensa, su grandeza. Pienso en ello después de recibir un
mensaje de la talentosa y joven artista Jessica García de la Garza, quien añadió
un vídeo con una hermosa obra pictórica creada por ella y titulada: Mi tierra.
Acompañada de un texto entrañable, la pintura es sin duda un canto de amor a
Tamaulipas para conmemorar los 200 años de su forja como estado: “un óleo que
hace honor a la nostalgia de estar lejos, de llevar en mente y corazón la tierra que
te vio crecer, la raíz de lo que eres, que sube al alma y llena con su esencia de
flores; todo lo viste de cuera tamaulipeca”, dice Jessica inspirada con su cuadro.
Como ella, podría nombrar muchos creadores, quienes con su obra dignifican
nuestra tierra. Gente honesta, sensible y talentosa: pintores, cineastas, literatos,
músicos, bailarines, promotores, conservadores y más. Los grandes héroes son
un referente, pero desde cualquier espacio, todos los tamaulipecos podemos dar
nuestro mejor esfuerzo para defender nuestra tierra, para construir mejores
escenarios como regalo en este Bicentenario. Se vale la crítica, más cuando está
fundamentada: pero no la insidia contra la tierra que nos cobija y alimenta. La
siempre heroica Tamaulipas merece buenos ciudadanos. Ahí está el camino, diría
el héroe.